La vitamina D es una sustancia esencial para el desarrollo y crecimiento de los huesos. Una vitamina liposoluble con diferentes e importantes funciones dentro de nuestro organismo, pero que sin duda destaca por hacer de vehículo para la absorción del calcio en el organismo, ya que sin este compuesto el calcio no puede ser absorbido.
A todo esto hay que unir la importancia de la vitamina D a lo largo de toda la vida de la mujer, así como los diferentes estudios que en los últimos años han asociado la vitamina D también a una función protectora frente a determinados tipos de cáncer, como el de colon, el cáncer de mama, próstata o de páncreas.
Es precisamente cuando existe un déficit de esta vitamina, cuando los suplementos de vitamina D pueden contribuir a mejorar tu salud. ¿Has oído hablar de ellos? ¿Quieres saber cuándo es necesario tomarlos? Te lo contamos.
¿Cuándo tomar suplementos de vitamina D?
Como te hemos adelantado, la vitamina D cumple con una función crucial para nuestro organismo, facilitando la absorción de calcio y ayudando por lo tanto a fortalecer nuestros huesos. Pero esto no quiere decir que para tener unos huesos fuertes necesites tomar suplementos de vitamina D, sobre todo si tus niveles de esta vitamina son ya de por sí, adecuados en tu organismo, en cuyo caso podría ser contraproducente para la salud.
En cambio, en los casos en los que se sufra un déficit importante de vitamina D, sí que los suplementos pueden convertirse en un buen aliado. Aun así, la mejor opción antes de comenzar a tomarlos, será siempre hacer una primera consulta con nuestro médico y que este nos recomiende la mejor opción en nuestro caso para aumentar el nivel de esta vitamina de forma controlada y segura.
¿Qué problemas de salud puede causar una deficiencia alta de vitamina D?
Un nivel bajo de vitamina D puede llegar a provocar importantes problemas de salud como enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, pérdida de densidad ósea que puede llegar a derivar en osteoporosis y fracturas, en niños puede llegar a causar raquitismo, osteomalacia en adultos, presión arterial alta, determinadas enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple o incluso cáncer.
No hay que olvidar que este déficit de vitamina D suele darse sobre todo en los adultos mayores, los cuales pueden llegar a tener más problemas con la absorción de la vitamina D. Aún así, también existen otros factores de riesgo como el sobrepeso, una mala alimentación, factores genéticos o incluso una falta de exposición solar. En estos casos, un complejo multivitamínico con un gran aporte de vitamina D puede ser conveniente siempre que el médico lo considere y siempre en las dosis que recomiende para cada caso en particular.
La importancia de la vitamina D en la salud de la mujer
Contar con unos niveles óptimos de vitamina D también es vital a lo largo de toda la vida de la mujer. Desde la adolescencia para prevenir problemas cardiovasculares y estados depresivos a la edad fértil, donde unos niveles bajos de vitamina D pueden estar asociados a problemas de fertilidad, al síndrome de ovarios poliquísticos o incluso a la diabetes gestacional durante el embarazo.
Durante la menopausia, la vitamina D también adquiere un papel protagonista para prevenir problemas de osteoporosis, obesidad, diabetes, cáncer de mama o problemas cardiovasculares, entre otros.
¿Cómo obtener más vitamina D?
Los suplementos de vitamina D, siempre que sean prescritos por un médico y se utilicen para compensar una deficiencia importante de esta vitamina en el organismo con su seguimiento correspondiente a través de análisis periódicos, son una buena opción.
Pero lo cierto, es que también existen otras dos fuentes principales de vitamina D que tampoco podemos olvidar y a las que también hay que dar especial importancia: la vitamina D del sol y por supuesto la dieta y los hábitos saludables. Estos factores siguen siendo las mejores fuentes naturales de vitamina D. Y es que basta con unos 15 minutos de tomar el sol al día para mantener unos niveles óptimos.
En cuanto a la dieta, será necesario aumentar el consumo de pescados grasos como el atún, el bonito, la caballa, el salmón, las sardinas… En determinados casos, estas sencillas medidas pueden ser suficientes para mejorar nuestro nivel de vitamina D en el organismo.
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