Vinos pasados por agua: así afectan las lluvias torrenciales a la vendimia
DANA, gota fría, lluvias torrenciales, inundaciones y destrozos. ¿Cómo afectan estos grandes e intensos fenómenos meteorológicos al campo y al viñedo? ¿Pueden influir en la calidad de los futuros vinos? Lo averiguamos.
15 septiembre, 2023 02:00El paso de la DANA y las lluvias torrenciales obligan a adelantar o incluso a extender la vendimia en muchas regiones de España, problemática que se suma a la sequía de los últimos años y que complica una campaña que, sin embargo, se espera sea de mayor calidad. Como buenos winelovers, ante los grandes e intensos episodios de agua de las últimas semanas, nos surge una duda: ¿es bueno que llueva tanto en el viñedo?
Pues sí y no. Desde Bodega Matarromera nos explican que la lluvia o, mejor dicho, el agua, es una de las principales fuentes de nutrientes de la planta, pero esto tiene sus límites. “Siempre y cuando no suframos borrascas que se dilaten demasiado en el tiempo, toda precipitación en forma de lluvia es bienvenida”, dicen. Pero no, toda no. Dependiendo de la fase del ciclo vegetativo en la que se encuentre la vid, la lluvia será más o menos beneficiosa. “En supuestos extremos como lluvias incesantes durante semanas o, evidentemente, episodios de granizo, afectan muy negativamente a la uva e, incluso, hacen peligrar su supervivencia”.
Según esta bodega de Ribera del Duero, borrascas como la que estamos viviendo ahora descargan gran cantidad de agua en muy poco tiempo, pero el viento y las altas temperaturas que se experimentan durante el día propician que no se acumule humedad en los racimos y que no haya un peligro latente de posibles enfermedades fúngicas. Es más, ocurre todo lo contrario, la humedad se conserva en la tierra, por lo que es una garantía nutritiva para las raíces. “Ahora es el mejor momento en el que podíamos recibir estas lluvias. Llevamos todo el verano con altas temperaturas y el agua recibida durante estos días va a conllevar una mejor maduración de la uva”.
Mirando al cielo
“Después de un ciclo especialmente seco y cálido, las abundantes lluvias de septiembre están obligando a estar muy atentos a la evolución del viñedo para anticiparnos a un posible desarrollo de hongos”. Lo advierte Roberto Vicente, enólogo de Bodegas Izadi. Las lluvias torrenciales de las últimas semanas obligan a prestar especial atención al viñedo, a hacer selección detallada de parcelas a partir de la información recogida los días previos a la vendimia. “Hay cierto retraso sobre el año pasado, lo cual es bueno por la posible bajada de temperaturas y viento del cierzo que ayudará a mejorar la maduración”, continúa el enólogo de esta bodega de Rioja Alavesa. “Al bajar rendimientos, si las condiciones evolucionan favorablemente, nos permitirá hablar de una gran cosecha.”
En el punto opuesto de nuestra geografía, en Jerez de la Frontera, Salvador Guimerá, director técnico de González Byass, destaca unas precipitaciones que vuelven a estar por debajo de la media, arrastrando cuatro años de sequía y contando únicamente con las lluvias que se produjeron en el mes de junio. “Esto, unido a que ha sido un verano en el que ha predominado el viento de poniente, motiva que la producción total esté por encima del pasado año”, puntualiza. La calidad de la uva no se ha visto afectada y tampoco ha sido un año complicado en cuanto a plagas y enfermedades: “La uva ha madurado muy bien, los vinos obtenidos de esta cosecha, que servirán para rociar las Soleras y Criaderas de los distintos tipos de vino de Jerez, van a tener una magnífica calidad”, vaticina.
El paso de la DANA ha dejado huella en grandes regiones vitinícolas como Rueda o Ribera del Duero. En el caso de la primera, la Bodega Valdecuevas nos cuenta que la vendimia empezaba 15 días antes de lo habitual, a mediados de agosto, y, debido a las lluvias, tuvieron que interrumpir la recogida de la uva y la retomarla unos días después. “Hemos tenido que volver a muestrear las uvas tras el exceso de agua”, comentan. A pesar de todo, desde la D.O. Rueda se muestran optimistas: “Las condiciones de maduración han sido mejores que en la campaña anterior, consiguiendo un muy buen equilibrio entre la acidez y el grado, lo que permitirá elaborar unos vinos con una mayor evolución gracias a la acidez”, afirma Carlos Yllera, presidente de la denominación. “Este año vamos a poder ofrecer al consumidor vinos de guarda, tal y como hemos venido haciendo en los últimos años. Es decir, vinos que se podrán consumir en dos o tres años”.
A orillas del Duero, las lluvias torrenciales han hecho que se alargue la maduración de la uva, pero, según declaraciones de la bodega ribereña Valtravieso, la valoración de esta agua es positiva y “se prevé que 2023 sea una de las mejores añadas de los últimos años”. Alberto Tobes, responsable técnico del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero, espera buenos resultados: “Por el momento estamos contentos porque el agua nos ha venido bien para ese redondo final de la uva. Las lluvias de estos últimos días han aliviado el viñedo y nos van a ayudar mucho en esta última parte de maduración. Sin embargo, hasta que toda la uva no llegue a los lagares, debemos seguir mirando al cielo. Si nos preguntas a nosotros, ojalá no llueva más”.
Miquel Udina, presidente de la Denominación de Origen Sierra de Salamanca, coincide en que 2023 ha sido atípico: “En primavera, que es cuando más llueve en esta zona, prácticamente no ha caído ni una gota y en junio, cuando normalmente empieza el periodo de sequía, ha llovido muchísimo. Las precipitaciones han estado, finalmente, incluso por encima de la media anual habitual. Teníamos miedo por los hongos, pero la sanidad ha sido espectacular, ni oídio, ni ceniza... La Sierra siempre va un poco al revés del resto de zonas”. Según Udina, esta campaña, aunque adelantada como prácticamente en toda España, se prevé “espectacular”, tanto en términos sanitarios como de cantidad.
En Galicia, las características meteorológicas de este año han dado lugar a una brotación bastante dispar en viñedo, con diferencias entre 15 y 20 días entre unas cepas y otras. Por otro lado, el mildiu se hace cada vez más complicado de trabajar, y eso que de hongos saben en el norte. Este problema preocupa a viticultores como Manuel Méndez, de la bodega familiar Gerardo Méndez en Rías Baixas. El joven enólogo recuerda que es cierto que en Galicia llueve mucho, pero la capacidad de drenaje de los terrenos es alta y, en años como este, en los que ha habido menos agua pero más repartida, el agua favorece que la planta siga su proceso de manera natural y equilibrada. “Las uvas están entrando muy sanas y los mostros tienen un buen equilibrio entre ácidos, así que estamos muy tranquilos”.
En cuanto a las lluvias recientes, el elaborador de Do Ferreiro asegura que estas últimas aguas eran necesarias: “El mes de agosto fue muy seco y había más proporción de pulpa que de mosto, con lo que el agua aligeró la situación. La lluvia antes de vendimia es primordial, de las pocas cosas seguras y medibles en el viñedo, porque mejora los procesos”. Un poco de lluvia antes de vendimiar es oro, agradece Méndez. Pero claro, un poco.