Los 70 pueblos olvidados de la DANA: Albal "es un cementerio" y en Beniparrell "ha llegado el Ejército tras una semana"
- Las comunidades más allá de la zona cero siguen afectadas y no pueden recuparse con el trabajo de los vecinos o los pocos voluntarios que llegan.
- Más información: 'Estado de sitio' en la zona cero de la DANA: 24 horas en la calle rodeados de Policía y seguridad privada frente a los saqueos
Las atroces consecuencias del paso de la DANA, tienen su reflejo en los números regiones en las que ha estado presente. La zona cero es el epicentro de la tormenta, el culmen de la catástrofe. Sin embargo, hay pueblos que parecen haber caído en el olvido. Paiporta, Benetússer, Massanassa, Alfafar, Sedaví…, son algunos de los más afectados, de los que más ayuda necesitan, y los más visibilizados. Mientras que las imágenes y videos de las localidades devastadas se repiten en los medios de comunicación y en las redes sociales, algunos pequeños núcleos quedan a la sombra de la cobertura mediática. Alejados del foco, ¿qué pasa con estos pueblos?
Los daños ocasionados por el agua, el fango y todo lo que arrastraba a su paso, no ha tenido el mismo impacto en todos lados, claro está. La ayuda institucional, por su parte, ha llegado como manifiestan los vecinos: "Tarde". Aun así, la solidaridad social ha roto con pensamientos políticos, etnias, orientaciones, fronteras…, movilizando un flujo de voluntarios que acuden a las zonas afectadas para ayudar con lo que puedan. Los residentes junto a los voluntarios han sido el motor principal para sacar a Valencia de la catástrofe, todavía más en aquellas localidades en las que la maquinaria pesada o los cuerpos especializados escaseaban, o lo siguen haciendo.
Nueve días después del cataclismo, los avances son notorios. Cada vez las calles son más transitables en la zona cero, en las que un desfile de vehículos preparados han agilizado las labores de rehabilitación y limpieza; aunque quede mucho trabajo. Otros pueblos "menos afectados" no han podido recibir ese tipo de ayuda, pues sus vecinos la exigían con más necesidad. Algunos residentes de estas zonas prefieren verlo con un lado positivo: "Nos hemos apañado como hemos podido".
¿Pueblos olvidados?
A pocos kilómetros de la zona cero se encuentran algunos municipios que también han sido dañados por las lluvias torrenciales, unos 70 aproximadamente sin contar los principales. Aunque no son la distopía que parece el "área del apocalipsis", sin el apoyo correspondiente, muchos de ellos tendrán una recuperación más tardía, si no la están teniendo ya.
En las calles de Beniparrell, un pueblo a tan solo siete kilómetros de Paiporta, se pueden apreciar las señales que dejó la DANA, "pero ya estamos bien", declara una vecina. "Obviamente no es la catástrofe de la zona cero, pero el 95% del pueblo ha sido afectado", explica su alcalde, Voro Masaroca. Más de una semana después de la abundante agua, la localidad parece estar volviendo a la normalidad. No hay muchos escombros ni barro, pero todo tiene una explicación: "Hemos hecho todo el pueblo nosotros".
La maquinaria que ha limpiado sus calles ha sido contratada y gestionada desde el ayuntamiento, todos los escombros y pertenencias embarradas ya están en el vertedero, y ahora esperan el baldeo de las calles para una recuperación casi completa. La situación es muy diferente en los polígonos. Beniparrell es una localidad de tan solo 2.000 habitantes, pero tiene cinco áreas empresariales que lo rodean. En estas partes, las vías son intransitables todavía, el lodo llega casi a las rodillas y la devastación es bastante considerable.
"No tenemos acceso porque no hay maquinaria", dice Masaroca. Nueve días tras la tormenta, este jueves ha sido la primera vez que recibe ayuda militar. Tres camiones, junto a un pelotón de efectivos han empezado a operar en esta zona industrial, les quedan otras cuatro. "Todavía necesitamos más vehículos, en estos polígonos vienen a trabajar más de tres mil personas de fuera del pueblo, y no tenemos cómo abrirlos.
