El milagro de 'Nano': lo daban por muerto cuando lo aplastó una apisonadora de 5.000 kg. y ha resucitado
Joaquín Perales, abogado de Aureliano Hidalgo, logra 500.000 euros de indemnización para su cliente, por perder una pierna, por la falta de medidas de seguridad en la construcción de una balsa de riego en Granada.
18 julio, 2024 02:27Aureliano sufrió un accidente laboral de tal magnitud que en un solo segundo, se vio obligado a elegir entre salvar su pellejo o que una apisonadora de más de 5.000 kilos le rebanara una pierna. La decisión que tomó está clara porque sigue vivo para contarlo todo en una entrevista con EL ESPAÑOL donde demuestra ser un ejemplo de abnegación, valentía y superación ante las duras adversidades que a veces plantea la vida.
"Pasé dos días en coma, trece días en la UCI y los médicos le dijeron a mi familia que no me esperasen. Toda la gente dice que soy un milagro", reflexiona Aureliano Hidalgo Hernández, de 62 años, y al que todos conocen en Cogollos de Guadix como 'Nano', al igual que a su padre y a su abuelo.
Aquel siniestro laboral se produjo el 13 de octubre de 2021 y ahora le han indemnizado con 500.000 euros, por haber sufrido una amputación transfemoral de su pierna izquierda. El acuerdo indemnizatorio ha sido asumido por las aseguradoras de las dos empresas responsables de la ejecución de la balsa de riego, donde Nano se ocupaba de los trabajos de compactación. Todo ello, a pesar de que aún no se ha celebrado el juicio, por un delito contra los derechos de los trabajadores, debido a que la apisonadora volcó por la supuesta falta de medidas de seguridad.
"Está claro que ese dinero no me devuelve mi calidad vida", sentencia este sexagenario, tras quedar postrado en una silla de ruedas de la que trata de no depender, acudiendo todas las semanas a rehabilitación, para seguir fortaleciendo su pierna derecha y aprender a caminar con muletas y una prótesis. "Creo que tengo una gran fuerza mental y por eso sigo aquí".
Nano no exagera con sus afirmaciones porque en el Hospital FREMAP Majadahonda donde permaneció ingresado durante un año y medio, "solía visitar a otros pacientes" que habían sufrido lesiones por accidentes de tráfico, percances laborales o caídas en altura, con el objetivo de levantar el ánimo de las personas que acababan de ingresar.
"A los pocos meses de estar hospitalizado, me decían las enfermeras que fuese a ver a otros ingresados para que se motivasen, al ver que el que daba ánimos estaba peor que ellos: en silla de ruedas, sin una pierna, lleno de heridas...", apunta con nostalgia por la amistad que entabló con algunos de esos pacientes. "Traté de animarles y sé que me recuerdan".
Este granadino acababa de perder una pierna, pero ayudó a otros pacientes empujado por su espíritu "dinámico" y el ADN de "buscavidas" que afirma atesorar, ya que mucho antes de sobrevivir a una apisonadora también le pasó por encima la crisis del ladrillo y siguió adelante, a pesar de que los impagos que sufrió en las certificaciones de unos inmuebles, se llevaron por delante Construcciones Aureliano SL: la empresa que con tanto esfuerzo levantó, tras décadas trabajando en todo lo que se le ponía por delante para que no les faltase de nada a sus dos queridos hijos.
"Mi hijo mayor también es Nano", apunta orgulloso, por haber continuado con una saga familiar moldeada al calor del horno de una panadería de Granada. "Mis padres eran panaderos, pero a mí no me gustaba trabajar de noche", admite. De modo que antes de ganarse la vida manejando maquinaria pesada, ya se había curtido en el mercado laboral, currando en todo tipo de oficios tanto en España como en el extranjero: "He trabajado en la hostelería en Suiza; he recogido uva en Francia; he alquilado hamacas a las guiris en Roquetas de Mar; he llevado el mantenimiento de las piscinas de los Hoteles Playa, lo que me permitió aprender el oficio de fontanero con 23 años...".
