"El rey ha muerto". La muerte de Viserys el pacífico y sus últimas palabras, escuchadas por Alicent, han partido los Siete Reinos por la mitad. El consejo verde ha elegido al nuevo monarca de Poniente y legitimó su coronación ante el pueblo en Desembarco del Rey. Un rápido plan puesto en marcha antes de darle sepultura al difunto monarca y de que la noticia volara hasta Rhaenyra.
El penúltimo episodio de esta temporada de La casa del dragón la acción transcurre en pocas horas y funciona un thriller de conspiraciones, porque como dice George R.R. Martin en Fuego y sangre: "esta fue una guerra caracterizada por el sigilo, el asesinato y la traición. Una conflagración librada entre las sombras, en escaleras, cámaras del consejo y patios de armas, con puñales, mentiras y venenos".
La Danza de los dragones aún está en ciernes, pero ya se ha cobrado las primeras víctimas oficiales (sin contar los plebeyos de la escena final) con dos hombres honorables y fieles a Rhaenyra: Lord Beesbury, ejecutado de un golpe brutal por Criston Cole, y Lord Caswell, que le había recordado su lealtad a la princesa en el episodio anterior, y que fue ejecutado por traición al intentar escapar de la Fortaleza Roja.
Una conspiración fraguada hace tiempo
Este ha sido un episodio clave para Alicent, en el que ha tenido un despertar a la fuerza que le ha permitido ver a Otto Hightower tal como es, alguien que nunca ha velado por su interés como padre, y que simplemente la ha utilizado desde los 16 años como una pieza más de su tablero de ambiciones personales.
"Podemos proceder sabiendo que bendecía nuestros planes"
La reina sabe lo oportunista y conveniente que suena su versión de los hechos sobre el último deseo de Viserys, pero para su sorpresa, su temor a ser cuestionada por la veracidad de su afirmación rápidamente se transforma en perplejidad al descubrir que el consejo (parte de él) llevaba años tramando a sus espaldas una conspiración para colocar a su hijo en el trono en cuanto muriera Viserys.
Y parte del plan es pasar por la espada a cualquiera que no esté dispuesto a jurar su lealtad ante el nuevo rey de forma inmediata. El primero en caer es el consejero de la moneda. Y se reconoce sin pudor que Rhaenyra y los suyos seguirán este mismo destino si no hincan su rodilla ante el nuevo rey, ante una horrorizada Alicent que aún no contempla esa drástica decisión en sus planes.
Rey a la fuga
Alicent tiene la esperanza de influir en su hijo para que desoiga los consejos de su abuelo y no se convierta en un tirano, por lo que para ella el futuro de los Siete Reinos depende de que Criston Cole y Aemond encuentren al futuro rey Aegon antes que los enviados de su padre.
La búsqueda del rey fugitivo nos lleva a los bajos y crueles mundos de Desembarco donde explotan a niños como fuente de entretenimiento de todo tipo para quien esté dispuesto a pagar. Un espectáculo al que es asiduo Aegon, tal como se lo confirma su guardia real, a su hermano gemelo. Arrik y Errik, los enviados de Otto representan en este episodio la división del reino y, por tanto, podrían haber sido mejor introducidos previamente y no con un par de diálogos en los que alguien los confundía en un pasillo.
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"Debisteis reinar"
Alicent y Rhaenys han sido las protagonistas de este penúltimo episodio. Lo han sido por separado, pero también en la escena en la que pudimos disfrutar de ambas. Tener recluida a Rhaenys en contra de su voluntad no es una actitud pacífica por naturaleza, pero Alicent le explica su porqué de forma honesta y le demuestra respeto al decirle que fue ella quien debió reinar en lugar de Viserys.
"Seguís al servicio de los hombres. Vuestro padre, esposo, hijo... no deseáis ser libre, solo abrir una ventana en vuestra prisión. ¿Acaso jamás os habéis imaginado en el Trono de Hierro?"
Sin embargo, la frase más significativa, la que nos permite entender más y mejor la forma de obrar de Alicent, es "No gobernamos, pero guiamos a quienes lo hacen". Alicent acepta que su poder es limitado y cree que depende de los hombres a su alrededor para que consigan cosas por ella, así que intenta complacerlos a todos, diciéndoles lo que quieren escuchar. O enseñando sus pies descalzos al fetichista y manipulador Larys Strong, que ahora se ganará los favores de padre e hija, mientras los separa más, y sigue velando solo por su propio interés.
La corona del Conquistador
Si no podéis distinguir a los gemelos Corgyll no es culpa vuestra, la serie podía haberlo hecho mejor, pero en definitiva, sabemos que uno se queda al servicio de Aegon, el segundo de su nombre, y el otro, el que ayuda a escapar a Rhaenys, se unirá al bando de Rhaenyra. La que no pudo reinar se pone la capucha de la invisibilidad de Desembarco, pero se ve obligada a separarse de su guía cuando la multitud la arrastra hasta el acto de coronación del nuevo rey.
Aegon ha vivido en un mundo de privilegios, ha violado a sirvientas, a su esposa (y hermana) cuando iba borracho, tiene varios hijos bastardos y abandonados por la ciudad, y se ha entretenido viendo a niños explotados física, psicológica y sexualmente. No hay nada que lo redima. Y no es esa la intención de la serie, pero se expone una de las razones que lo ha hecho ser como es: le ha calado saber que es el único primogénito varón de la historia de Poniente que no ha sido nombrado heredero por su padre y rey.
Aunque su madre le recordaba que algún día se sentaría en el Trono de Hierro, él nunca sintió que ese fuera el deseo del rey, por lo tanto, no era el suyo. A diferencia de Aemond, que se ha entrenado, estudiado y crecido a su sombra esperando que algún día le llegue la oportunidad.
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La bestia debajo de las tablas
La escena de coronación fue imponente con todo el protocolo performativo de legitimidad y la simbología Targaryen culminada con la corona de Aegon el Conquistador. El nuevo rey se mostró dubitativo hasta que sintió los vítores de los miles de personas que se congregaron para su investidura, y cuando parecía que ese era el final del episodio, apareció la bestia que anunció Helaena en la escena en su habitación, en una de sus habituales profecías.
Meleys, la dragona de Rhaenys, a la que fue a buscar durante la ceremonia, aprovechando que la multitud y la casualidad, para su satisfacción, la habían arrastrado hasta Pozo de Dragón. Nos quedamos con ganas de que gritara ¡Dracarys! y acabara de una vez con los verdes, pero de haberlo hecho también se acabaría la serie. Podríamos suponer que se conmovió al ver que Alicent protegía a su hijo con su cuerpo, pero especulaciones aparte, la realidad es que esta no es su batalla.
Es la de Rhaenyra, y comienza en el próximo episodio, el final de una magnífica primera temporada de La casa del dragón.
Promo del final de temporada
'La casa del dragón' está disponible en HBO Max.