Greta Thunberg ha anunciado este viernes que abandona las protestas de estos últimos años. La número 251, ha escrito en Twitter, ha sido su última "huelga escolar por el clima". ¿El motivo? Se acaba de graduar en el instituto. La activista, de 20 años, ha publicado dos fotos en su perfil de esta red social con su habitual pancarta y junto a un grupo de jóvenes.
"Huelga escolar, semana 251. Hoy me he graduado, lo que significa que ya no podré hacer huelga escolar por el clima. Esta es la última huelga escolar para mí", ha apuntado. En un siguiente mensaje, aclaraba que iba a seguir protestando, con otro nombre: "Ya no se le podrá llamar huelga escolar. Simplemente, no tenemos otra opción que hacer todo lo que podamos. La lucha solo acaba de empezar".
Esta chica de Estocolmo se hizo conocida a nivel mundial por sus manifestaciones desde septiembre de 2018, con solo 15 años. La ecologista se situaba cada semana delante del Parlamento sueco para reclamar acciones firmes contra el cambio climático. Su acción consistía en sentarse frente a la institución con una pancarta hecha a mano en la que se leía: "Huelga escolar por el clima". Su padre la vigilaba a lo lejos.
La iniciativa de Thundberg se propagó mientras crecía su fama. En poco más de un año, consiguió reunir a cuatro millones de personas en la mayor protesta climática de la historia, el 20 de septiembre de 2019. Y su movimiento dio pie al Fridays For Future, una plataforma internacional con delegaciones en distintos países.
"Cuando comencé a hacer huelga en 2018, nunca podría haber esperado que conduciría a algo. Después de hacer huelga todos los días durante tres semanas, éramos un pequeño grupo de niños que decidimos seguir haciendo esto todos los viernes. Y lo hicimos, que es como se formó Fridays For Future", ha explicado Thundberg.
El fenómeno global de sus protestas
La iniciativa, de hecho, se trasladó a la COP26, celebrada en la ciudad escocesa de Glasgow, donde la sueca denunció la inmovilidad de los políticos con una frase rotunda: "La cumbre del clima se ha convertido en un festival de dos semanas para lavar su conciencia, donde todo sigue igual y todo es bla, bla, bla".
Son reconocidas también sus trifulcas verbales con Donald Trump o el influencer Andrew Tate. La activista mantiene desde hace años un veto a viajar en avión por el enorme impacto ambiental que generan los vuelos y se mueve en bicicleta por su ciudad, sigue una dieta vegana, y además, no compra ropa nueva, sino de segunda mano. Thunberg sostiene que esta postura puede influir en los jóvenes y ser conscientes de que el mundo va en la dirección "equivocada".
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"Todavía estamos aquí, y no planeamos ir a ningún lado. Mucho ha cambiado desde que comenzamos y, sin embargo, aún nos queda mucho por hacer. Todavía nos estamos moviendo en la dirección equivocada, donde a los que están en el poder se les permite sacrificar personas marginadas y el planeta en nombre de la codicia, el lucro y el crecimiento económico. Continúan desestabilizando la biosfera y nuestros sistemas de soporte vital. Nos estamos acercando rápidamente a posibles puntos de inflexión ecológicos y climáticos no lineales más allá de nuestro control", ha añadido.
Su reivindicación se ha convertido en un fenómeno global. Y ella, en una cara popular. Suma 5,7 millones de seguidores en Twitter, fue elegida como personaje del año por la revista 'Time' e incluso ha sido nominada varias veces al Premio Nobel de la Paz. Además, se ha convertido en una imprescindible en las cumbres climáticas y ha conseguido entrevistarse con todo tipo de líderes mundiales, desde el papa Francisco hasta Barack Obama, el expresidente de EEUU.