Aureliano pertenece a una generación que aprendía de forma autodidacta sin YouTube de por medio. "Soy un hombre predispuesto al uso de maquinaria". De modo que fue adquiriendo experiencia en el manejo de retroexcavadoras, grúas, cubas, tractores, apisonadoras… En 2021, un amigo le ofreció trabajo en su empresa, y una vez más, aceptó el curro, como siempre hizo a lo largo de su vida: unas veces de jefe, otras de operario o de lo que hiciera falta. "El accidente lo sufrí cuando no llevaba ni un mes trabajando en la empresa".
- ¿Qué estaba haciendo el día del siniestro laboral?
- Aureliano Hidalgo Hernández: Estábamos construyendo balsas para contención de agua. En concreto, una para una comunidad de regantes. Mi trabajo consistía en regar los bordes de la balsa con una cuba y luego pasaba con la apisonadora para compactar el talud. El accidente se produjo en Lugros cuando solo habíamos ejecutado un tercio del proyecto.
Aquel dichoso 13 de octubre era un día de tajo que empezó con la rutina de siempre en Lugros: un pueblecito al norte de Sierra Nevada. Nano arrancó la jornada comprobando el estado de la maquinaria pesada que iba a usar: testó los niveles de aceite de la cuba y del rulo, calentó sus motores... La profesionalidad demostrada por Aureliano, contrasta con un dato sobre el que pone el acento un informe de la Inspección de Trabajo: la zona que tenía que compactar no estaba bien señalizada y eso supuestamente provocó que la apisonadora se precipitara al vacío por un talud, saliendo despedido este padre de familia.
- ¿Qué recuerda del accidente?
- Aureliano Hidalgo: Era la segunda vez que conducía el rulo. Estaba compactando el terreno de la balsa. En la última vuelta, se me desplazó la apisonadora hacia el talud porque yo iba marcha atrás y no había marcadores para señalizar la curva. Como la máquina lleva un rulo y una fuerza motriz con dos ruedas, le di al botón para quitar el movimiento de vibración, para ver si las ruedas subían la pendiente, pero no recuperé el control. De forma que caí y empecé a dar vueltas de campana dentro de la apisonadora.
Se suele decir que cuesta abajo, hasta las piedras ruedan, pues imagínese un cacharro que pesa de 5.000 a 7.000 kilos. En una de esas vueltas salí expulsado. Yo recuerdo verme tirado en mitad del talud y el rulo de hierro a menos de cincuenta centímetros de mi pecho. No sé si fue por la adrenalina porque logré moverme, pero el rulo seguía dando vueltas y me cortó la pierna izquierda desde la rodilla. También me aplastó la pierna derecha.
En su juventud, Nano no terminó el servicio militar por una deficiencia auditiva, pero ese día sacó a relucir todo lo que había aprendido en Infantería de Marina en Cartagena para sobrevivir porque estaba solo y al final de un talud con una pendiente de siete metros: "Logré llegar a una zona plana arrastrándome. Me miré la pierna izquierda y la tenía totalmente suelta dentro del pantalón: salía sangre a chorros. Así que me quité el cordón de la bota derecha para hacerme un torniquete". Tal maniobra de primeros auxilios fue crucial para detener la hemorragia.
- ¿No perdió el conocimiento tras sufrir una amputación?
- No señor.
- ¿Y cómo salió de allí sin poder andar?
- Estaba solo al final del talud porque un compañero se marchó a llenar la cuba de agua y los otros estaban moviendo tierra. Pensé que el móvil lo había roto la apisonadora, pero no sé si será por la providencia divina porque estaba vivo y con dos rayas de cobertura en medio del campo. Llamé a mi jefe y por no asustarle mucho le dije: 'Me he caído con el 'torillo', estoy en el talud'. Cuando bajaron mis compañeros, se pusieron peor que yo y les tuve que animar porque la cosa estaba dramática: '¡Vamos para arriba!'
Me cogieron en volandas mientras yo llevaba con una mano mi pierna. La tierra estaba movida, íbamos un paso para adelante y dos para atrás, hasta que logramos subir los 7 metros del talud de la balsa. Un helicóptero me trasladó al Hospital de Guadix porque era el más cercano. Allí llamé a mi hijo, le engañé sobre lo sucedido para no asustar a mi mujer. Cuando me estabilizaron, me evacuaron al PTS de Granada y al llegar a urgencias empecé a ver una especie de pompas de jabón y perdí el conocimiento.
