22 abril, 2023 03:57

Guillermo Arriaga nació en las entrañas del México violento y a los 13 años perdió para siempre el olfato en una brutal pelea callejera. Lo ha visto todo, todo. Todo le ha atravesado: la miseria, la traición, la tiranía de los hombres malos. Escribe como si le sangrara aún la boca: es crudo, radical, conmovedor. Lleva la calle dentro. Y pesa y huele y está viva y muerta al mismo tiempo. 

De niño le llamaban El Salvaje. 

Dice que le debe su humanidad al rito de la caza, que en el mundo moderno le trae algún problema con los biempensantes: "Me gusta cazar porque es un rito muy profundo que enfrenta la vida con la muerte, la belleza con el horror. La caza acerca a la verdad de las cosas. Todo mi trabajo es sobre la caza y todos mis personajes se comportan como cazadores. Me gustan los animales y los que más respeto son los que cazo. Ah, y solo cazo animales que me como", ha explicado. 

Escribió guiones colosales como Amores perros, 21 gramos o Babel. Fue el gran compañero creativo de Iñárritu hasta que casi llegan a las manos: denuncia Arriaga que el director le robó su mundo. Denuncia que rompió un pacto entre caballeros. ¿Y en qué se convierte uno cuando deja de ser un caballero? Les dejo la respuesta a ustedes. 

Arriaga se siente un médium, de alguna manera: le presta sus manos a personajes que van devorándole la cabeza y el cuerpo. Escribe a tientas, con el inconsciente. No había otra forma. Ahora presenta Extrañas (Alfaguara), una novela en la que ha viajado por primera vez al siglo XVIII, a la historia de un hombre que se impuso para ser médico, pero dice que "el presente nunca va a perder interés para mí". Sólo quiso salir de su propia experiencia y de su México sangrante un rato. Un ratito, no más, pero a casa -la casa es la costumbre- siempre se vuelve. 

Arriaga.

Arriaga. David Morales.

P.- Willian Burton es un hombre de clase alta rebelado contra su familia y su época. ¿Qué sabes tú de la rebeldía, qué tipo de rebelde es Guillermo Arriaga?

R.- Crecí en una familia donde se alentaba la rebeldía. Mi familia no era nada conservadora, al revés, era muy liberal, y mis padres me decían “la rebeldía ante todo, el conocimiento ante todo”, y nunca jamás tuve padres de esos que les dicen a sus hijos lo que tienen que estudiar, “si no te vas a morir de hambre”. No. Mis padres siempre me dijeron que no me conformase con la vida, que cuestionase todo. El arte, para mis padres, no era un arte de complacencia. Nunca fuimos al cine con la idea de divertirnos ni leímos un libro para “pasarlo bien”. Buscábamos libros y películas que nos confrontaran, que nos cuestionaran. Los cuatro hijos de Carlos y Amelia somos rebeldes por naturaleza.

La mía es una rebeldía paradójica: no bebo alcohol y nunca mete metido ninguna droga, ni siquiera marihuana, para llevar la contra a la moral del barrio donde crecí. Allí la droga es lo que te hacía hombre, o interesante, o rebelde. Me parece que es un cliché. No bebo ni me meto drogas para ir contra el cliché del hombre rudo que hace esas cosas.

"Nunca fuimos al cine con la idea de divertirnos ni leímos un libro para “pasarlo bien”. Buscábamos libros y películas que nos confrontaran, que nos cuestionaran"

P.- Interesante. ¿Y cómo procuras entonces, como creador, alcanzar otros estadios de la conciencia?

R.- Me encontré con que uno puede llegar a esos estadios a través de otras actividades que te cuestionan mucho más que una droga. Yo tengo el rito de la caza, que me conduce a unos estadios de cuestionamiento de mí mismo tan fuertes… que yo creo que equivale a meterme cualquier droga, porque altera mi visión del mundo. Pisar la naturaleza te impacta de una manera más honda que una droga. Es un rito muy profundo.

Arriaga.

Arriaga. David Morales.

P.- No parece algo que en el mundo moderno y vegano y biempensante vaya a caer muy bien.

R.- No. El hecho de ser cazador me ha traído todo tipo de amenazas y descalificaciones, pero he aprendido a no perder la paciencia y a tratar de crear fases de diálogo. El diálogo es muy importante: de hecho siento que es la médula de mis novelas. El construir un diálogo con el otro, el vincularte de verdad con el otro.

