Una de las muchas rutinas que el verano cambia en nuestras vidas es la de andar descalzos. Lo que en otras épocas del año se convierte en algo prohibido para evitar resfriados, ahora es casi una necesidad para combatir el calor. Los pies se enseñan mucho más durante estos meses y prácticamente todo el mundo tiene un par de sandalias en el armario, pero quizás no habíamos caído en la cuenta de que supone un riesgo para nuestra integridad física.
De un tiempo a esta parte se ha empezado a hablar del grounding o earthing, la acción de caminar con los pies descalzos sobre campo o arena para entrar en contacto con la energía de la tierra. Sus defensores explican que todo se trata de un equilibrio entre iones positivos y negativos, sosteniendo que andar sin suelas que interfieran con el terreno natural asegura una absorción de electrones que tiene un efecto antioxidante.
Así, nos dicen que mejoraremos la calidad del sueño, que reduciremos el dolor muscular, tendremos un mejor estado de ánimo y aumentaremos el nivel de energía, además de obtener beneficios sobre el estrés. Sin embargo, de lo que se habla menos es de esos accidentes que sufrimos por dejar a un lado los zapatos y decantarnos por andar descalzos o con chancletas. Golpes que muchas veces acaban en el hospital.
"Duele horrores"
Una de las lesiones derivadas del cambio de vida en el verano, además de las tendinitis por creernos Rafa Nadal a las palas o los esguinces yendo de ruta, es la rotura del quinto dedo del pie, el meñique, al golpearnos con las malvadas patas de los muebles, esquinas o quicios de puerta, entre otras trampas caseras que se frotan las manos cuando nos ven descalzos. El urgenciólogo de Elche, Julio Armas Castro, que también divulga su labor a través de las redes, nos ha mostrado una radiografía de la que ha calificado como la "fractura del verano":
El tuit ha suscitado decenas de interacciones porque, quien más y quien menos, se ha pegado ese clásico golpe aunque no haya terminado en Urgencias, como ha quedado patente:
Y si tienes la suerte de que todavía no te lo has pegado, mira bien por dónde caminas, porque te llegará cuando menos te lo esperas.