Nano tenía menos rayas de cobertura vital que su móvil, a causa de las graves lesiones que padecía tras despeñarse por un talud y ser aplastado por el rulo de una apisonadora. De forma que acabó siendo evacuado a la UCI del Hospital San Cecilio en el Parque Tecnológico de la Salud (PTS) de la capital nazarí. "Al salir de la operación, los médicos le dijeron a mi familia que no contasen conmigo. Soy un milagro", insiste con vehemencia.
Como la cosa va de milagros, el siguiente se ha producido en el ámbito judicial, de la mano de Joaquín Perales, abogado de Aureliano. "Ha sido un asunto complejo, debido a que tras la intervención de la Inspección de Trabajo con una sanción para las dos empresas por no cumplir con las medidas de seguridad pertinentes, el procedimiento penal sólo se inició después de nuestra denuncia", tal y como resume este letrado experto en accidentes laborales, siniestros viales y litigios sanitarios.
"Después de volcar la apisonadora, mi cliente sufrió la amputación de una pierna, con posterior reconocimiento de su incapacidad permanente absoluta, y tras la tramitación de ese procedimiento penal, se ha podido alcanzar un acuerdo indemnizatorio de 500.000 euros en concepto de daños personales y morales", según prosigue detallando Joaquín Perales.
La clave de este cuantioso acuerdo económico se debe al contenido del informe de la Inspección de Trabajo: "Como solicitamos diligencias de prueba, con la remisión del expediente sancionador de Trabajo, resultó acreditada la falta de medidas de seguridad por parte de la empresa ejecutora de las obras y la empresa subcontratista. Los representantes legales de las empresas pretendían exonerarse de toda responsabilidad con sus declaraciones, pero el informe del inspector era taxativo".
Basta este párrafo como ejemplo de las infracciones laborales imputables a los dueños de esas empresas ante el juez: "Se comprueba que el empresario ha incumplido con el deber de protección de su trabajador frente a los riesgos laborales, al no disponer de una señalización, visible en el perímetro de la zona de construcción de la balsa de riego que delimitara una zona de seguridad al borde del talud, perímetro por donde circulaba un trabajador accidentado con el tractor [apisonadora]".
- ¿Qué pasará con el proceso en los juzgados de lo Penal?
- Joaquín Perales: Nos hemos apartado del procedimiento, si bien el mismo seguirá su curso por el presunto delito contra los derechos de los trabajadores porque continuará interviniendo el Ministerio Público, pero lo más probable es que una vez retirada la acusación particular que ejercemos, los acusados podrán alcanzar un acuerdo con la Fiscalía.
Los 500.000 euros de indemnización le permitirán a Nano acometer fuertes obras en su casa para adaptarla a su silla de ruedas y también construirá una piscina para seguir machacándose con la rehabilitación, para ganar movilidad. "Estoy tratando de llegar a andar solo con la ayuda de las muletas y de la prótesis". El bueno de Aureliano sigue sin perder su talante "activo", el mismo que le hizo convertirse en el primer vecino de Cogollos de Guadix que montó un invernadero para cultivar pimientos, participar en batidas de caza de jabalís y ciervos y empezar a cuidar a caballos sobre los que era capaz de ponerse en pie sobre su lomo.
- ¿Todavía padece el llamado síndrome del miembro fantasma?
- Aureliano Hidalgo: El cerebro me sigue transmitiendo lo mismo, aunque yo intento decirle a mi subconsciente que no tengo pierna. Muchas veces noto los dedos y quiero rascarme la rodilla. Son cosas que no te explicas.
- ¿Qué le dicen su mujer y sus hijos?
- No hablamos del accidente. Eso es pasado. Estoy superfeliz con ellos, abrigado con mi familia y mi forma de ser me mantiene activo. Todos los días me voy a mi taller para ponerme con mis herramientas y seguir haciendo cosas. Yo veo a los jóvenes de hoy que están perdidos y no tienen espíritu de conseguir nada. Pero en la vida, si quieres, puedes.