Como diría Cyndi Lauper, las chicas sólo quieren divertirse. El séptimo episodio de The Last of Us cuenta, simplemente, la noche de dos jóvenes disfrutando de la diversión que les ofrece un centro comercial. El mundo roto que les rodea no es tan importante durante un capítulo muy especial que muestra una relación humana y creíble entre Riley y Ellie. Al menos, hasta los últimos instantes, que suponen la muerte para la primera, y el inicio de una nueva para la segunda.
La secuencia en la que Riley enciende el generador y el recinto abandonado se ilumina ante la maravillada mirada de Ellie actúa como reflejo de lo que es este episodio. Un interruptor de encendido que alumbra una serie oscura en la que esa equivalencia suele funcionar al revés.
Se da la vuelta a todos estos capítulos en los que los momentos más ligeros ayudaban a sobrellevar lo sombrío de la trama, que tiende a ser la tónica. En cualquier caso, sea en la proporción que sea, a la obra creada por Neil Druckmann le gustan los contrastes.
Ese fulgor se sostiene en el vínculo entre las dos huérfanas y en los momentos que comparten. Su dinámica es cautivadora y engancha. Tanto sus vaciles y piques como los momentos en los que el cariño es protagonista. La actuación de Bella Ramsey muestra una nueva capa de su personaje.
Su desesperación, tanto al creerse infectada como mientras busca productos médicos para Joel, en paralelo a la dulzura y el aspecto cómico de otras escenas, vaticinan más de un premio para la actriz. Todo ello se ve potenciado gracias a la química que exhibe con su compañera, Storm Reid.
Le ayuda, eso sí, otro que sabe mucho de premios: la música compuesta por Gustavo Santaolalla, con su fuerza y minimalismo, gana en este capítulo más peso y contundencia. El ganador de dos Óscar es el responsable invisible detrás de las lágrimas que está recaudando esta historia..
No es del todo casualidad que Left Behind, el capítulo extra del juego que la serie recrea en este episodio, se estrenara originalmente en San Valentín. Las dos jóvenes viven una historia romántica durante su reencuentro. Su amor nace de su amistad, lo que les dificulta dar el paso.
Un internado gris
Antes de que Riley vuelva al internado de Bostón para despedirse de Ellie, hay tiempo para ver cómo era la vida de la joven inmune antes de conocer a Marlene, Joel y el resto de personajes que la serie ha ido presentando. Sus días en este colegio militar no parecían los más felices. Y menos después de que su mejor amiga se escapara.
Esta visión sirve también para conocer el lado más humano de FEDRA, la organización que controla la ciudad. El Capitán Kwong sólo quiere lo mejor para Ellie y para los ciudadanos, aunque los métodos de este ejército gubernamental sean represivos y se ganen el odio de aquellas personas que quieren proteger.
Una vez Riley regresa todo cambia. La joven, que recientemente se ha unido a los Luciérnagas, ha preparado un plan nocturno para despedirse de su amiga e interés amoroso. Su noche pasa por lo que ella llama "las cuatro maravillas del centro comercial".
Ese programa de visitas en el recinto clausurado consiste en varios elementos que a día de hoy y a ojos del espectador, pueden parecer cotidianos. Para dos chicas que no han conocido nada más que la zona de cuarentena, es el paraíso.
La escena en el tiovivo entra por los ojos gracias a la ternura con la que la directora Liza Johnson plasma esa escena. Los instantes de afecto que viven ambas, antes de que el carrusel se apague tras prestar sus últimos servicios, la colocan como una de las más bellas de una serie que había puesto el listón alto.
Previamente, habían encontrado algo de alcohol, lo que permite que ambas se deshiniban y muestren su lado más rebelde. Aunque no les hacía falta para disfrutar de la distracción de un fotomatón. Ni tampoco del entretenimiento de unas escaleras mecánicas en funcionamiento mientras suena Take On Me de A-ha, una canción con un significado especial en The Last of Us.
No podían faltar los chistes malos, ya marca de la casa. Claro que cuando realmente acaban maravilladas es cuando juegan a una máquina arcade de Mortal Kombat II. El desahogo que ofrece el mítico juego de lucha es, ante dos jóvenes como ellas, un milagro.
Entre todas estas "maravillas", Ellie y Riley se cruzan palabras y, sobre todo, miradas, que indican que hay un interés romántico mutuo. Uno que, tras un baile en una tienda de disfraces, pueden disfrutar brevemente antes de que un infectado convierta su alegría en desesperanza. El beso entre ellas es una ilusión con fecha de caducidad.
Los que quedan atrás
Cuando Riley acude a ver a Ellie lo hace sin querer abandonarla. Había intentado que Marlene, la líder de los Luciérnagas, la dejara llevarla junto a ella a un nuevo asentamiento. Y, cuando su amiga se lo pide, acepta quedarse.
Es un dilema similar el que afronta Ellie. Con Joel herido debe tomar una decisión: escapar y salvar su vida o intentar ayudar a la persona que ha estado cuidando de ella y que se ha convertido en una figura paterna y un tutor.
Es su elección, la de hacerse cargo de Joel, el punto central sobre el que gira toda la obra. Que la persona protegida pase a ser la que protege y viceversa. El cambio de rol que había ido avanzando gradualmente, aquí realiza un salto de longitud.
Con Riley no tuvo capacidad de elegir. Su amiga, junto a la que paleaba una nueva vida, también acabó mordida y, en su caso, infectada. Así que tuvo que decirle adiós. Mientras ella, inmune, pudo seguir adelante, Riley se quedó atrás. De sus últimas conversaciones, Ellie aprendió a luchar por cada segundo que pueda pasar junto a la persona a la que quiera. Por eso optan por ponerse "poéticas" y "perder la cabeza juntas" y no por la salida rápida que hubiera sido acabar con sus propias vidas.
Es un recuerdo doloroso para ella, como demuestra el hecho de que mintiera en episodios previos cuando contó a Joel y Tess que un infectado la mordió tras colarse "sola" en el centro comercial. Tampoco quiso hablar con el contrabandista de aquella primera vez que mató a alguien, que, según se entiende de este episodio, fue la persona a la que amaba.
'The Last of Us' se puede ver en HBO Max.