Salpicado con la presencia durante los fines de semana de la insólita estampa de actos de presentaciones de belleza en las postrimerías del periodo estival, y sin haber podido casi tomar el resuello ni comisiones ni, incluso, las firmas de indumentaria de la ciudad, lo cierto es que el ejercicio foguerer 2022/2023 camina con estimulante brío.
De entrada, considero especialmente relevante que ninguna de las 89 comisiones de 2022 haya desaparecido, aunque es cierto que alguna de ellas ha sudado lo suyo a la hora de prolongar sus actividades. Me costa que otras han aprendido la lección de la forzosa ausencia de 2020 y 2021, lo que les ha permitido albergar sustanciosos colchones económicos de cara al futuro.
Pero es que al mismo tiempo, al menos mantendremos el mismo número de comisiones en la categoría especial que en las pasadas ediciones. La muy grata incorporación de Baver-Els Antigons certifica esa abultada élite, en la que la considerable subida de baremos, al menos va a compensar el paralelo crecimiento de materiales y costes asumido por sus respectivos artistas.
Es cierto por otra parte, que no ha fructificado la apuesta de dos posibles comisiones en el entorno de la Playa de San Juan, una de las cuales incluso llegó a presentar documentación en Federación. En realidad, esta circunstancia se viene reiterando desde hace al menos una década. Es decir, una estabilización en el número de comisiones, que se mantiene inalterable, aunque nuevas zonas se vayan incorporando a la ciudad.
¿Es posible que en zonas residenciales no interese demasiado la presencia de la Fiesta? Me temo que así sucede. Pobladas por lo general por familias jóvenes, han roto con ese axioma que funcionó desde los primeros años 70 hasta inicio del presente siglo, en el que la creación de un entorno más o menos amplio de viviendas, llevaba invariablemente aparejada la fundación de su foguera respectiva.
Pero vamos a ser realistas, esa polarización de comisiones muy pobladas y otras con dificultades, en el fondo, no es más que una curiosa extrapolación del propio flujo demográfico existente en nuestro país. Es decir, que colectivos más densos atraen a más festeros, mientras que los más menguados siguen arrastrando sus carencias.
Y cada ejercicio nos vuelve a poner de manifiesto que el engranaje asociativo de les Fogueres -unas 7.500 personas, no más- se mantiene tan estable como insuficiente. Lo que sí se producen son esos ‘traspasos de temporada’ que en algunos casos echan raíces y en otros destacan por lo efímero de sus circunstancias, y en donde influyen factores de toda índole.
Pues bien, dentro de esas 20-25 comisiones caracterizadas por dichas dificultades, también este nuevo ejercicio ha permitido que alguna de ellas haya salido reforzada de cara al próximo junio. Sin conocer la evolución del conjunto de este amplio bloque, sí puedo congratularme del reforzamiento asumido por comisiones como Bº José Antonio, Gran Vía-Sur o Santo Domingo-Plaza de Tomás Valcárcel -especialmente esta última-.
Son motivos de regocijo, ya que nos encontramos en un porcentaje demasiado elevado de hogueras que arrastran una complicada situación. Estos tres ejemplos, que ojalá se hayan extendido a otros más, son para mí la mayor alegría de los primeros meses de un nuevo ejercicio, que espero nos siga ofreciendo elementos de regocijo festero.
P.D. 1. Vienen meses duros. Presupuesten con prudencia.
P.D. 2. ¿Se acuerdan de que hace una semana hubo un congreso? Por si se les había olvidado.