Sabino Arana y la memoria histórica
El autor comienza hoy una serie de artículos para analizar la figura del fundador del PNV coincidiendo con el 125º aniversario de este partido.
Este año se celebra el 125 aniversario de la fundación del PNV un 31 de julio de 1895, día de san Ignacio. Con motivo de dicha efeméride, en Bilbao, sus hoy abundantes seguidores están ya preparando una serie de actos y celebraciones que ensalcen y glorifiquen, más si cabe de lo que ya lo hacen dentro de cada año, a Sabino Arana Goiri, fundador del partido.
Consideramos que la ocasión es perfecta para recordar lo que escribió y significó este personaje, dado que sin el partido que fundó no podemos entender la política vasca contemporánea. Pensemos que dicho partido gobierna hoy en las tres capitales vascas, en las diputaciones de sus tres provincias, así como en el Gobierno vasco, y que tiene también puesto su pie, a través del partido Geroa Bai, en el Gobierno de Navarra.
Por no hablar de lo absolutamente decisivo que resultó tanto para echar al anterior presidente del Gobierno Mariano Rajoy, en aquella moción de censura del 1 de junio de 2018, como para sostener con sus votos al actual presidente, Pedro Sánchez, una vez celebradas las últimas elecciones generales de 10 de noviembre pasado.
Sus seguidores consideran a Sabino Arana Goiri una especie de santo, un Jesucristo vasco, que dio su vida por su nación. Somos conscientes de que entramos en un terreno que, más que político, linda con lo pseudorreligioso.
El nacionalismo vasco tiene muchos rasgos de religión sustitutoria y sus líderes históricos conforman una especie de santoral para sus devotos. Los nacionalistas vascos de todas las ideologías –incluso los más radicales– veneran a Sabino Arana en mayor o menor medida y ninguno, por supuesto, osaría decir nada de lo que se va a decir aquí. Aunque lo que se diga esté todo apoyado rigurosamente en fuentes documentales.
Un partido que presume de demócrata se vanagloria de un fundador que dejó escritas auténticas barbaridades
Pero cuando la ideología entra en el terreno de las creencias –tránsito muy difícil de delimitar–, nos encontramos con que la pasión y los sentimientos desbordan con holgura lo que consideramos propio de la razón y del discernimiento. Lo cierto es que, como estamos en democracia, el derecho a la libertad de expresión nos debe amparar y más si cabe cuando todo lo vamos a fundamentar en documentos.
Se piensa incluso que la enfermedad de Addison, por la que Sabino Arana falleció a los 38 años, fue producto de lo mal que se portaron con él los españoles, por detenerle y encarcelarle en alguna ocasión, cuando sabemos, por los estudios de Gregorio Marañón sobre esta enfermedad, realizados justamente sobre casos coetáneos al de Sabino Arana, que dicha dolencia tenía mucho que ver con la tuberculosis, que precisamente padeció el fundador del nacionalismo vasco desde muy joven.
La cuestión es que desde el partido que fundó le homenajean tres veces al año, al menos desde que dicho partido alcanzó en el inicio de la Transición el protagonismo que hoy tiene. Como nació el 26 de enero de 1865, se le homenajea a finales de ese mes, cuando se entregan los premios Sabino Arana por la fundación que lleva su nombre. Luego se le homenajea el 31 de julio, fecha de la fundación del partido, en los Jardines de Albia de Bilbao, junto a la estatua que tiene enfrente mismo de la Sabin Etxea, sede central del PNV. Y por último se le homenajea de manera más discreta pero igualmente oficial por parte del partido en pleno, todos los 25 de noviembre, para recordar la fecha de su fallecimiento en 1903, motivo por el cual se acercan sus deudos actuales a la tumba de Sukarrieta (Pedernales), donde se deposita, con todo honor, una corona de flores.
Que un partido como el PNV tenga a su fundador en tan alta estima puede resultar, en principio, lógico y natural, puesto que se trata de quien lo puso en pie por primera vez ahora hace 125 años. Pero si nos acercamos a lo que el fundador dejó escrito, la verdad es que estamos ante un verdadero escándalo.
Llevo años preguntándome por qué todavía no se ha denunciado hace tiempo ante todas las instancias europeas una cosa así. Que un partido que presume de demócrata por toda Europa se vanaglorie de un fundador que dejó escritas semejantes barbaridades.
¿Por qué quienes proponen contextualizar a Sabino Arana no contextualizan todo lo demás en la 'memoria histórica'?
Cuando empecé a publicar cosas sobre el personaje –hablo del 2006–, me encontré con una sociedad vasca donde todavía actuaba ETA. Mis publicaciones eran objeto del silencio más atronador o de voces aisladas, algunas muy autorizadas por cierto, que salieron a decirme que estaba sacando las cosas de contexto y que no se puede trasladar a la actualidad lo que se dijo hace 125 años.
Pero yo argumentaba que ¿por qué quienes proponen contextualizar a Sabino Arana no contextualizan todo lo demás? La llamada “memoria histórica”, tan en boga entre la izquierda y los nacionalismos en España desde que el primer Gobierno de Rodríguez Zapatero la convirtió en ley, consiste precisamente en un ejercicio inmisericorde de descontextualización, pero además por partida doble: se descontextualiza a la derecha de 1936, convirtiéndola en sujeto de todos los males, y se descontextualiza a la derecha actual, convirtiéndola no ya en heredera directa de aquella sino en su sucedáneo vigente, como si Santiago Abascal fuera José Calvo Sotelo y Pablo Casado fuera, pongamos por caso, José María Gil Robles.
Un sucinto guión de los artículos sucesivos de esta serie que iniciamos hoy sobre el fundador del PNV hace ahora 125 años incluirá necesariamente los siguientes temas: Sabino Arana y los españoles en general, Sabino Arana y los catalanes y gallegos en particular. Sabino Arana y las mujeres es un tema muy importante, ahora que tenemos incluso una Secretaría de Estado para temas de género y el PNV apoya decididamente a este gobierno tan declaradamente feminista. Sabino Arana y los maketos sigue teniendo su interés, más ahora que en Cataluña ha vuelto a resurgir el tema de los charnegos: los maketos en Euskadi son los charnegos en Cataluña.
Otro tema interesante es el tratamiento del euskera por parte de Sabino Arana, que él lo consideraba coto privado de los vascos nativos. Con estos ejemplos, que no son todos los posibles, de momento es suficiente para hacernos una idea de lo que nos espera. Aconsejo, eso sí, estómagos fuertes para estas lecturas venideras.
*** Pedro José Chacón Delgado es profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV/EHU.