Joe Biden firma una orden ejecutiva para reformar la policía federal y local este miércoles.

Joe Biden firma una orden ejecutiva para reformar la policía federal y local este miércoles. Kevin Lamarque Reuters

América

El fracaso de Joe Biden en el control de armas en EEUU o por qué no puede regular el lobby

La tragedia de Texas ha sacado a relucir dos décadas de intentos frustrados tratando de parar los pies al lobby armamentístico.

26 mayo, 2022 06:28
Nueva York

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"Tenía la esperanza de que cuando me convirtiera en presidente no tendría que volver a hacer esto. Otra masacre". Visiblemente afectado por la noticia de un tiroteo masivo en una escuela primaria en Texas, Joe Biden volvía a pedir este miércoles a los legisladores estadounidenses que dejen de lado sus diferencias y busquen soluciones a lo que él califica desde hace años de "epidemia de salud pública".

"Una escuela primaria. Hermosos, inocentes, de segundo, tercero, cuarto curso. ¿Y cuántas decenas de niños inocentes que presenciaron lo sucedido vieron morir a sus amigos como si estuvieran en un campo de batalla, por el amor de Dios?"

Biden, recién aterrizado de un viaje presidencial a Asia, imploró a los legisladores que "convirtieran este dolor en acción" mientras analizaba algunos de los tiroteos masivos desde la masacre de Sandy Hook en 2012, cuando era vicepresidente. "¿Por qué seguimos dejando que esto suceda? ¿Dónde, en el nombre de Dios, está nuestro coraje para enfrentar y hacer frente a los grupos de presión?", añadió, en referencia al conocido como lobby proarmas al que pertenece entre otras organizaciones la Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en inglés).

Joe Biden pide plantarse ante el 'lobby' de las armas tras el tiroteo en Texas Efe

Una vez más, su petición ha caído en saco roto: varios republicanos, incluidos los senadores Ted Cruz de Texas y Jim Inhofe de Oklahoma, ya han rechazado públicamente la posibilidad de aprobar una legislación de control de armas en respuesta al tiroteo de Uvalde. A su vez, Greg Abott, gobernador de Texas, sugirió en una conferencia de prensa el miércoles por la tarde que el tiroteo fue el síntoma de una creciente crisis de salud mental y no la consecuencia de la laxitud de las leyes de control de armas del estado.

Cabe recordar que hace apenas una semana Biden estuvo en Buffalo, al norte del Estado de Nueva York, ofreciendo apoyo a las familias afectadas por otro ataque con armas de asalto que se saldó con 10 fallecidos a manos de un autoproclamado supremacista blanco en un supermercado situado en un vecindario predominantemente negro.

Fracaso personal

En su dilatada carrera en el servicio público, Biden se ha enfrentado al lobby proarmas en numerosas ocasiones, aunque sus triunfos hayan sido pocos y rápidamente olvidados. Los expertos achacan parte de este fracaso a la hora de legislar para un mayor control de armas a la falta de creatividad de Biden, quien parece empeñado en sacar adelante las mismas medidas que lleva proponiendo desde que comenzó su andadura en el Senado, hace ya más de veinte años.

Partidario de un enfoque 'holístico', Biden ha sido consistente a la hora de sugerir posibles soluciones. En 1993, lideró en el Congreso el proyecto que derivó en la Ley Brady de Prevención de la Violencia con Armas de Fuego. Dicha ley estableció el sistema de verificación de antecedentes que desde entonces ha evitado que más de 3 millones de armas de fuego "caigan en manos peligrosas", según datos manejados por el equipo de campaña de Biden y Harris.

Un año después, Biden y la senadora Dianne Feinstein lograron la aprobación de una prohibición de 10 años sobre la venta de armas de asalto y cargadores de alta capacidad, ganándole la partida a la Asociación Nacional del Rifle. No obstante, ese triunfo venía con fecha de caducidad y se truncó cuando una década después, Biden fue incapaz de lograr el apoyo suficiente para renovar la ley, ni siquiera de manera temporal.

Memorial improvisado a las puertas de la escuela objeto del tiroteo en Texas.

