Aparece en cualquier momento y es invasivo. Impredecible, se prolonga en el tiempo y no deja reposar. Hablamos del trauma, y su parte tenebrosa es el estrés postraumático o TEPT. Esta enfermedad de salud mental se desencadena por una situación aterradora y se relaciona con un recuerdo que no puede ser controlado. Es capaz de entrometerse en las actividades cotidianas y retrotrae a ese instante oscuro, aflorando como terrores nocturnos o ataques de pánico.
Suele tener como víctimas a veteranos del ejército o sobrevivientes de agresiones sexuales, por dar dos ejemplos. Y se ha visto que los recuerdos traumáticos funcionan de manera distinta a otros recuerdos. ¿Por qué? Aún no se sabe, pero un grupo de investigadores de la Universidad de Yale y de la Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí se ha propuesto encontrar evidencia empírica de esas diferencias.
El equipo tomó imágenes cerebrales a 28 personas con TEPT mientras escuchaban narraciones grabadas de sus propios recuerdos. Algunos de los recuerdos eran neutros, otros simplemente "tristes" y otros traumáticos. Así, se encontraron claras diferencias en las imágenes cerebrales, según reportaron los investigadores en un artículo publicado el pasado jueves en la revista Nature Neuroscience. Las personas que escucharon los recuerdos tristes, los cuales a menudo involucraban la muerte de un familiar, mostraron un alto grado de activación del hipocampo, la parte del cerebro que organiza y contextualiza los recuerdos.
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Cuando estas mismas personas escucharon sus recuerdos traumáticos —de agresiones sexuales, incendios, tiroteos escolares y atentados terroristas—, el hipocampo no se iluminaba. "Eso nos dice que el cerebro se encuentra en un estado distinto en los dos recuerdos", cavilaba Daniela Schiller, neurocientífica de la Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí y una de las autoras del estudio, al diario estadounidense The New York Times.
Schiller señalaba que el objetivo de las terapias para el TEPT suele ser ayudar a las personas a organizar sus recuerdos. El objetivo, que puedan observarlos de una manera más distante del presente. "Ahora hallamos algo que podría explicarlo en el cerebro: este órgano no parece encontrarse en un estado de recuerdos; parece estar en un estado de experiencia actual", explicaba. Los autores del estudio concluyen, de hecho, que "los recuerdos traumáticos no se experimentan como recuerdos en sí", sino como "fragmentos de eventos anteriores que dominan el momento actual".
Al parecer, los recuerdos traumáticos activaron una zona distinta del cerebro: el giro cingulado posterior, o GCP, el cual suele estar involucrado en el pensamiento dirigido internamente, como la introspección o la ensoñación. Cuanto más graves eran los síntomas de TEPT de la persona, mayor actividad aparecía en el GCP. Lo asombroso del hallazgo es que el GCP no se conoce como una región de la memoria, sino que está involucrado con el "procesamiento de la experiencia interna", tal y como puntualizaba Schiller.
Los hallazgos alimentan una pregunta muy debatida en el campo del trauma: ¿Deberían los médicos animar a las personas con TEPT a exponerse a sus recuerdos más traumáticos? En años recientes, muchos estadounidenses han adoptado tratamientos, como la terapia de exposición prolongada y la terapia de reprocesamiento y desensibilización por movimientos oculares (EMDR, por sus siglas en inglés), los cuales repasan los recuerdos traumáticos con la esperanza de despojarlos de su fuerza destructiva.
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Según Ilan Harpaz-Rotem, uno de los autores del estudio, los nuevos descubrimientos sugirieron que volver a visitar el recuerdo es un elemento crucial del tratamiento. "Se le ayuda al paciente a construir un recuerdo que puede organizarse y consolidarse en el hipocampo", detallaba este profesor de psiquiatría y psicología en la Universidad de Yale.
El experto describió un caso de sus consultas: a un médico del ejército le atormentaba una imagen fragmentaria de su pasado, en la que vendaba frenéticamente la herida de un soldado mientras estaba bajo fuego. En la terapia, al intentar "construir una historia, un recuerdo coherente", el clínico ayudó a la persona a completar los detalles de esa escena, incluido un soldado muerto que yacía cerca, un tiroteo en el fondo y el uso de demasiados vendajes mientras estaba aterrado.
Lo ideal es que estos tratamientos puedan ayudar a transformar el recuerdo traumático en uno que se parezca más a los recuerdos tristes comunes y corrientes, más manejable y menos dañino. "Es como tener una pieza en el lugar donde debe ir. Si puedo acceder a un recuerdo, sé que es un recuerdo. Sé que no me está ocurriendo ahora", reflexionaba el paciente.
Según los profesionales, este descubrimiento es un gran paso adelante, pues los estudios sobre el TEPT siempre se han centrado en la amígdala, el centro de detección del estrés en el cerebro y el hipocampo. Comprobar que estos recuerdos tienen vías diferentes y que no son eso, recuerdos, sino algo que se revive y se experimenta cada vez es crucial para tratar a los afectados. La clave es romper "contexto lineal" y hacerles ver que es algo pasado, que ha terminado.