A finales de febrero, Vladimir Putin decidió invadir Ucrania y empezar una guerra que continúa por la feroz resistencia de los ucranianos. Hasta el momento, han fallecido 10.000 soldados, según informaciones del asesor del presidente Volodymyr Zelenski, Oleksiy Arestovych, y más de 4.000 civiles. Además de los millones de ciudadanos que han huído de la masacre. Sin embargo, lejos de este drama humano, la contienda ha acarreado otros efectos colaterales como el encarecimiento de la energía o la falta de abastecimiento de algunos productos básicos de alimentación.
Ése ha sido el caso del aceite de girasol, que, como recordarán, desapareció de los lineales de los supermercados durante varias semanas del mes de marzo. La razón: España recibe unas 500.000 toneladas de aceite de girasol, lo que supone el 62% del total que se ha importado tradicionalmente. La guerra, evidentemente, sacudió los flujos comerciales imposibilitando la salida de este producto y de otros cereales. Esto, en última instancia, repercutió en una “distorsión puntual” del mercado del aceite, como la ha calificado el director general de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac), Primitivo Fernández.
Una “distorsión” que se ha corregido gracias a la importación del producto desde otros orígenes y a que los consumidores han relajado las compras masivas de este producto. “Nos precipitamos, hablamos con la inquietud de lo que podría ocurrir y eso provocó que los consumidores compraran a lo bestia”, valoraba Fernández. Ahora, el paradigma es otro y el director de la Anierac expresa una “tranquilidad absoluta” en el mercado. “Se ha producido alguna distorsión puntual pero está perfectamente abastecido”, ha añadido.
Además de eso, otra causa que ralentizó la llegada de botellas de aceite de girasol a los lineales durante el mes de marzo fue la huelga de transportistas que hubo durante los primeros 15 días del mes. Esto también provocó una situación de acopio, que obligó a los supermercados a limitar la cantidad de aceite que los consumidores se podían llevar a casa.
Precios al alza
Pese a ello, lo cierto es que ha habido una subida de precios generalizada del aceite de girasol que no se ha vuelto a estabilizar pese a haber existencias. El 27 de febrero, al término de la semana en la que comenzó la guerra, el precio de salida en las fábricas del aceite de girasol refinado estaba en 150 euros por cada 100 kilos, mientras que el pasado 8 de mayo su precio estaba en 274 los 100 kilos, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).
Una circunstancia que no terminan de entender las cooperativas agroalimentarias y las organizaciones profesionales agrarias Asaja, COAG y UPA. Han señalado que, si bien no ha llegado a faltar aceite de girasol, sí se ha encarecido mucho su precio, empujando también al alza el de otros aceites.
Y es que el conjunto de los aceites de oliva también ha experimentado alzas de precio, pero en especial el orujo de oliva refinado, uno de los sustitutivos principales del girasol para uso en las cocinas domésticas, que pasó de los 175 euros por cada 100 kilos a los 305 euros los 100 kilos.
No obstante, los precios han comenzado a bajar ligeramente respecto a las semanas anteriores, ante la normalización del mercado y unos consumidores ya más tranquilos que ven que no falta aceite de girasol en los supermercados, apuntan desde Anierac.
Para algunas organizaciones dedicadas a la defensa de los consumidores, no obstante, está habiendo, al igual que con otros alimentos, una suerte de especulación en el precio. Si bien es cierto que influye la subida de precios generalizada, no es menos cierto que, según juzgan, la industria alimentaria se ha aprovechado de la situación y no está tendiendo a estabilizar el precio.
El IPC crece
Toda esta situación de subida de precios generalizada, en ese sentido, se ha vuelto a observar en el Índice de Precios al Consumo (IPC) del mes de mayo. De esta manera, los precios han subido un 8,7%, como ha informado este diario, por el encarecimiento de las gasolinas y de los alimentos, como el propio aceite de girasol. Es una de las conclusiones del Instituto Nacional de Estadística (INE) en su análisis mensual de este indicador.
Este dato, de hecho, supone un aumento de ocho décimas en mayo en relación con el mes anterior, y un incremento de su tasa interanual de cuatro décimas. Y como ha contado este medio, la inflación retoma en este mes los ascensos después de que en abril se moderara 1,5 puntos de golpe, hasta situarse en el 8,3%. Ahora bien, el dato de mayo deberá ser confirmado por Estadística y, de ser así, estaremos ante el segundo dato más elevado desde 1985.
Este incremento viene motivado por el endurecimiento de la guerra en Ucrania, que ha devuelto la inestabilidad al mercado de las gasolinas, el gas y de los alimentos ante la posibilidad de que se produzca una crisis de materias primas agrícolas y alimentarias. Por ello, el aceite de girasol se ha encarecido. Pero, a pesar de importarse ahora desde otros orígenes, su precio no ha bajado.
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