Quizás nosotros no sabremos dejar propina en Estados Unidos, pero Madison lo que no sabía es que meterse con los españoles genera una ola patriótica que no tardaría en ahogarla en el océano de las críticas de Twitter. Esta mujer es camarera y tuvo la feliz idea de compartir en la red social una fotografía con la cuenta de una mesa que acababa de atender, quejándose de que no le hubiesen dejado la cantidad extra que correspondía.
El sistema de propinas en Estados Unidos no es como el nuestro, puesto que allí es una obligación dejar ese extra al pagar la cuenta y no una deferencia cuando el servicio ha sido correcto o destacable. De hecho, en el país norteamericano el ticket incluye tres porcentajes (normalmente el 15, el 20 y el 25% del total) que son sugerencias para adecuarse a lo establecido. Esto se debe a que los salarios en hostelería son precarios y los empleados los completan con este plus, con lo que dependen de que la clientela afloje la cartera.
"Por Dios, a veces odio a los europeos", escribió la camarera en un tuit, quejándose de que un grupo de clientes españoles había pasado muchas horas en el restaurante donde trabaja y solamente habían dejado una propia de 70 dólares por una cuenta de 700 dólares: "Deberíamos prohibir viajar a los europeos hasta que aprendan cómo hay que comportarse", insistía la mujer, a la que suponemos ajena al marco laboral en Europa que blinda derechos que ella no tiene al otro lado del Atlántico.
Ha eliminado su cuenta
"Mi jefe incluso les ha preguntado cómo había ido el servicio y han dicho que estaban encantados conmigo, entonces les ha explicado que la propina habitual es del 20% y dijeron que estaba de acuerdo, pero se marcharon igualmente", continuó relatando la camarera en una serie de tuits que ahora ya no existen porque ella misma, suponemos que después de haber recibido oleadas de odio, ha eliminado la cuenta:
El tuit superó los 16 millones de visualizaciones, dando la vuelta al mundo y generando todo tipo de reacciones encontradas. Por un lado, otros camareros estadounidenses se solidarizaban con ella y dejaban claro que ese odio a los europeos por las propinas está muy extendido en el país, mientras que otros trataban de explicar que deberían reclamar mejores salarios a sus jefes en vez de cargar contra la clientela.
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