Memorial improvisado a las puertas de la escuela objeto del tiroteo en Texas. Nuri Vallbona Reuters

Un nuevo Sandy Hook

La masacre de la que ha sido testigo la comunidad de Uvalde ha removido los fantasmas de una tragedia dolorosamente similar, la del ataque con armas de fuego que acabó con la vida de 20 niños de 5 y 6 años y de varios profesores del colegio Sandy Hook en Connecticut en 2012.

En ese momento, el presidente Barack Obama encargó al entonces vicepresidente Biden que desarrollara un paquete de propuestas legislativas y acciones ejecutivas para mejorar la seguridad en todas las comunidades del país. ¿El resultado? Más de una veintena de "acciones razonables" entre las que se cuentan la reducción de la llamada "laguna legal de la exhibición de armas", el aumento de registros en el sistema de verificación de antecedentes y la expansión de los fondos destinados a servicios de salud mental.

Es fácil ver el parecido entre las medidas defendidas por Biden tanto desde su escaño en los noventa como desde su retorno a la Casa Blanca en 2021. En la actualidad, la estrategia de Biden para abordar el aumento de la delincuencia y la violencia armada pasa por aumentar los fondos para la policía, reforzar los programas comunitarios de prevención de violencia, sacar a los delincuentes violentos de las calles.

Legisladores y expertos en la materia coinciden en que la clave del éxito reside en conseguir nombrar un director permanente de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF). Apenas un día después de conocerse el horror acaecido en Texas, el segundo candidato para ese puesto que propone Biden en menos de un año -exfiscal federal Steve Dettelbach-, se sometía al escrutinio del Senado.

De ser confirmado, Dettelbach sería el primer director permanente de la ATF en siete años. De hecho, podría hacer historia, pues este puesto a menudo se enfrenta el rechazo del lobby proarmas, que ha conseguido que sólo haya habido un director de la ATF confirmado por el Senado en los últimos 16 años.

Otras medidas con marcadas reminiscencias de la primera época de Biden en el Capitolio incluyen la ley para restringir la venta y circulación de las llamadas 'pistolas fantasma', armas de fuego que se pueden comprar online por piezas y que hasta ahora carecían de número de serie, lo que dificulta su seguimiento.

Además, Biden quiere verificar los antecedentes de cualquier persona interesada en hacerse con estos kits de pistolas caseras, incluidos los kits de impresión 3D. Una vez más, las medidas propuestas distan mucho de ser contundentes, pues no incluyen ni la prohibición de la venta y posesión de kits caseros de armas ni refuerzan las penas por delitos cometidos con armas fantasma.

Lágrimas entre los congregados en una reunión comunitaria en Uvalde, Texas.

Lágrimas entre los congregados en una reunión comunitaria en Uvalde, Texas. Tannen Maury Efe

Guerra en el Congreso

Con las elecciones al Congreso a la vuelta de la esquina y un más que probable cambio en el equilibrio de poderes a favor de los republicanos, los demócratas empiezan a verse arrinconados, teniendo que recurrir a la Casa Blanca cada vez que quieren que alguna de sus propuestas salgan adelante.

La oposición del Partido Republicano a restringir el derecho de los estadounidenses a tener armas -recogido en la famosa Segunda Enmienda a la Constitución- ha sido y sigue siendo el principal obstáculo para la modernización de las leyes de control de armas. De hecho, las órdenes ejecutivas (equivalentes al Decreto Ley en España) son una de las pocas herramientas que le quedan a Biden.

A esa oposición frontal por parte de los conservadores se une la falta de consenso en la bancada demócrata y una influencia cada vez mayor del lobby armamentístico.

Este jueves, los senadores tendrán la oportunidad de acercar posiciones durante la votación de la legislación aprobada por la Cámara de los Representantes la semana pasada para reforzar los recursos federales para prevenir el terrorismo interno.

Claro que para llegar aunque sea a un acuerdo de mínimos, los republicanos tendrán que ser capaces de ver más allá de sus respuestas alternativas habituales (leyes de 'bandera roja' más estrictas para facilitar que las fuerzas del orden confisquen armas a los enfermos mentales, intervenciones de salud mental más agresivas y más guardias y policías armados en las escuelas) y los demócratas hacer un esfuerzo por encontrar algún punto en común con los republicanos sobre "medidas más sustanciales" para ponerle coto a la violencia armada.