Más de 6 meses después, la nave Starship vuelve a enfrentarse al firmamento. Así lo ha confirmado SpaceX, la compañía espacial de Elon Musk, en un comunicado señalando el próximo viernes 17 de noviembre como la fecha de lanzamiento más inmediata desde las instalaciones centrales en Boca Chica (Texas).
Se trata de la segunda prueba de vuelo de una Starship totalmente integrada, que incluye la primera etapa de propulsión y la nave espacial propiamente dicha. Por el momento, el lanzamiento se encuentra "pendiente de la aprobación regulatoria final", tal y como han explicado desde SpaceX.
Tampoco se conoce por el momento la hora fijada, tan sólo que la compañía iniciará una retransmisión en directo a través de internet de toda la prueba, comenzando a emitir 30 minutos antes del lanzamiento. Como ocurre con todas las pruebas de lanzamiento, "el cronograma es dinámico y es probable que cambie, así que asegúrese de estar atento a nuestra cuenta de X [antes conocida como Twitter] para obtener actualizaciones".
La primera prueba se realizó el pasado abril y, aunque el cohete explotó en el aire, sirvió para que los ingenieros recabaran una gran cantidad de datos. Las "lecciones aprendidas" se han convertido directamente en actualizaciones tanto del vehículo como de la infraestructura terrestre. Un número incontable de cascotes de la plataforma de lanzamiento salieron proyectados a centenares de metros, provocando daños materiales y ecológicos importantes.
En esta segunda prueba de vuelo, SpaceX tiene la intención de probar dos novedades esenciales, aunque han aplicado más de 1.000 cambios. La primera está relacionada con un nuevo sistema de separación de las etapas de propulsión. Mientras que la otra gran incorporación es un sistema electrónico que controla el empuje vectorial de los motores Raptor que equipa. "Además de refuerzos en la base de la plataforma y un deflector de la llama fabricado en acero y refrigerado por agua, entre otras mejoras".
"Este rápido enfoque de desarrollo iterativo ha sido la base de todos los principales avances innovadores de SpaceX, incluidos los cohetes Falcon, las naves Dragon y la constelación Starlink", apuntan. "La mejora recursiva es esencial mientras trabajamos para construir un sistema de transporte totalmente reutilizable capaz de transportar tripulación y carga a la órbita terrestre, ayudar a la humanidad a regresar a la Luna y, en última instancia, viajar a Marte y más allá".
El más grande del mundo
La parte superior, correspondiente a la nave espacial, mide 50 metros de altura y 9 de diámetro, y cuenta con una capacidad de 1.200 toneladas de propelente, además de un empuje de 1.500 toneladas-fuerza. De la propulsión en órbita se encargarán seis motores, tres Raptor y tres Raptor Vacuum (RVac), diseñados para su uso en el vacío. Están totalmente optimizados para funcionar en el espacio, gracias a una tobera más grande. Su uso está pensado para maniobras de inserción orbital o de variación de trayectoria en el espacio profundo.
El cohete Super Heavy, por su parte, alcanza los 69 metros de altura y los mismos 9 de diámetro. Su capacidad para el propelente llega a las 3.400 toneladas, y su empuje de despegue a las 7.590 toneladas-fuerza gracias a sus 33 motores Raptor, 13 en el centro y los 20 restantes en el perímetro de la popa del propulsor.
Esta configuración ya se pudo ver en acción en una prueba de encendido llevada a cabo en marzo, aunque fallaron dos de ellos, y más recientemente en agosto. Para hacerse una idea, estos motores de combustión por etapas de metano-oxígeno tienen el doble de potencia que los motores Merlin del Falcon 9.
Una de las cualidades más llamativas de la Starship que la hacen única es su capacidad para reabastecerse estando en la órbita baja de la Tierra para llevar a cabo misiones interplanetarias. Para ello, aprovechará vehículos cisterna (otra Starship, en una configuración especial). Esta recarga de propelente en órbita permitirá transportar hasta 100 toneladas de carga útil hasta Marte, un logro que hasta hace poco parecía imposible.
Con todos estos datos es fácil imaginarse una suerte carretera espacial con la que enviar rápidamente grandes cantidades de material y un buen número de pasajeros (hasta un centenar, según sus propias estimaciones) entre nuestro planeta, la Luna y Marte.