Identificado por el psicoterapeuta estadounidense Beverly Engel, el síndrome de la niña buena afecta a más mujeres que a hombres. Este famoso síndrome hace que quien lo sufre dé siempre más importancia a los deseos y necesidades de los demás que a los suyos propios.
Pero ¿en qué consiste realmente este síndrome y cómo es posible identificarlo y enfrentarlo? Te contamos todo lo necesario para reconocerlo y cómo saber hacerle frente aprendiendo a priorizarte.
¿Qué es el síndrome de la niña buena?
Como te hemos adelantado, el síndrome de la niña buena suele darse más en mujeres y principalmente se identifica cuando la persona que lo sufre antepone los deseos y necesidades de los demás a los suyos propios. Un síndrome que habitualmente suele estar asociado a personas que han sido educadas rodeadas de bondad, pero a las que les ha faltado aprender a defenderse o a cuidar de sí mismas.
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Estas personas habitualmente suelen llegar a la edad adulta con esa personalidad complaciente y con cierto miedo a imponerse, fracasar o darse prioridad. Y es que habitualmente desde la infancia la sociedad acostumbra a construir una imagen sobre nosotros mismos y sobre esa idea de que debemos ser buenos con todo el mundo para sentirnos aceptados.
Una imagen de nosotros mismos basada en los propios valores de la sociedad, por la que habitualmente la persona siente esa necesidad de querer agradar constantemente a todo el mundo para no salirse del molde socialmente aceptado que le han inculcado, pero la realidad es que conseguir esto es realmente imposible.
Es precisamente en este punto cuando la persona puede llegar a sentirse excesivamente responsable del bienestar de los demás y a perseguir ese ideal de perfección imposible de alcanzar.
¿Cuáles son las características de este síndrome?
Antes de abarcar sus características y aprender a identificarlo, es importante mencionar que a pesar de identificarse como síndrome de la niña buena, no nos referimos a un trastorno en sí mismo, sino precisamente a un perfil que puede llegar a generar una falta de bienestar psicológico y problemas a la persona que lo sufre, precisamente por esa autoexigencia constante.
Para aprender a identificarlo y hacerle frente, es importante saber reconocer algunas de sus características principales:
- No saber decir NO: Habitualmente las personas que lo sufren han aprendido tanto a anteponer las necesidades de los demás a las suyas propias, que no se ven con capacidad o derecho para poner límites o sencillamente decir NO.
- Evitación de conflictos: Esa preocupación constante por los demás hace que también tengan terror a herirlos. Precisamente esto sumado a esa necesidad constante de mantener una imagen de buena persona ante el mundo, hace que habitualmente estas personas eviten los conflictos y eviten mostrarse enfadadas.
- Miedo constante al fracaso: Para las personas con síndrome de la niña buena, fallar nunca es una opción válida. De hecho, suelen vivir con un miedo constante a decepcionar a los demás y a fracasar.
- Mucha dificultad en la toma de decisiones: La inseguridad y las constantes dudas en la toma de decisiones, es otra de las características principales de las personas que padecen este síndrome. De hecho, viven con un conflicto interior constante, entre lo que les dicta su propia personalidad y lo que les dicta esa necesidad constante de amoldarse a la imagen que la sociedad ha creado de sí mismos.
- Autoexigencia constante para no salirse del perfil: No salirse de ese perfil que la sociedad ha creado de estas personas, hace que constantemente se automachaquen para no salirse de ese molde. Un aspecto que pueden llevar tanto a su vida personal como laboral, de pareja, académica, social…
¿Cómo enfrentar el síndrome de la niña buena?
Una de las claves principales para superar este síndrome y dejar de lado todas y cada una de sus características que lo definen, es que la persona aprenda a valerse por sí misma, aprenda también a tomar el control de tu vida y empezar a priorizar sus propias necesidades e intereses.
Una serie de claves y dinámicas no precisamente fáciles de adoptar para las personas que sufren este síndrome, sobre todo por esos constantes valores que desde pequeños vienen implícitos en la sociedad y en nuestro propio círculo.
Precisamente por esto, ponerse en manos de algún experto o experta en psicología puede ayudar precisamente a reconocerlo y adoptar dinámicas que ayuden a reforzar esa autoestima y esa importancia de trabajar con nuestro propio diálogo interno.
Potenciar la autoestima, desarrollar las habilidades asertivas, dejar a un lado ese miedo de no agradar a todo el mundo, dejar de juzgarte o de dar excesivo valor a las necesidades de los demás, es precisamente lo que necesitarás para dejar a un lado este síndrome y mejorar tu bienestar psicológico de una vez por todas.
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