Ese mismo día, Israel declaró la guerra a Hamás, un grupo respaldado por Irán que controla la Franja desde 2006. Y desde entonces, el ejército israelí, a quien el ataque inicial pilló con la guardia baja, ha estado bombardeando día y noche el pequeño territorio palestino de apenas 365 kilómetros cuadrados y en el que viven hacinadas más de dos millones de personas. En lo que va de mes, las autoridades locales han denunciado la muerte de más de 10.000 palestinos, entre ellos unos 3.900 niños.
La "poderosa venganza" de Israel -como el propio primer ministro Benjamin Netanyahu calificó- no se limita a los ataques aéreos. Tras ordenar un cerco total en la Franja y exigir a miles de habitantes a evacuar las zonas del norte en un plazo de tiempo imposible de cumplir, las tropas israelíes penetraron por tierra en territorio gazatí. En cuatro semanas han logrado dividir en dos el enclave palestino y aseguran tener rodeada la ciudad de Gaza, la localidad más importante.
No obstante, al mismo tiempo que las tropas israelíes afianzan posiciones, aumenta la presión internacional para lograr "una pausa humanitaria" que permita la entrada de ayuda a Gaza o, en el mejor de los casos, un alto el fuego. Porque el conflicto parece haber trascendido el territorio, y mientras la milicia Hezbolá (aliada de Hamás y de Irán) dispara desde la frontera del Líbano y los hutíes lo hacen desde Yemen, el resto de Oriente Próximo contiene la respiración antes lo que podría convertirse en una nueva guerra regional.
7 de octubre. El ataque de Hamás
A primera hora de la mañana, sobre las 06:30 horas, miles de cohetes disparados desde Gaza -unos 5.000, según Hamás; unos 2.200, según las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI)- golpearon diversos puntos del sur y el centro de Israel. Los proyectiles impactaron incluso en Tel Aviv y en las afueras de Jerusalén, ciudades normalmente protegidas por la Cúpula de Hierro, el potente sistema de defensa antimisiles israelí.
Mientras las alarmas antiaéreas retumbaban en todo el país, centenares de militantes armados de Hamás cruzaron la valla que separa la Franja de Gaza de Israel por más de 20 puntos y penetraron en algunas de las localidades del sur. La operación Tormenta de al-Aqsa acababa de arrancar.
Los combatientes palestinos, muchos de ellos subidos a una motocicleta, encendieron sus GoPros y sus teléfonos móviles y comenzaron a grabar cómo mataban a sangre fría a más de 1.400 personas en pleno sabbat (el día de descanso de los judíos) y secuestaban a centenares de jóvenes, mujeres, niños y ancianos.
En cuestión de horas, los militantes palestinos arrasaron más de una veintena de pueblos y aldeas fronterizas, como los kibutz (cooperativas agrícolas) de Nir OZ, Be'eri o Sederot, pero también el festival Tribe of Nova que se celebraba cerca de la base militar de Re’im y que acabó en tragedia: unos 260 cuerpos magullados se encontraron de la zona.
El ejército israelí, que no esperaba un ataque de tal magnitud, no logró recuperar el control de las zonas fronterizas y expulsar a todos los atacantes hasta dos días después.
9 de octubre. Israel inicia su "venganza"
"Llevaremos a cabo una poderosa venganza por este día negro para Israel", aseguró el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tras declarar el estado de guerra. Sus palabras vinieron acompañadas de la puesta en marcha de la operación Espadas de Hierro, una ofensiva militar orientada a "erradicar a Hamás" de la Franja y para la que el Gobierno de coalición ha movilizado de forma masiva a unos 300.000 reservistas para unirse a los aproximadamente 187.000 soldados que hay en activo. Un despliegue monumental que comenzó a despertar el miedo sobre una gran incursión terrestre israelí sobre la Franja.
El mismo día del ataque de Hamás, considerado por los israelíes como su propio 11S, los aviones de combate y la artillería israelí comenzaron a atacar indiscriminadamente diversos objetivos en el enclave palestino. Y sólo en los primeros compases de la contienda, se bombardearon dos campos de refugiados, un mercado, varias mezquita, hospitales, decenas de edificios residenciales y otras infraestructuras civiles. Un barrio completo -el de Remal- fue reducido a escombros.
El 9 de octubre, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant ordenó el "cerco total" de Gaza, dejando sin suministro de agua o comida, electricidad o combustible a la población gazatí, sometida ya a un bloqueo terrestre y marítimo impuesto por Israel desde 2007, cuando Hamás se hizo con el poder del territorio. Ese veto, orientado a asfixiar la retaguardia de la organización islamista, ha golpeado duramente a la población de un territorio que, de acuerdo con Naciones Unidas, ya era "inhabitable" antes de la guerra.
Como respuesta al sufrimiento palestino, Hezbolá, la milicia chií libanesa respaldadas por Irán y aliada de Hamás, comenzó a lanzar misiles y cohetes desde el sur del Líbano contra el territorio judío. Desde entonces, la tensión en la frontera norte no ha hecho más que aumentar y amenaza con abrir un nuevo frente.
13 de octubre. El ultimátum imposible
Como preludio de una invasión terrestre, al cumplirse el séptimo día de conflicto, Israel dio la orden de evacuar en 24 horas a más de un millón de palestinos que vivían en la zona norte de la Franja de Gaza. En concreto, de dos de las regiones con mayor densidad de población (Gaza y Gaza Norte). Este ultimátum, que diversas organizaciones internacionales calificaron de imposible de cumplir, provocó el desplazamiento, bajo las bombas, de decenas de miles de civiles que, a través de dos corredores, huyeron hacia el sur del territorio. Allí se encuentra el paso de Rafah que conecta Gaza con la península egipcia del Sinaí y que es el único cruce fronterizo que no controlan directamente las autoridades israelíes.
