El aviso de la nutricionista Sandra Moñino sobre el consumo de omega-3 y 6: "Se genera inflamación"
- El omega-6 y el omega-3 son dos ácidos grasos que tienen la categoría de esenciales, esto quiere decir que es necesario incluirlos en la alimentación.
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El omega-3 es un tipo de ácido graso esencial que nuestro organismo no es capaz de fabricar por sí mismo. Consiste en un grupo de ácidos grasos poliinsaturados que desempeñan roles importantes en la estructura de las membranas celulares y en los procesos metabólicos, así como otras funciones fundamentales.
Los ácidos omega-3 se han relacionado con múltiples efectos positivos para el organismo, dentro de los cuales destacan su efecto antiinflamatorio, disminución de triglicéridos, reducción discreta de la presión arterial y efecto antitrombótico, entre otros. Por todos estos motivos, han pasado a ser desconocidos, a estar en boca de todos.
Sin embargo, además del omega-3, también existen otros ácidos grasos esenciales, como el 6 del cual no hablamos tanto, pero que, en cambio, consumimos mucho más. Este desequilibrio, según la experta Sandra Moñino, lejos de ser beneficioso puede acarrear una serie de consecuencias, como inflamación.
¿Qué ocurre con el omega-3 y 6?
Sandra Moñino es una nutricionista especializada en inflamación que creó la comunidad Nutricionate con el fin de ayudar a sus pacientes a mejorar sus hábitos alimenticios. Además, la experta está muy presente en redes sociales con su pódcast Con jengibre y limón, junto a la periodista María Pérez, y participando en otros, como Mejor que Ayer, junto al médico Borja Bandera.
En este último, ha hablado sobre los ácidos omega-3 y omega-6 y nuestra forma de consumirlos, ya que tendemos a crear un desequilibrio en nuestro organismo. En la mayoría de los casos, el primero de ellos "está muy falto".
"El omega-3 en nuestra alimentación está muy falto. Por ejemplo, pescados azules. Muy poquita gente consume pescados azules, sobre todo pequeños como la sardina, los boquerones o la caballa", explica la experta.
En cambio, con el omega-6 pasa al contrario. "Consumimos mucho, como cereales, harinas, aceites vegetales, como son el de girasol, de colza o de palma", indica. Este tipo de líquidos grasos que aunque no los añadamos a nuestra dieta de forma individual, están presentes en alimentos como, por ejemplo, el pan de molde.
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De esta forma, tenemos un desequilibrio en nuestro cuerpo: mucha falta de omega-3 y exceso de omega-6. Aunque parezca que no influye en absoluto, lo cierto es que se "generan procesos inflamatorios en nuestro cuerpo".
El desequilibrio entre las grasas omega-3 y omega-6 puede potenciar inflamaciones crónicas o ayudar a que se produzcan con mayor facilidad las agudas como consecuencia de traumatismos o infecciones.
Esa balanza descompensada dificulta la recuperación de los procesos inflamatorios y enfermedades degenerativas crónicas como las autoinmunes. Además, diferentes estudios sugieren que un desequilibrio entre omega 6 y omega-3 podría estar vinculado a mayor incidencia de trastornos emocionales.
Por ello, es fundamental buscar un equilibrio. "Debemos bajar un poquito más ese tipo de alimentos ricos en omega-6 y aumentar aquellos ricos en omega-3", explica la experta. En este contexto, reducir esos aceites vegetales, semillas o frutos secos, con el fin de aumentar los pescados azules o mariscos.