A pesar de encontrarnos en pleno siglo XXI el género femenino sigue sufriendo los roles y estereotipos de este género, hablamos de ideas impuestas y asumidas sobre las características, actitudes y aptitudes tanto de las mujeres como de los hombres y que lamentablemente siguen siendo aprendidas e interiorizadas desde la infancia.
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Valores y comportamientos de la sociedad en la que nos movemos que hacen que lleguemos a normalizar aspectos en los que la reflexión tiene poca cabida y que no solo han cerrado o dificultado la apertura de muchas puertas y oportunidades durantes años a las mujeres, sino que también ha llegado a influir negativamente en el propio comportamiento entre mujeres dentro del mismo género femenino con el fin de criticar o no permitir más logros.
De hecho, puede que alguna vez hayas escuchado a alguna compañera mencionar que se siente mucho más cómoda trabajando con hombres que con otras mujeres. Es precisamente este pensamiento de que la relación con otras mujeres puede ser complicada y problemática, de donde procede el comportamiento relacionado con el síndrome de la abeja reina.
Un síndrome alejado de otros síndromes más conocidos como el síndrome de la mujer impostora o el de Hikikomori y del que te hablamos a continuación.
Precisamente una de las causas de que este síndrome de la abeja reina se haya manifestado en mayor medida en el terreno laboral, está directamente relacionado con la barrera de género que durante años y lamentablemente todavía a día de hoy continúa en algunos casos reduciendo las posibilidades femeninas en algunas áreas profesionales. Una situación que facilita aún más que esa competitividad aumente y que comportamientos como este continúen estando presentes.
¿Qué es el síndrome de la abeja reina?
El síndrome de la abeja reina hace referencia al fenómeno por el cual, mujeres que ocupan altos cargos dentro de organizaciones tienen la clara preferencia de rodearse de hombres a la hora de trabajar al pensar que, por defecto, el resto de mujeres son sus rivales o personas a las que debe dominar.
Un tipo de lógica competitiva e individualista que no tiene por qué ser un mero reflejo de la personalidad de la mujer en cuestión, ya que ese trato no lo aplica de igual manera a los hombres con los que trabaja.
Un tipo de comportamiento que según estudios realizados por la Universidad Complutense de Madrid, estaría relacionado y fomentado desde la propia adolescencia, en la que se fomenta con más regularidad esa rivalidad entre las mujeres con el fin de ‘no ser como las demás’ y marcar la diferencia. Un comportamiento que acaba haciendo que estas perciban al resto de compañeras
como rivales y enemigas y no como aliadas.
¿Cómo se puede detectar?
Una de las primeras señales de que nos encontramos antes el catalogado como síndrome de la abeja reina es cuando estas ‘líderes’ prefieren trabajar de forma exclusiva con hombres, llegando incluso a relegar y no preferir compañeras de género femenino. La razón de ello, es que estas mujeres se sentirían amenazadas por el resto de mujeres y tendrían miedo a que otras pudiesen destruir su éxito profesional.
Otra de las actitudes comunes de este síndrome es la imitación del comportamiento masculino o hetero-normado. También tienden a aprobar conductas y actitudes discriminatorias contra otras mujeres, al verlas como rivales y personas débiles.
Todo lo opuesto a la sororidad
Esa competitividad y rivalidad entre mujeres es precisamente todo lo contrario al apoyo y la solidaridad y una de las principales trabas contra la igualdad, sobre todo en el terreno laboral. De hecho, según la Universidad Complutense de Madrid este síndrome es uno de los principales precursores actuales de la discriminación de género en el ámbito laboral.
Es una de las principales razones por las que este síndrome choca totalmente con el concepto de sororidad entre mujeres, al igual que cualquier tipo de envidia o rivalidad entre mujeres de un colectivo que, ya de por sí, ha tenido que sufrir durante años los estragos de la desigualdad en muchos ámbitos.
Nos invita a recordar de forma especial las palabras de la exsecretaria de Estado estadounidense Madeleine Albright: "Hay un lugar especial en el infierno para las mujeres que no apoyan a otras mujeres".