Con las fuerzas de seguridad croatas pisándoles los talones, dos hombres surcan en moto acuática el tramo del Danubio que separa Serbia de Croacia. Música épica y drones acompañan esta persecución con más de 8 millones de reproducciones en Youtube. Seguidos de cerca por dos barcos, los tripulantes consiguen alcanzar una pantanosa franja de tierra en la que desembarcar. Ya a punto de ser detenidos por los agentes, aciertan a clavar una bandera impresa con los colores de la ideología libertaria: negro y amarillo. "¡Por Liberland!", gritan, poco antes de ser reducidos.
El protagonista de esta carrera es el youtuber británico Niko Omilana y la bandera que ondea es la de Liberland, una autoproclamada nación anarcocapitalista fundada en 2015 por el político checo Vít Jedlička. Gracias al impacto de este vídeo, aseguran desde este microestado, la policía croata ha relajado su vigilancia en el área. Así, tras ocho años de una existencia limitada al metaverso, los foros online y los congresos de criptomonedas, este supuesto país de apenas 7 kilómetros cuadrados acaba de anunciar la construcción de su primera escuela. "Estamos en un muy buen momento, y las ideas de Liberland están más vivas que nunca", asegura orgulloso Jedlička a este diario.
En 2015, este publicista, exmiembro del Partido de los Ciudadanos Libres –formación política checa de derechas, liberal y euroescéptica– saltó a la prensa internacional. Lo hizo tras la circulación de una fotografía en la que aparecía con su pareja, Jana Markovičová, un amigo cercano y un periodista, junto a esa bandera que nadie había visto antes. Era 13 de abril, aniversario del nacimiento de Thomas Jefferson, y sus primeros "compatriotas" acababan de elegirle presidente en funciones de un nuevo país. Liberland, ubicado en una tierra no reclamada de la frontera serbocroata, se presentaba como un paraíso libre de impuestos, regido por el respeto a la propiedad privada y la consigna filosófica del laissez faire, laissez passer. Casi una década después, hay quien ve el proyecto como una broma que se ha alargado demasiado. Para otros, incluido el candidato ultraliberal a la presidencia argentina, Javier Milei, se trata de una utopía hecha realidad.
Según relata el periodista francés Timothée Demelliers, coautor del libro Viaje a Liberland (La Caja Books, 2023), estos "colonos· escogieron la tierra pantanosa de Gornja Siga tras leer en Wikipedia que se trataba de una tierra nullius o "tierra de nadie"; es decir, un lugar no reclamado por ningún estado. No existe, sin embargo, un consenso sobre el estatus de esta zona fronteriza, que sí ostenta indeterminación jurídica.
Para entender la situación hay que remontarse al siglo XIX cuando, mediante una colosal obra de ingeniería, el Imperio Astrohúngaro rectificó el curso del Danubio con el objetivo de optimizar el comercio fluvial. El nuevo cauce del río supuso que numerosas tierras de la orilla oeste (lo que ahora es Croacia) pasasen a la orilla del este (lo que ahora es Serbia), y que una pequeña porción lo hiciera en sentido opuesto. Sin embargo, el catastro que marcaba el recorrido exacto del río nunca llegó a modificarse. Tampoco se corrigió cuando, tras la Segunda Guerra Mundial, la República Federal Popular de Yugoslavia fijó la delimitación entre ambas regiones en la vaguada (es decir, la zona más profunda) del Danubio.
De esta forma, cuando tras la disolución de Yugoslavia en 1992 hubo que delimitar las nuevas naciones de Serbia y Croacia, ni siquiera un arbitraje de la Unión Europea pudo clarificar cuál era la frontera válida. Y cada país se acogió a la que más le beneficiaba: Serbia, a la que marca el cauce del actual río; Croacia, a la línea imaginaria que figura en los catastros, por donde discurría el antiguo Danubio.
Ninguna reclamó un pedazo de tierra conocido como Gornja Siga, el único que había ganado el lado croata tras la rectificación del río: hacerlo supondría darle la razón al otro en sus reivindicaciones. Este desacuerdo sería el causante de que un grupo de liberales, anarcocapitalistas y empresarios contrarios a los impuestos terminasen escogiendo este lugar para su inesperado proyecto de país.
Para Demelliers resulta irónico que esto haya sucedido entre dos de las naciones europeas con mayor presencia estatal. "El hecho de que un tipo llegue allí, en mitad de todo ese nacionalismo, de todas esas banderas, de toda la instrumentalización de la cultura local y de la identidad, y decida clavar una nueva bandera, es algo increíble", señala a EL ESPAÑOL.
En 2016, Demelliers se encontraba en Croacia junto al periodista Grégoire Osoha documentando la huella de la guerra y retratando el enfrentamiento étnico en la región. Ambos decidieron pasar por Liberland para "escribir algo más ligero y divertido". Al final, fue un libro entero. "Empezamos a interesarnos más, a profundizar en la historia y en el impacto que esto estaba teniendo, cuánta gente lo apoyaba y cuán influyentes y poderosas eran algunas de estas personas", rememora. "Y vimos que gran parte de la narrativa de los liberlandeses se podía encontrar en la política de nuestros países occidentales, donde el pensamiento libertario estaba cobrando mucha fuerza. Pensamos que todo aquello podía tener un significado más profundo".
