Un helicóptero atrapando un cohete en pleno vuelo podría ser el clímax final de una película de la saga Misión imposible, con Tom Cruise haciendo de las suyas, pero es una escena bastante más cercana a la realidad que a la ficción. Eso al menos es lo que pretende Rocket Labs, que a partir del viernes 22 plantea realizar en cualquier momento el lanzamiento del cohete reutilizable Electron desde Nueva Zelanda, en las antípodas de España.
El objetivo de la misión, bautizada como There and Back Again (de ida y vuelta, en español), es transportar 34 satélites de distintos operadores comerciales a la órbita terrestre. Pero lo verdaderamente novedoso es el plan posterior para recuperar el cohete gracias a un helicóptero bimotor Sikorsky S-92, utilizado habitualmente en el transporte de petróleo y gas en altamar, así como en operaciones de búsqueda y rescate.
Se trata de una compleja operación que exige una precisión milimétrica para la que los técnicos de Rocket Labs lleva ensayando en distintas fases desde 2020. El helicóptero despegará una hora antes del lanzamiento del Electron para estar listo para la recogida, cuando la primera etapa del cohete se separe del resto.
Primero se activará un sistema de autoguiado a través de la atmósfera, pero el descenso a 8.500 kilómetros por hora haría imposible cualquier posibilidad enganche. Ahí es cuando entran en juego los dos paracaídas instalados en el cohete propulsor. Uno se desplegará a 13 kilómetros de altura y otro a 6 kilómetros, ambos diseñados para ralentizar el objeto hasta que alcance los 36 kilómetros por hora.
"Es como enhebrar una aguja" en palabras de Peter Beck, CEO de Rocket Labs, cuya intención es evitar la necesidad de fabricar vehículos completamente nuevos para cada lanzamiento. Una apuesta por la reutilización que serviría para abaratar en gran medida los costes de futuras misiones y acortar el tiempo necesario entre una y otra.
No es la primera vez que se intenta una hazaña de este tipo. En 1960, las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos capturaron en pleno vuelo una cápsula de la misión Discoverer 14 que contenía fotografías de la Unión Soviética procedentes de un satélite espía. Una proeza tecnológica en plena guerra fría que en los últimos años se ha "actualizado" gracias a iniciativas de empresas como SpaceX.
La compañía de Elon Musk, competencia directa de Rocket Labs, lleva años aterrizando sus vehículos después del vuelo para evitar la recuperación marítima, una operación arriesgada, larga y cara que además puede suponer el deterioro de componentes clave de los cohetes.
En los próximos lanzamientos del cohete Super Heavy, Musk y su equipo pretenden utilizar el bautizado como Mechazilla, un gigantesco brazo robótico diseñado para izar el cohete sobre la plataforma de lanzamiento antes del despegue y atraparlo cuando regrese. Y aquí es cuando Misión imposible se convirtió en Transformers.
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