Bastan cinco minutos de scroll por la sección recomendada "Para ti" de la red social X (antes Twitter) para encontrarse con algún insultos, abusos y acusaciones, a menudo infundadas. Redes sociales como esta se han convertido en un caldo de cultivo de odio y gobiernos de todo el mundo estudian medidas urgentes contra el daño que provocan. Elon Musk, dueño de la red social, se enfrenta a autoridades de países como Brasil y a una creciente crítica social, pero no parece muy afectado, y las redes siempre tienen vías para defenderse de estos intentos regulatorios. El últimó baldón en este pozo sin fondo de odio vivido en España ha sido el alud de bulos sobre el crimen de Mocejón.
"Me están atacando, me están marcando, investigando en mi pasado y diciendo que tengo las manos manchadas". Así denunciaba entre lágrimas en una entrevista Asell Sánchez el acoso que está recibiendo por redes sociales. Miembro y portavoz de la familia de Mateo, el pequeño de 11 años asesinado el domingo pasado en Mocejón (Toledo), ha sido uno de los blancos de innumerables ataques en plataformas como X, tras pedir públicamente que no se hicieran juicios precipitados ni se señalara a nadie "por su raza o color de piel", antes de que se detuviera al principal sospechoso.
La nacionalidad, raza u orígenes de la familia del ahora detenido todavía se ponen en duda en muchos mensajes en X, que se pueden encontrar buscando simplemente el nombre de la víctima. Entre los tuits incluso se ha teorizado con la supuesta implicación del familiar en el crimen. Otros han usado fotografías de su trabajo como periodista en 'Misioneros por el mundo', un programa de Trece TV, donde aparece con niños en países africanos.
Es el día a día de una red cargada de crispación sobre cualquier tema. La Fiscalía está estudiando los mensajes sobre Mocejón y estudia aplicar una identificación obligatoria en las redes. España no es el único país en enfrentarse a este problema. Las autoridades de Reino Unido también valoran aplicar normas más estrictas en las redes sociales después de que una oleada de desinformación provocara disturbios contra los inmigrantes.
En el centro de todas estas quejas, el multimillonario que compró la red social en 2022, aboga por la libertad de expresión a toda cosa, aunque prometió que limpiaría la red social de bots cuando la compró y aún no lo ha conseguido. El anonimato de las cuentas no verificadas y la falta de transparencia de la compañía dificultan saber hasta donde llega el problema de bots generadores de bulos y spam, así como detener a los infractores de delitos de odio.
Musk vs. los gobiernos
En Brasil, la empresa de Elon Musk ha entrado en una batalla legal con el tribunal más importante del país al no cumplir con las órdenes de suspender a los usuarios que habían difundido noticias falsas. El juez Alexandre de Moraes ordenó suspender ciertas cuentas o se procedería a la detención del representante de X en el país. Musk ha decidido cerrar sus operaciones en Brasil, pero manteniendo el servicio disponible y sigue sin acatar las órdenes del magistrado.
Cualquier intento de controlar la información que se publica en su red social choca de frente con la defensa a ultranza de la libertad de expresión de Elon Musk. El magnate defiende fervientemente esta idea en la plataforma y se ha valido de ella para tomar la mayoría de decisiones y cambios que han transformado esta plataforma que nació con el nombre de Twitter y que adquirió por 44.000 millones de dólares a finales de 2022.
Las demás redes sociales también se enfrentan a este problema, limpiar sus redes sociales de odio y desinformación, al mismo tiempo que se muestran como un lugar libre para todo el mundo. Sin embargo, Musk muestra una actitud más agresiva e infranqueable, hasta el punto de dejar caer que puede retirar su plataforma de Europa si la UE sigue planteándole lo que él considera "amenazas".
Ante el arresto de una docena de personas en Reino Unido por contenido online incendiario y relacionado con los recientes disturbios, Musk respondió con la palabra True ('verdad' en inglés) a un tuit del líder del partido Reform UK, Nigel Farage, que llamó al actual primer ministro, Keir Starmer, "la mayor amenaza a la libertad de expresión que hemos visto en nuestra historia".
Al otro lado del canal de la Mancha, Thierry Breton, Comisario de Mercado Interior de la Unión Europea, publicaba esta semana su segunda carta en menos de un año para instar a X a cumplir con las reglas de la región contra el contenido dañino. El magnate contestó con una foto de él mismo riéndose y el siguiente texto: "Cuando te siguen diciendo que estás amenazando la libertad de expresión por defender la libertad de expresión, 'Espera, ¿hablas en serio?'".
