Ayer, en los prolegómenos de la cumbre de la OTAN que se celebra esta semana en Madrid, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, confirmó a la prensa la intención de Joe Biden de enviar dos nuevos destructores a la base naval de Rota (Cádiz). Se sumarían así a los cuatro de los que ya dispone en España, apenas una semana después de que llegara a la base gaditana el USS Paul Ignatius.
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Es una de las consecuencias de la guerra de Ucrania y un largo deseo del Pentágono, que desde hace tiempo pretendía reforzar el enclave estratégico de Rota, donde ya se encuentran las embarcaciones USS Arleigh Burke (DDG 51), USS Ross (DDG 71), USS Porter (DDG 78) y USS Roosevelt (DDG 80), que forman parte de la denominada Fuerza Naval de Despliegue Avanzado de Europa.
El cometido principal de estos destructores, al menos de momento, será permanecer operativos y alerta como parte del escudo antimisiles desplegado por Estados Unidos para proteger a los países que forman parte de la Alianza Atlántica.
Destructores Arleigh Burke
Los dos destructores que llegarán próximamente a aguas españolas forman parte de la clase Arleigh Burke, llamados así en honor al almirante de mismo nombre, uno de los oficiales estadounidenses más célebres de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, Burke todavía vivía cuando el primer buque de la clase, el que lleva su nombre, fue comisionado.
Es una clase especialmente diseñada para el empleo de misiles guiados de largo alcance. Las primeras unidades salieron de los astilleros a principios de los años 90 y desde entonces la plataforma original no ha dejado de recibir todo tipo de actualizaciones y mejoras, sobre todo relacionadas los sistemas de armamento y la capacidad de acarrear aeronaves.
Además de cañones de lanzamiento de proyectiles de 127 milímetros y ametralladoras, distribuidas a lo largo de toda la cubierta, la Navy de EEUU equipará en un futuro sistemas de armas láser en sus buques clase Arleigh Burke. Ya ha realizado pruebas y es uno de los elementos que pueden desnivelar la balanza en un hipotético enfrentamiento con los buques de guerra rusos.
Los destructores de esta clase son unos de los de mayor tamaño y potencia de fuego de los construidos por Estados Unidos, especialmente por su sistema de lanzamiento de misiles. Entre ellos destaca el Tomahawk de ataque a tierra de largo alcance, que puede llegar a más de 1.000 kilómetros de distancia. También puede disparar misiles de superficie-aire RIM-66M, además de misiles antibalísticos para el escudo aéreo y varios tipos más de municiones antisubmarinas y antiaéreas.
Sus dimensiones son imponentes: 155 metros de eslora por 20 de manga. Además, puede alcanzar un desplazamiento de 9.500 toneladas en orden de servicio. Su autonomía llega a los 8.100 kilómetros a una velocidad de crucero de 37 km/h gracias a 4 turbinas de gas fabricadas por General Electric que generan cerca de 100.000 caballos de potencia.
Guerra electrónica
Estas embarcaciones también disponen de contramedidas a bordo, como los sistemas de guerra electrónica fabricados por Raytheon o los señuelos que se encargan de confundir a torpedos y misiles enemigos. Para estar protegidos frente a todo tipo de ataques, incluidos los nucleares, los biológicos y los químicos, estos buques cuentan con un avanzado sistema de filtración de aire.
Uno de los elementos más destacables de estos destructores es que en su cubierta se alojan helicópteros, fundamentales para su operativa. Los que se incorporan al Ignatius, por ejemplo, son los Sikorsky MH-60R. Son aeronaves desarrolladas precisamente para la perfecta integración con el buque de guerra, para mejorar sus capacidades contra embarcaciones enemigas, ya sean submarinos u otros destructores.
El helicóptero se encarga de recopilar información de lo que ocurre en varios kilómetros a la redonda a través de sus sistemas y sensores, unos datos que envían al destructor para que sus mandos sepan en todo momento de la posible presencia de alguna amenaza cercana. Aún así, los MH-60R también cuentan con misiles y torpedos por si es necesario unir su potencia de fuego a la de la embarcación nodriza.
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Los Sikorsky pueden transportar simultáneamente hasta 2 torpedos clase Mark de varios modelos, 4 misiles Hellfire, misiles AGR-20 guiados de 70 milímetros y ametralladoras. Con todo ese arsenal no supera las 11 toneladas, que se mueven gracias a dos turbinas T700 de General Electric. Alcanzan una velocidad máxima de 270 km/h y tienen una autonomía en modo guerra antisubmarina de 3 horas y media.