"Lo mágico o lo racional, al final, es hacia dónde terminas por mirar. Si decides mirar hacia otro ser divino o si vas a mirar de frente a los que están junto a ti" 

P.- En esta novela vemos imposiciones sociales tremendas que tienen que ver con el linaje y la familia, ¿hasta qué punto siguen sucediendo hoy? ¿Tú crees que los seres humanos tenemos un destino, una especie de vocación? Un plan secreto, digamos.

R.- No creo eso. Creo que los humanos tenemos la capacidad de decidir qué queremos. El “destino” tiene una connotación de obligación, algo ineludible, pero yo creo que a través de tus decisiones vas construyendo la vida que deseas. Y tienes derecho a esa construcción propia.

P.- ¿Qué hay de tu relación con lo mágico?

R.- Lo mágico o lo racional, al final, es hacia dónde terminas por mirar. Si decides mirar hacia otro ser divino o si vas a mirar de frente a los que están junto a ti. Esa es la base del humanismo: ¿quién está frente a mí? Se trata de comprender al otro aun cuando sea lo más distinto del mundo a mí. Se trata de buscar puntos de comunión con ellos. Yo soy racional.

Guillermo Arriaga.

Guillermo Arriaga. David Morales.

P.- En este libro luchan la ciencia y la religión. He leído que siempre fuiste a colegios laicos y que nunca escuchaste la palabra “pecado”. ¿Eso te hizo más libre?

R.- Mira, para mí el verdadero pecado, por así decirlo, nunca tuvo nada que ver con lo divino sino con la falta de oportunidades de la sociedad. Su miseria. En eso fui educado. En transformar el mundo para que sea más justo. El sexo no es sucio ni nos va a condenar, eso no lo escuché jamás de boca de mis padres ni en la escuela. Al contrario: siempre me dieron que nuestra obligación es dejar el mundo mejor que como lo encontramos.

P.- Eres cazador, entiendes la vida a partir de los misterios de la naturaleza, ¿qué sabes del sacrificio y de la muerte?

R.- Yo creo que el cuerpo humano sigue siendo un misterio. Es tan misterioso como el universo. La medicina tiene limitaciones profundas para incidir sobre el cuerpo y la muerte es el gran presente, el gran enemigo de la medicina, que tiene dos actos fundamentales: uno es brindar salud, brindar una buena vida, y el otro es permitir que nos enfrentemos a la muerte con dignidad, que lleguemos a viejos sin sida ni cáncer ni covid, permaneciendo en el mundo sin daños.

Uno sólo tiene sentido de vida si tiene sentido de muerte. Si tienes conciencia de la finitud va a ser una persona más determinada y más feliz, vas a marcar más tu vida. Los ateos sabemos que esta es nuestra única oportunidad y tratamos de dar a la vida el mayor sentido posible aquí abajo, porque no queremos ningún cielo ni ser recibidos por nadie. Esto es lo que hay, esta es nuestra vida, y quiero hacerla mejor, la mía y la de los demás.

"Si tienes conciencia de la finitud va a ser una persona más determinada y más feliz, vas a marcar más tu vida" 

P.- Si sólo tenemos una vida, ¿por qué nos la pasamos trabajando?

R.- Esa es buena, pero depende de cómo te involucres tú con tu trabajo y qué signifique para ti. Yo tengo el trabajo que siempre busqué y que amo y me da sentido, y además me ha permitido tener una relación más profunda con mi familia. El trabajo es la médula que me mantiene unido a mi familia.

P.- ¿Cómo?

R.- Porque los hago parte, porque siempre conversamos y de ahí salen diálogos, porque yo escribo libros para que mi familia los discuta y eso se convierta en un punto de unión. Mi hijo era el único niño que iba a la oficina de su padre 9 o 10 veces al día, porque estaba en casa, y jugaba conmigo, o dibujaba. Mi hija igual. El trabajo debería definirnos como personas y ser un punto de enlace con lo que queremos.

Guillermo Arriaga.

Guillermo Arriaga. David Morales.

P.- ¿La ética sirve de algo en un mundo como el nuestro, turbocapitalista, neoliberal? ¿Las grandes ciudades se parecen a la selva o son mucho peores?

R.- Nos estamos volviendo una sociedad empapada de moralina porque a través de lo políticamente correcto estamos tratando de controlar al otro. La gente cree que con sus buenas causas justifica sus abusos de intolerancia o de autoritarismo, y eso me preocupa mucho. La llamada “política de cancelación” es “si no estoy de acuerdo con alguien, lo cancelo, si algo me cuestiona, lo cancelo”. Te voy a dar un ejemplo: en una universidad americana, en el comedor, había un cuadro del siglo XVI, un bodegón con animales muertos.