La Comisión Europea tiene varias investigaciones abiertas sobre X, sobre todo en relación con el sistema para moderar la desinformación y el contenido ilegal. Bruselas también ha cuestionado el tick azul que antes reflejaba las cuentas verificadas, pero que ahora señala a los usuarios de pago y teme que este icono otorgue una falsa credibilidad a algunas cuentas.
La policía ciudadana
Antes de Elon Musk, Twitter ya se resistía a aplicar medidas restrictivas. La mayoría de plataformas y gigantes de internet abogaban por recurrir a medios verificadores avalados por la International Fact-Checking Network (IFCN) con los que desmentir bulos. Sin embargo, el problema alcanzó límites insostenibles a raíz de la pandemia y se vieron obligados a tomar unas mínimas medidas restrictivas.
Tras perder la presidencia en las elecciones de 2020, Trump realizó afirmaciones falsas sobre el voto por correo. Twitter se limitaba a etiquetar estas publicaciones con enlaces a información verificada, pero no fue suficiente y terminó por borrar mensajes y expulsar a usuarios de gran relevancia como Trump. Tras comprar la red social, Musk restableció la cuenta de Trump y esta semana se ha ofrecido a formar parte de su gobierno en caso de que gane las elecciones estadounidenses.
Las pocas respuestas que ha dado X, al margen de las contestaciones bravuconas de Musk, hacen referencia a medidas como las notas de la comunidad, anotaciones que los usuarios pueden añadir a las publicaciones. Todos los usuarios de la red social pueden ver los mensajes con o sin ilustraciones y un comentario debajo donde se aclara el contexto o correcciones de ese contenido que puede ser falso o engañoso.
Cualquiera puede inscribirse para ser colaborador de esta función. Los usuarios se convierten en jueces de lo que otros publican. Antes de que el resto de usuarios puedan verlas, las anotaciones deben recibir un mínimo de votos de la comunidad de colaboradores.
La defensa de la libertad de expresión no sería el único detonante de los problemas de la plataforma. Musk entró en las oficinas del entonces Twitter dispuesto a hacer limpieza, despidiendo sin contemplaciones a la mitad de la plantilla de la empresa, cerca de 3.700 personas. Tampoco faltaron los despidos fulminantes de quienes se atrevieron a llevarle la contraria públicamente en Twitter. Sin personal que revise y modere las millones de publicaciones delicadas que se realizan a diario, la red social se ha convertido en lo más parecido al salvaje oeste.
Según un informe publicado por el propio Twitter en 2023, la compañía sólo cuenta con 20 moderadores de contenidos que hablan español, del total de 2.294 empleados destinados a regular el contenido de la plataforma, aunque no queda claro si esa cifra se refiera sólo a Europa o a todo el mundo. Eso supone el 0,87% del total, a pesar de que España tiene una de las medias mensuales de usuarios únicos más altas del continente, con casi 21 millones, según datos de GfK.
Inteligencia artificial sin control
El dilema que presentan estas plataformas ha coincido en el tiempo con la llegada de la inteligencia artificial generativa a disposición del gran público. Musk también se ha querido subir a este caballo. La nueva versión de su alternativa a herramientas de generación de contenido como ChatGPT o Gemini se ha lanzado recientemente, con resultados de lo más preocupante.
Grok 2 no ha dejado indiferente a nadie. Puede que en calidad no se diferencie mucho de sus rivales, pero si en algo destaca es en no tener censura. Como era de esperar, la IA de Musk no tiene reparos en generar las imágenes que otras IA se niegan a crear. De ella han salido escenas de propaganda política, imágenes de mujeres sexualizadas y personas famosas en situaciones embarazosas, como Barack Obama frente a unas rayas de cocaína.
Así es la "IA más divertida del mundo", según la describe el multimillonario, el mismo que pidió parar el desarrollo de esta tecnología el año pasado por el riesgo que supone para la humanidad. La combinación entre los generadores de imágenes y textos con las redes sociales ya está dando sus frutos: OpenAI ha denunciado varias operaciones contra campañas de desinformación que usaban ChatGPT para crear bulos y después los subían a las redes.
La IA y las redes sociales son las armas digitales para influir en las sociedades de todo el mundo. Se sirven de estas plataformas para generar confusión y odio, pero también son el altavoz de cada vez más estafas virtuales. Los hackers se mueven rápido y se benefician en muchos casos de las escasas medidas de control en redes sociales como la de Musk.