En busca de reconocimiento
Desde su fundación, Liberland ha suscitado burla y escepticismo. No es para menos: durante años, la policía croata ha bloqueado cualquier intento de acceso al lugar físico, que ha permanecido deshabitado. Quienes trataban de llegar se arriesgaban a grandes multas o incluso a ser arrestados. Esto no impidió la propagación de sus ideas a través de Internet, atrayendo a adeptos del liberalismo de todo el mundo.
De acuerdo con la prensa internacional, el sitio web oficial de Liberland recibió más de 200.000 solicitudes de ciudadanía durante la primera semana tras su fundación. Hoy son más de 700.000. Por si esto fuera poco, Liberland existe también en el metaverso. El estudio de la famosa arquitecta británica Zaha Hadid está detrás de este proyecto virtual, donde es posible interactuar con otros usuarios y realizar operaciones comerciales.
Los adeptos de este micropaís no pierden la esperanza de verlo poblado. Durante años, su presidente ha recorrido el mundo con el objetivo de obtener reconocimiento político, el cual ha recibido solamente de Somalilandia, otra nación no reconocida internacionalmente. Aun así, Liberland cuenta con 74 "oficinas representativas" repartidas por el planeta.
Jedlička ha recorrido infinidad de países dando conferencias y entrevistándose con líderes de partidos políticos ultraliberales, en muchas ocasiones relacionados con la ultraderecha. Tras haber llegado a algún acuerdo financiero con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, el presidente tiene los ojos puestos en el "gran amigo de Liberland" Javier Milei, que en varias ocasiones se ha referido al proyecto con admiración.
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Finalmente, en julio de este año, la web de Liberland publicó un comunicado asegurando haber llegado a un acuerdo con el gobierno croata respecto a las "fronteras", una versión que Croacia no ha confirmado. Desde entonces, la zona experimenta más tráfico que de costumbre y se han notificado construcciones con nuevo material de obra, una situación que Jedlička califica como "muy emocionante". Este cambio de posición, por otro lado, podría deberse también a la entrada de Croacia en el espacio Schengen en enero de este año.
"En un inicio te habría dicho que es absolutamente imposible que Liberland tenga reconocimiento, que no es lo suficientemente serio... pero el mundo está tan loco que es difícil afirmar estas cosas", explica Demelliers sobre las pretensiones de la micronación. "Realmente dudo que alguna vez haya un país como algunos creen, con rascacielos grandes como si fuera el Hong Kong de Europa. Pero una existencia en la web con pocas regulaciones y tal vez reconocida por algunos países como espacio legal... Quién sabe".
Paraíso libertario
Liberland es un borrador, una experiencia sociológica. Es como invertir en una empresa que no sabes si es segura: puedes ganar mucho dinero y bienestar, pero si no sale bien, vas a perder". Así habla Gauthier Lamothe, empresario y profesor de yoga de nacionalidad francesa, obtuvo el pasaporte de Liberland en 2017. La consiguió a cambio de sus servicios como editor de vídeo y community manager. Por este trabajo, Gauthier recibió una cantidad de 5.000 méritos, la criptomoneda que opera como divisa oficial. Con ese dinero, compró la nacionalidad.
Gauthier se describe a sí mismo como un idealista, alguien que quiere cambiar el mundo. "No creo que una ciudad anarcocapitalista fuese perfecta, pero creo que es la menos mala", explica. Como Gauthier, otras personas se han visto atraídas por la desregulación financiera y la total ausencia de intervención pública. Pero también por la promesa de crear un país desde cero, algo que no parecía posible en Occidente. Como el propio Jedlička escribió entonces en redes sociales, "más vale crear tu propio país en un pantano insalubre que reformar el sistema".
Demeillers, por su parte, se muestra escéptico en relación a muchas de las personas que abanderan ese libertarismo: "Básicamente están ocultando posiciones muy conservadoras detrás de una personalidad tipo liberal". Al final, sostiene, estas posiciones aglutinan a un sector de la sociedad que se opone a todo lo que venga de un supuesto establishment, encarnado por políticos de centro, "liberales en lo económico y socialmente progresistas", como Angela Merkel o Joe Biden. "Y vemos que quien se está levantando contra estas figuras es una extrema derecha radical, que se presenta como algo contrario al discurso oficial", afirma.
Liberland se rige por una constitución de 18 artículos, así como por una serie de disposiciones legales. Todas ellas han sido establecidas en paralelo a la instauración del "gobierno provisional" que Jedlička lidera desde hace ya ocho años. Al ser preguntado por la extensión de su mandato, el político explica que habrá elecciones libres "muy pronto", sin especificar cuándo. Sí comenta que los comicios se harán "utilizando la última tecnología blockchain para garantizar la seguridad y transparencia a lo largo de todo el proceso".