Cuatro de los seis cruces que existen entre el territorio palestino y el israelí llevaban cerrados desde el bloqueo impuesto hace 16 años por el Estado hebreo. Antes de la guerra actual, de los que quedaban abiertos, por el paso de Erez (en el norte) sólo salían o entraban los trabajadores palestinos empleados en la construcción o la agricultura que tenían autorización. Por el otro, el de Kerem Shalo, sólo pasaba un número limitado de mercancías al día.
Tras el 7 de octubre, estos dos pasos también quedaron sellados, dejando como única vía de escape el paso de Egipto, que ha sido bombardeado en repetidas ocasiones y que El Cairo se niega a abrir por completo para evitar la entrada masiva de refugiados a su territorio. Por su parte, Hamás desestimó la orden de evacuación y pidió a los palestinos que permaneciesen en sus hogares y tildaron de "propaganda" y "guerra psicológica emprendida por la ocupación" el aviso.
Hoy por hoy, Naciones Unidas cifra en 1,4 millones el número de desplazados internos que hay en Gaza. También se estima que entre 38.200 y 44.500 edificios en toda la Franja de Gaza han sido dañados o destruidos, sobre todo los situados en las localidades de Deir al Balah yJan Yunis, en el norte.
26 de octubre. Primera incursión
"Eliminar terroristas". "Neutralizar amenazas". "Desactivar explosivos". Con esos objetivos las tropas israelíes realizaron, tras 19 días de contienda y de intensificar su agresiva campaña de bombardeos, su primera gran incursión terrestre a la Franja de Gaza. Durante la noche, se pudo ver cómo, con el apoyo de aviones y helicópteros, y camuflados en la oscuridad de la noche, decenas de tanques de infantería y vehículos blindados (excavadoras incluidas) salieron de la ciudad de Ascalón y atravesaron la barrera de hormigón que separa Israel del norte del enclave palestino.
Esta maniobra -que duró varias horas- era una operación selectiva para preparar el terreno para "las próximas fases de la guerra", según explicó el portavoz militar israelí, Daniel Hagari. Durante ese primer ataque, las fuerzas de Tel Aviv aseguraron haber golpeado "docenas" de objetivos de Hamás, como posiciones de lanzamiento de misiles antitanques, cuarteles generales de operaciones y miembros de la milicia palestina, antes de abandonar la zona.
30 de octubre. Una invasión gradual
El último fin de semana de octubre, las Fuerzas de Defensa Israelíes anunciaron el inicio de la "segunda fase" de su guerra contra Hamás. Un eufemismo para decir que la invasión de Gaza había comenzado. Y es que lejos de haber lanzado una operación terrestre a gran escala (como se esperaba), las tropas israelíes parecen haber optado por penetrar de forma lenta y gradual en el territorio palestino.
Después de varias noches de quirúrgicas incursiones nocturnas, las FDI entraron en la Franja desde tres puntos diferentes, sin bajar el ritmo de los ataques aéreos, que llegaron a alcanzar hasta los 600 bombardeos diarios. Los primeros bulldozers se abrieron camino por el desierto desde el norte (desde el suburbio de Beit Hanoun) en dirección a la ciudad de Gaza, la capital. Mientras, varios escuadrones israelíes cortaron desde el este la antigua carretera de Salah al-Din, la arteria principal de la Franja que atraviesa la zona de norte a sur. Llegaron hasta el Mediterráneo, partiendo el territorio en dos.
En este primer movimiento, las tropas israelíes trataron de sellar algunas partes de la laberíntica red de túneles subterráneos que el grupo islamista utiliza como gran base militar y en la que, previsiblemente, podrían estar encerrados los rehenes israelíes.
2 de noviembre: El cerco a la capital
Una vez dentro, las Fuerzas de Defensa Israelíes han ido afianzando sus posiciones alrededor de la ciudad de Gaza con el objetivo de ir adentrándose poco a poco hasta rodear por completo la capital. "Hemos avanzado hacia otra etapa importante en la guerra. Las fuerzas están en el corazón del norte de Gaza, operando en la ciudad... rodeándola", anunció el jefe del Estado Mayor del Ejército, Herzi Halevi, a inicios de noviembre.
Uno de los principales retos a los que se enfrentan son los combates cuerpo a cuerpo, que parecen intensificarse a medida que se penetra en el territorio. De hecho, al llegar a la capital, podrían encontrarse unos 40.000 combatientes de Hamás armados hasta los dientes, según avanzó un funcionario de las milicias palestinas al Financial Times.
6 de noviembre. 24h para entrar al centro de Gaza
A pesar de que en los últimos días los movimientos de las tropas israelíes han comenzado a ralentizarse, éstos no se han detenido. Han continuando avanzando poco a poco desde el norte a lo largo de la costa. Este martes, justo cuando se cumple un mes del inicio de la guerra, las autoridades israelíes han confirmado la división de la Franja en dos. “Ahora hay Gaza del norte y Gaza del sur”, ha asegurado el portavoz principal de las Fuerzas Armadas israelíes, Daniel Hagari. Su estrategia no es otra que acentuar esa fractura para estrechar el cerco al corazón de Gaza, donde, aseguran, calculan entrar en un plazo de 48 horas. Allí pretenden atacar y destruir objetivos marcados, como activos importantes y centros de mando y control de Hamás. Este anuncio llega al mismo tiempo que la Franja de Gaza se ha quedado sin comunicaciones por tercera vez en varias semanas y cuando el Ministerio de Salud gazatí, controlado por Hamás, ha denunciado la muerte ya de más de 10.000 personas por los incesantes bombardeos.