Infiltrados en los canales de Telegram que te llevan droga en 20 minutos: "A mí me estafaron, cuidado"
Los servicios de mensajería como Telegram han facilitado el acceso a estupefacientes, que se pueden comprar a todas horas en cualquier parte.
30 diciembre, 2023 02:22La lista es inmensa. Hay cannabis de varios tipos y en diferentes formatos. La cocaína se puede conseguir procedente de Colombia o de Perú y la cantidad puede variar de uno a 50 gramos. También hay speed, MDMA, pastillas o LSD, por nombrar algunas de las más solicitadas. Yendo a sustancias en boga, se podría adquirir ketamina, tusibí o un gran arsenal de mefedrona, ligada a las famosas fiestas de chemsex, bacanales de sexo impulsadas por el consumo de estupefacientes.
Destacan, además, las opciones alejadas de lo lúdico -según se mire- como viagra, actavis (un jarabe contra la disfunción eréctil), calmantes como el promethazine, somníferos como el zolpidem y ansiolíticos como diazepam, lorazepam o alprazolam. Por unos precios que van desde los cinco euros por pastilla a los 80 por gramo, todo este ramillete de drogas puede ser expedido y consumido en un ejercicio tan sencillo como el de pedir unas pizzas para cenar.
El sistema es muy similar: un canal de Telegram o Whatsapp, un intercambio económico y un reparto en mano al rato, 24 horas al día. En el argot del mundillo ya se les conoce como 'Telecoca' y son uno de los métodos actuales para conseguir productos ilícitos. "Es alucinante. Tú escribes a un número, le dices tu nombre, lo que quieres, dónde estás y cómo vas vestido. En 20 minutos, lo tienes", resume un usuario ocasional a EL ESPAÑOL.
"Y siempre que lo he usado te lo trae gente muy bien vestida, generalmente latinoamericana, que te contacta un rato antes a tu móvil y te lo da sin líos", describe: "Es magia". Este cliente narra su experiencia con un contacto de Whatsapp que, a la postre, funciona como una centralita del trapicheo. Tiene una ventaja y una desventaja: a favor, puede pagarse al contado; en contra: su límite es el centro de Madrid. Lo más común, no obstante, es que la comunicación sea vía Telegram. En esta aplicación -más encriptada y con tentáculos en casi cualquier punto de España- el horizonte se amplía.
Poniendo el nombre de una ciudad como la mencionada o de otras como Barcelona, Sevilla o Valencia -por poner algunos ejemplos significativos- con el sufijo 'coca', aparecen diversos canales cuyo panel de conversación emite inmediatamente imágenes con un abanico de drogas disponibles. Se nutren con dudas de algunos usuarios sobre cómo y dónde pedirlas: "¿Podrías traer dos gramos al Raval?", ¿Tenéis 'eme' para la zona de la Alameda?", preguntan algunos. La respuesta suele ser afirmativa y va acompañada de las instrucciones de pago.
Suelen funcionar de la misma manera, independientemente del título del canal. El camello necesita una transferencia por métodos como PayPal, tarjetas de prepago como Steam, criptomonedas como Bitcoin o Ethereum e incluso cuentas 'monedero' como Revolut. Este es el modo que elige el reportero para solicitar un gramo de MDMA, lo más barato de la carta. Son 35 euros y no hay ningún inconveniente en acudir al límite norte de Madrid, a unos cuantos kilómetros de la Puerta del Sol, centro neurálgico de la urbe.
"Haz el ingreso y pasa el recibo", ordena. Ante la enumeración clara de la compra -un gramo, MDMA, 35 euros, una dirección concreta-, llegan los problemas. "Ah, es sólo un gramo, eso no se puede", objeta. "Bueno, al no saber nada y ser tu primera vez, lo llevo, pero que sepas que es a partir de dos". Hecho el envío a un número con titularidad ucraniana, surgen nuevos inconvenientes: "No es coca, imposible un gramo", repite, indicando que en este caso serían 80 euros. Ya tiene el dinero, pero sigue negándose a llevarlo y no devuelve el pago: en cuestión de segundos, bloquea la cuenta y desaparece. Ha sido un timo.
Más adelante, e indagando un poco más en este tipo de servicios, se descubren avisos como este: "Di no a la estafa. Únete a este canal para una adecuada y buena atención al cliente. Tenemos pureza colombiana de la mejor calidad disponible en cualquier momento. Pureza 97%. Siga las indicaciones para hacer el pedido". Al parecer, las alarmas por estas fórmulas no son ya debido a su venta de sustancias ilícitas, sino al posible medio de engañar a cambio del deseo del consumidor, como ocurre en otros ámbitos como la reserva de alojamientos, de vuelos o de entradas a conciertos.