Un poco más abajo se encuentran los municipios de Picassent, Silla y Alcàsser que como han expresado los lugareños: "Se han salvado". A su lado están Almussafes y Benifaió, que si en sus calles parece que no ha pasado nada, su zona industrial sí se puede quejar; menos que Beniparrell, y mucho menos que la zona cero.
El desastre de Algemesí y Albal
Las inundaciones arrasaron casas, comercios, y todo lo que estuviera en su camino, daños que necesitan arreglos; pero las soluciones llegan con cuentagotas o directamente no llegan. Algo parecido ha pasado en estas localidades. Algemesí, bastante retirada de la zona cero, podría ser otro de los focos de impacto en los que la tormenta tuvo más repercusión.
El pueblo que se encuentra en pésimas condiciones, continúa con su recuperación. Sus calles llenas de barro no están tan llenas de voluntarios ni fuerzas de emergencia como lo están en los barrios más afectados, pese a que su estado es igual o peor; salvo Paiporta. Que no sean tan abundantes no significa que sean inexistentes. "Venimos desde Alicante para colaborar", mencionan unos jóvenes. De hecho, una de las lugareñas cuenta que en Algemesí quieren hacer un monumento de agradecimiento a los voluntarios."Han salvado al pueblo", resalta.
La presencia militar y de fuerzas especiales también se puede apreciar, solo que están repartidos en el principal centro de recogida, puntos de accesos y las vías más afectadas. La mayoría del pueblo está ocupado por sus residentes que intentan volver a la normalidad de sus vidas, voluntarios altruistas y vehículos de empresas y particulares que retiran coches siniestrados y multitud de desperdicios. "La presencia militar es más bien escasa, hay cuatro de ellos" dice Vicente, un residente de la localidad.
A diferencia de Algemesí, Albal sí que se encuentra en la zona cero, entre otros como Picanya; solo que no se muestra muchos de ellos. A tan solo cinco kilómetros de Paiporta, Albal se convierte en su hermano pequeño. No por la cercanía, más bien por las condiciones lúgubres y asoladas en las que se encuentra. "Esto parecía un cementerio hace dos días", destaca un vecino de la zona.
Casas derruidas enteras, calles sin empezar a limpiar, capas y capas de barro, agua tibia hasta las rodillas, es la realidad a la que se enfrenta su población más de una semana después de la DANA. El panorama es serio, la organización no es uno de los puntos fuertes de Albal, pero así lo exige las circunstancias. Los puntos de recogida y suministro, más que casitas y puestos de atención, son cajas de cartones postradas sobre el lodo que traen las furgonetas desde fuera. A su vez, han conseguido formar un centro de desaparecidos, ya que hay bastantes residentes sin encontrar. Las fuerzas especializadas empiezan a llegar, aunque bastante tarde, los vecinos de Albal ya están acostumbrados al lado y la destrucción.
Municipios como L’Alcúdia, fueron alcanzados por las lluvias torrenciales. El azote, aunque en menor medida, dejó huella en sus ciudadanos y sus paseos. Nueves días tras la tormenta, sus avenidas y aceras son perfectamente transitables, y todo se debe a sus ciudadanos. "La cosa estuvo mal en los primeros días, pero aquí hay mucha gente con tractores que pudieron limpiar, no es que no necesitáramos ayuda, es que éramos nosotros mismos", declara Andreu, un joven de allí.
La magnitud y potencia de la DANA ha sido exuberante. Desafortunadamente unos pueblos han sido los claros perdedores, pero los afectados llegan hasta 75 municipios. Las respuestas ante la catástrofe tienen que atender a la realidad de cada comunidad. Las poblaciones más allá de la zona cero también tienen su propia voz, aunque no suene tanto, suena: "Seguimos necesitando ayuda".