Las tartas que hacía María Asunción Pérez Ibarra, Maisu para los más íntimos, eran un manjar muy codiciado entre sus amigos, esos mismos que la estaban apoyando en su proceso de separación matrimonial. Las hacía junto a su hermana Gely y las subían a sus redes sociales, cada una con su firma. Maisu, repostera de 47 años, salió el sábado por la mañana de su casa del ilicitano barrio de Altabix. Se dirigía a coger el coche para irse a trabajar. En el garaje la esperaba Pascual, su expareja, que la degolló con un cuchillo de grandes dimensiones.
No lo asumió. Pascual estaba llevando el proceso de separación de su mujer con aparente calma, o eso parecía. Nunca habían existido antecedentes de malos tratos en el entorno de la pareja; al menos que hubiesen sido denunciados. Pascual y Maisu, con más de 20 años de vida en común, tenían dos hijos de 21 y 17 años. Ellos afrontaron con más normalidad que su padre el proceso de divorcio.
Pascual no asumió que su mujer le dejase y por eso la mató. Los trámites para la ruptura forma de la relación se habían iniciado diez días antes del funesto 13 de julio. De hecho, Pascual ya no vivía en el domicilio conyugal desde el miércoles 10 de julio. Todo parecía discurrir por la senda de la normalidad. Un divorcio más, uno de tantos.
En el garaje
Lo que nadie se imaginaba era que Pascual, de 52 años, decidiese asesinar a la persona con la que había compartido su vida durante más de dos décadas. No estaba en su carácter; no tenía antecedentes penales y no había protagonizado episodios de malos tratos durante sus años de matrimonio. Pero, contra todo pronóstico, Pascual decidió vengarse de Maisu por poner fin a la relación.
Pasaban las 7 y media de la mañana del 13 de julio cuando Maisu salió de su casa. Residía en Elche, en la calle de Federico Mayo. Su hijo mayor no se encontraba en casa, el pequeño estaba durmiendo. Cuando llegó a la cochera se encontró la desagradable sorpresa: agazapado entre los coches la esperaba Pascual, su expareja, el mismo con el que llevaba varios días discutiendo por cuestiones relacionadas con el divorcio que acababan de poner en marcha.
Se defendió
Maisu y Pascual sí que discutieron. Hubo testigos presenciales que dan fe de ello en su declaración a la policía. La enganchada subió de tono y fue ahí cuando Pascual empuñó un arma blanca. Un cuchillo de hoja larga con el que, sin mediar palabra, se abalanzó contra la madre de sus hijos. Asun, que no llegó a subir al coche, intentó repeler el ataque mientras gritaba pidiendo ayuda. Esas puñaladas marradas le provocaron heridas superficiales en los brazos, porque ella se intentaba defender.
Pero, finalmente, uno de los ataques le alcanzó el cuello. Pascual degolló a Asun, que se desangró delante de él. Pascual emprendió entonces una caminata errática por el parking, portando el cuchillo homicida y con las manos totalmente manchadas con la sangre de la mujer a la que quiso durante más de veinte años. “He hecho lo que tenía que hacer”, se iba repitiendo en voz alta, como un mantra, tal vez intentando justificarse a sí mismo ante algún momento de lucidez y arrepentimiento.
La he matado
En esa tesitura se cruzó Pascual con otro usuario del parking, que al ver la escena decidió ponerla en conocimiento de las autoridades. La Policía Nacional y las asistencias acudieron al lugar de los hechos con celeridad, pero Maisu había perdido demasiada sangre. Falleció en el lugar de los hechos, desangrada. La policía se encontró en la escena del crimen a Pascual, que todavía llevaba el cuchillo, las manos ensangrentadas y el mantra puesto. “La he matado. He matado a mi mujer. He hecho lo que tenía que hacer”.
Pascual no negó en ningún momento la autoría del crimen. Fue trasladado a dependencias policiales y de ahí a los juzgados. Entretanto, la noticia ya había llegado a sus dos hijos, que tuvieron que ser atendidos por sendas crisis de ansiedad. Su madre había muerto, poco más de una semana después de empezar a divorciarse.
Nieve y naturaleza
Amante de la naturaleza y de los animales, apasionada de la nieve y con una habilidad especial para la repostería, Maisu llevaba más de 20 años viviendo en el barrio de Altabix (Elche). Maisu era una persona muy querida en su entorno y no tenía enemigos. Tampoco ningún un indicio que apuntase que podía ser una mujer maltratada. Los hijos no lo hubiesen consentido. La relación entre Pascual y Asun no tuvo más violencia que la que se apoderó del hombre cuando, despechado, supo que su matrimonio se acababa. Él ya se había marchado de casa, ya no residía con ellos, con su familia, con los mismos que había compartido los veinte últimos años de su vida.
En el entorno de Asun están desolados. Sus hijos siguen bajo tratamiento y sus amigos y conocidos la despiden por redes sociales. En la puerta del domicilio de la mujer asesinada se organizó una concentración improvisada en su honor. Para esta tarde se ha programado una manifestación en la plaza de Baix de Elche, convocada por la Coordinadora Feminista de Elche, para condenar la violencia machista, que se sigue cobrando víctimas en nuestro país.
Maisu es la trigesimoprimera mujer asesinada este año por su pareja o expareja. En España, en 2019, también han sido asesinadas Mónica Borrás; Monika Asenova, de 29 años; Piedad, de 51 años; Juana Ureña, de 47 años; Irene López; Nelea, de 22 años; María Soledad Bobet; Gloria Tornay Naranjo, de 58 años; María José Aboy Guimarey, 43 años; Estrella Domínguez, 63 años; Sheila Chazarro Moyano, 29 años;Daría Oliva Luna, 20 años; Rosa María Concepción Hernández, 60 años; Rosa Romero Rueda, 69 años;Rebeca Santamalia, de 47 años; Romina Celeste, de 28 años; Leonor Múñoz González, de 47 años; Rebeca Alexandra Cadete, de 26 años y Manuela B.B., de 61 años. La serie 'La vida de las víctimas' contabilizó 47 mujeres asesinadas en 2018 y 53 mujeres en 2017.