Los alumnos veganos pidieron que lo quitaran porque lastimaba su sensibilidad. Esto me parece terrible. Si pronuncias algo que no corresponde a la forma de pensar actual de inmediato eres tratado con una brutalidad absoluta. La selva somos nosotros. Ya estamos viviendo en una selva.

Las manos de Guillermo Arriaga.

Las manos de Guillermo Arriaga. David Morales.

P.- Esta es una novela sobre los parias de la sociedad, los expulsados. ¿Cómo te relacionas con ellos? ¿Qué haces cuando ve a un mendigo por la calle y le pide una moneda o un cigarro? Yo a veces pienso que podrían acuchillarnos por detrás, que deben odiarnos, que pocos contenedores queman…

R.- Soy un humanista de corazón y lo que yo creo es que entablamos un diálogo profundo y nos vemos a nosotros mismos. Por ejemplo… recuerdo que hace como tres años vine a Córdoba y vi a un emigrante de raza negra hincado con las manos abiertas pidiendo limosna y me acerqué a él y le dije “¿te puedes poner de pie, por favor?”, y le pregunté su nombre y por qué se hincaba. Y me dijo: “Es que estoy desesperado, eres la primera persona que me dirige la palabra, el primero que me pregunta si tengo hijos…”.

Por su condición nadie quería darle trabajo y él tenía que alimentar a sus hijos, pero además nadie le había preguntado siquiera cómo se llamaba ni de dónde venía, y eso me parece terrible. O nos cuestionamos como sociedad y dejamos de tener miedo al otro, al distinto, o empezamos ya a arreglar el drama de que no hay oportunidades para todos.

"La prostitución me parece un acto que denigra a ambas partes, al que paga por sexo y al que ofrece sexo" 

P.- En el libro, la esposa del protagonista, Ailis, nos cuenta que su padre abusaba de su hermana y que tuvieron que ejercer como prostitutas. Quería preguntarte por eso, por la violencia que los hombres ejercen sobre las mujeres, ¿tú crees que la prostitución debería prohibirse?

R.- Yo no le encuentro sentido a la prostitución. Me parece un acto que denigra a ambas partes, al que paga por sexo y al que ofrece sexo, siendo prostitución masculina o femenina. Revela una gran incapacidad por parte de la sociedad el hecho de que a lo largo de los siglos la intimidad se haya tenido que comprar. No lo entiendo. No lo he practicado. Pero si algo he aprendido es que la vida es compleja y que más que empezar a condenar hay que entender cuáles son los resortes para que esto suceda. Si juzgo no voy a entender la profundidad del tema, pero sé que no se puede ser recipiente de esa intimidad sin menoscabo.

Hay que ver si quien se prostituye quiere que se acabe la prostitución. Es justo preguntarles. Y no juzgar, aunque en lo personal nos pueda parecer deplorable, tenemos por delante el esfuerzo de entender por qué ha sucedido durante tantos siglos.

Guillermo Arriaga.

Guillermo Arriaga. David Morales.

P.- ¿Qué hay del amor?

R.- Uno tiene que entender que el amor es un acto cotidiano. El amor romántico es un amor que pasa por muchas fases y cada una de esas frases debe ser disfrutada tanto como el gran flechazo. Hay cosas distintas que te van uniendo a tu pareja, encuentros profundos… es necesario aceptar todo lo que esa pareja trae consigo, todo el bagaje que trae consigo. Porque sin ese bagaje ni ese pasado hoy no sería la persona que tú amas.

P.- Leí que te peleaste con Iñárritu porque el tipo no cumplió su pacto de caballeros de firmar juntos las películas. ¿En qué se convierte uno cuando incumple un pacto de caballeros? ¿Te ha pedido perdón alguna vez? ¿Crees que te echa de menos?

R.- No quisiera hablar del tema… no tengo ya interés en el tema.

P.- ¿Me das un consejo para empezar a escribir guion?

R.- La mayor parte de la gente no tiene talento para escribir diálogos, incluido yo. Hazlo corto. No más de una oración. Hemos perdido el oído para escuchar cómo habla la gente. El diálogo tiene que servir para tres cosas: para hacer avanzar la trama, para revelar quién es el personaje y la tercera, menos importante, para dar color. Las otras dos son fundamentales. El diálogo debe servir para revelar quiénes somos y para hacer que avance la trama.

Lo que no puede ser es que el diálogo explique la película. Los americanos dicen que es un diálogo expositivo y que lo que hay que hacer es confiar en el actor… a veces es mejor el silencio que el diálogo. Hay que recordarles a quienes no saben de cine que los escritores construimos silencios y gestos, los detalles y el clima de la película.