El pasado domingo 23 de junio, Abdullatif bin Rashid Al Zayani, ministro de asuntos exteriores de Baréin, y Alí Baquerí, ministro interino de asuntos exteriores de Irán, anunciaron en la conferencia del Diálogo de Cooperación Asiática celebrada en Teherán, que la República de Irán y el Reino de Baréin han acordado “establecer los mecanismo necesarios para iniciar conversaciones entre ambos países”, para discutir restablecer las relaciones diplomáticas rotas en 2016.
La reunión se produjo en el contexto de las “relaciones histórico-fraternas” entre Manama y Teherán en “virtud de los lazos de religión, vecindad, historia e intereses comunes que los unen”, explica el comunicado en conjunto de las naciones. La ruptura se originó después de que las relaciones entre Arabia Saudí e Irán se rompieran hace casi 10 años.
La pequeña isla en el corazón del Golfo Árabe, desde hace décadas, es una ubicación importante tanto para el comercio regional como para el comercio internacional. Al igual que Irán, Estados Unidos considera a Manama como un punto estratégico para la geopolítica.
Por esa razón Baréin tiene a más de 8.500 militares estadounidenses, contribuye con los objetivos de seguridad nacional de Washington que se refleja en la lucha contra el terrorismo, la “disuasión de los esfuerzos de la República Islámica de Irán para socavar la seguridad regional, el apoyo al respeto de los derechos humanos y la reforma judicial, y la promoción de la prosperidad económica”, explica el informe titulado ‘Integrated Country Strategy’ del Departamento de Estado estadounidense, publicado en 2022.
Además, es la sede de la Quinta Flota de la Armada estadounidense. Hamad bin Isa Al Khalifa, rey bahreiní, ha buscado que su imagen no sea muy asociada a Washington ni a los poderes occidentales. En 2018, permitió que la Marina Real británica volviera a establecer una base en la isla después de 50 años. Baréin es uno de los dos países en el Golfo donde Estados Unidos sigue teniendo un Tratado de Libre Comercio.
Baréin ha sido designada zona de combate desde 1991. En 2013, la Brigada de Al Ashtar se fundó y es la milicia chiita más antigua de Baréin vinculada a Irán, considerada terrorista por Estados Unidos y Canadá entre otros países. En la península arábiga y en las costas del Golfo Persa, la palabra ‘bahreiní’ se usa “como sinónimo de la palabra ‘chiita’ y la minoría en la isla, los suníes, son llamados ‘Alh al-Bahreiní’”, explica la investigación titulada Bahrain and Axis of Resistance: Geopolitical Implications for Iran escrita por Mohsen Biuck, profesor asistente de la Universidad de Defensa Aérea Jatam al-Anbia AJA en Teherán, Irán.
La relación entre Baréin e Irán ha sido tensa desde hace décadas y al estallar la Primavera Árabe en 2011, las relaciones diplomáticas entre ambos fueron empeorando; los chiitas intentaron destituir a la monarquía bareiní.
El 90% de los iraníes son chiitas mientras que en Baréin la familia real es suní y 62% de la población es también chiita y en la isla viven en desventaja económica y política.
Con el objetivo de impedir que Baréin viviera situaciones similares a las de otros países como Túnez, Egipto, Siria y otros, el gobierno arrestó a activistas, disolvió partidos chiitas o exilió y desnaturalizó a ciudadanos como Ayatollah Isa Qassim, acción que molestó mucho a Irán.
En 2015, Manama acusó a Teherán de apoyar, en los aspectos políticos y militares, a los disidentes chiítas en la frontera de su territorio, la cual resonó a las acusaciones hechas en 2011. En 2020, Baréin firmó el ‘Acuerdo de Abraham’ “normalizando relaciones diplomáticas con Israel”, explica el Middle East Eye, provocando que Manama y Teherán se distanciaran aún más.
El gobierno de Baréin está dominado por los suníes que se sienten amenazados por la mayoría chiita iraní, según informa el Instituto de Washington, quien durante el periodo de historia moderna y contemporánea reclamó a la isla como parte de su territorio.
Incluso en 2018, Manama interceptó cargamentos de armas y explosivos de Irán. En prisión, había más de 3.000 chiitas sentenciados por criticar al rey a través de Twitter (hoy en día X).
El 23 de mayo, Hamad bin Isa Al Khalifa, rey bahreiní, durante una visita oficial de Estado a Moscú, pidió a Vladímir Putin que Rusia medie en las conversaciones de relaciones diplomáticas entre Manama y Teherán. Por su parte, Irán contestó dos semanas después “no tener motivo para posponer las pláticas”, explicando que no existe animosidad entre ambas naciones.
En 2023, Wang Yi, ministro de relaciones exteriores de China, medió exitosamente el tratado de paz entre Arabia Saudí e Irán y redujo, como consecuencia, la influencia estadounidense en el Medio Oriente. Se llevó a cabo en mandarín, persa y árabe. Las relaciones entre Riad y Teherán, a pesar del tratado, se mantienen tensas debido a que cada Estado apoya los grupos hostiles del otro. Arabia Saudí es partidaria del medio de comunicación anti-iraní Iran International y a su vez, Irán apoya el movimiento hutí en Yemen, explica el Instituto de Investigación de Política Extranjera (FPRI).