Tel Aviv es una de las ciudades más modernas y animadas de Israel, donde la historia milenaria se entremezcla con el diseño y la cultura moderna. Se la conoce como la “ciudad sin pausa” por su afanada vida nocturna, pero esta solo es una de las muchas facetas que la caracterizan. Es, además, la segunda localidad más poblada de Israel, después de la capital Jerusalén.
Una de las primeras paradas en la ciudad tiene que ser su centro urbano, llamado la Ciudad Blanca. Esta zona de la ciudad está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y es uno de sus lugares más interesantes: los edificios de esta zona se enmarcan dentro del estilo arquitectónico de la Bauhaus, una escuela de arquitectura alemana que se caracteriza por el funcionalismo, por el uso de formas geométricas limpias y asimetrías. A su norte se encuentra el parque HaYarkon, en la ribera del río Yarkon, y el puerto de Tel Aviv, dos lugares de la ciudad con bastante ambiente nocturno.
La antigua ciudad de Jaffa, al sur de la ciudad, es una urbe con más de tres milenios de historia, es por eso que guarda entre sus callejuelas y edificios auténticos tesoros que narran varios pasajes de la historia de Israel. Entre los monumentos que no se pueden dejar de ver en Jaffa están la Iglesia de San Pedro, que destaca por el rojizo de sus ladrillos; la tumba de Tabita, donde según la Biblia, San Pedro obró el milagro de la resurrección de Tabita; y el colorido mercado de Jaffa, uno de los más pintorescos del país y donde se puede respirar un ambiente tradicional. Otros lugares históricos de obligada visita en la ciudad son las casas de Bialik, de Ben Gurion y de Dizengoff, el antiguo cementerio de la calle Trumpeldor y la casa de Reuven.
Para conocer lo mejor posible toda la historia de Tel Aviv es conveniente visitar alguno de sus mejores museos, como el Museo de Arte de Tel Aviv, donde se pueden encontrar exposiciones sobre las nuevas tendencias y la vanguardia más atrevida, Beit Hatfutsot-Museo del Pueblo Judío, el Centro de Artes Escénicas de Tel Aviv, el Museo de la Diáspora, donde se puede acercar hasta el sobrecogedor movimiento migratorio de los israelitas por todo el mundo, el Teatro Nacional Habima, el Teatro Cameri o el Centro Suzanne Dellal para la Danza y el Teatro.
Floretin es otro barrio situado al sur, que sería como el Soho de Tel Aviv. Es un barrio antiguo y es la parte de la ciudad más pobre. Un paseo por sus calles es bueno para divisar los contrastes con otras zonas de la ciudad. Aunque hay bonitos lugares, como el Mercado Levinsky, donde se pueden encontrar productos griegos, turcos y rumanos.
Neve Tzedek es uno de los distritos más antiguos de Tel Aviv, data de finales del siglo XIX y fue el primer barrio judío fuera de Jaffa. Tiene calles estrechas, mucha arquitectura oriental, galerías, boutiques, tiendas de diseño y restaurantes con patios sombreados que conviene dedicar un rato a disfrutar y pasear.
Por último, hay que dedicar un tiempo a disfrutar de la playa de Tel Aviv. Es una de las playas mediterráneas más extensas, cuenta con un total de 14 kilómetros. La larga extensión de playa de Tel Aviv destaca porque hay tramos para todos los gustos: la playa del Dolphinarium es conocida por los grupos de percusión y bailarines de capoeira; las de Gordon y Aviv son ideales para jugar a voleibol; y la playa Hilton es donde hay más miembros de la comunidad LGBT y la única que tiene un tramo para mascotas.
El viaje no puede culminar sin haber probado los platos más típicos de la gastronomía israelí. Entre sus majares destacan el falafel, una especie de croquetas elaboradas con garbanzos; el hummus de Arbes, que se acompaña de pan pita y en algunos casos de pimentón dulce y ramas de perejil; el pan pita; shakshuka, un plato que consiste en unos huevos cocidos en salsa de tomate picante con varias especias; y el shawarma, una de las comidas rápidas más consumidas del país que se elabora con diferentes tipos de carnes sazonadas y cocidas en un asador vertical que se sirve acompañado de pan pita y verduras.