Tal y como cuenta Ibon Domínguez, portavoz de JUPOL, el principal sindicato de la Policía, estas estrategias para repartir droga no son tan recientes. Muchos canales han irrumpido al abrigo de la pandemia, de los avances tecnológicos y de las nuevas formas de transporte. El progreso en la mensajería desde el teléfono móvil y en las opciones para moverse de un lado a otro -con la expansión de las bicicletas con motor o de los patinetes- se mezcló con un confinamiento donde primaba el take away. Lo asistencial suplió a lo presencial.
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Y eso hizo que el menudeo viajara en los frigoríficos de los riders o en las mochilas de ciclistas anónimos. Así se desvelaron cajas de multinacionales del transporte que en lugar de sushi y tallarines llevaban un sospechoso polvo blanco (y tampoco era glutamato) o se desmantelaron redes que operaban en barrios de las ciudades con instalaciones de call center debido al volumen de trabajo: según el informe EDADES elaborado en 2022 por el Ministerio de Sanidad, dentro de las sustancias ilegales, el consumo de cannabis era el que más prevalecía en personas entre 15 y 64 años (un 14,4% de los hombres y un 6,8% de las mujeres admitió haberla consumido a lo largo de esos 12 meses). Un porcentaje similar al observado en las encuestas de 2020 y de 2018.
Respecto a la cocaína en polvo, un 11,7% de los participantes en las encuestas reconoció haberla consumido alguna vez en la vida, siendo la edad media de inicio 21 años. En el último año, esta droga fue consumida por el 2,3% de los encuestados, y por un 1,3% en el último mes (datos semejantes a los de la anterior encuesta). Y en el apartado de "sustancias psicoactivas" (que engloba a la ketamina, spice, mefedrona, ayahuasca, cocaína rosa, flakka y óxido nitroso), su uso es residual: únicamente un 1,9% de este tramo de población manifestaba haberlas consumido al menos una vez en la vida.
Dificultad de rastreo
"El problema no es localizarlas. Se conoce esta situación y que crecen los canales. La Policía está al tanto y se persigue. No es algo que se ignore y por eso exista. El principal inconveniente es la dificultad para abordarlo. La tecnología que se usa es difícil de rastrear", agrega Domínguez a EL ESPAÑOL. "Por eso estamos pidiendo más medios", concluye. Se puede comprobar fácilmente en el ejemplo personal detallado: los perfiles de venta van cambiando, las cuentas no pertenecen a un banco sólido y la información desaparece al segundo.
🚩Desmantelado en #Madrid un “telecoca” que contaba con un call center para atender a sus más de 2.000 clientes.
— Policía Nacional (@policia) June 17, 2020
La #droga era distribuida en motocicletas pero, durante el #EstadoDeAlarma, realizaban las entregas en el interior de supermercados. Hay 28 detenidos. #SomosTuPolicía pic.twitter.com/K3wLECvCNg
"Que se vendan drogas por internet facilita la accesibilidad. Antes era ir a un barrio, preguntar por alguien... Ahora es múltiple, variada y amplia. Y uno de los factores que llevan al consumo es la disponibilidad", analiza al respecto Guillermo Fouce, doctor en Psicología y presidente de Psicología Sin Fronteras. Experto en adicciones, el también profesor de la Universidad Carlos III de Madrid expone cómo se multiplican los perjuicios cuando se allana el terreno. Por un lado, hay más compra. Por otro, se desconoce la composición de las sustancias. Y, por último, se introducen estupefacientes aún más peligrosos.
A veces, sopesa Fouce, hay sustancias que no tienen ni elementos catalogados como adictivos o sólo hay una parte y bordean la definición de droga, como las llamadas 'neodrogas', que aseguran ampliar la capacidad cerebral o la conciencia. Y eso genera un nuevo mercado dentro del deporte, el estudio o las relaciones personales. La venta a ciegas aumenta el peligro de sobredosis: "No sabes que tomas. Puede que estés consumiendo algo inocuo como café o algo que es matarratas, veneno. Además, como no sabes cuándo hacen efecto, es una ruleta rusa". "El nivel de incertidumbre es muy grande y ya está al alcance de cualquiera", sentencia el experto.