Esta semana, algunas empresas de alimentación han alertado de problemas de suministro por las huelgas de transporte. Desde hace días, ciertas informaciones alertan falsamente de falta de distribución de alimentos básicos por lo que hay gente que literalmente se ha tirado a los supermercados para aprovisionarse… Los pescadores han amenazado con no sacar las flotas. Los ganaderos tiran leche… Se habla de economía de guerra. Y no es para menos. Pero la batalla lleva ya mucho tiempo librándose, y más allá de energía, gas, invasión, que no es poco, que es mucho, nuestra alimentación está cambiando, y nuestra obsesión por la nutrición ampliándose.
Así las cosas, nos planteamos cómo vamos a comer en el futuro, con la esperanza de que pastillas del astronauta o similares fueran bromas del pasado. Para conseguir un poco de luz, eso sí sin incrementar la factura, he reunido conmigo a tres expertas: la doctora en psicología Laura Rojas-Marcos, la especialista en nutrición y salud, Nítida Pastor, y la nutrimentora, Cristina Barrous.
Laura Rojas-Marcos: La población sigue creciendo los recursos son limitados. Así que tenemos que cambiar. Yo diría que ya estamos cambiando ese sistema y sobre todo la mentalidad porque también tiene que aumentar la producción de alimentos; por lo que he estado leyendo vamos comer más insectos, más algas.
Cristina Barrous: Es una alimentación que creo que se va acercando más al vegetarianismo. El planeta lo necesita y nuestro cuerpo se relaciona bastante bien con este tipo de alimentación, aparte de que es sostenible.
Nítida Pastor: Así va a ser. De ahí, toda la expansión de la proteína vegetal. Y también va a estar muy basada en productos secundarios o que hoy se consideran de desecho. Me gustaría pensar, y es mi lista de deseos, que vamos a comer mejor y menos, pero con alto valor biológico; podemos avanzar con la crononutrición.
Charo Izquierdo: Cuanto mayor eres, menos necesitas de unas cosas y más de otras. Efectivamente, ahí tiene que producirse un cambio.
N.P.: Tiene que haber un cambio por eso y porque, además, en función de las enfermedades que vas cogiendo, tu microbiota intestinal varía, por lo que los alimentos que necesitas son distintos. Todo está relacionado con las nuevas herramientas que tenemos para conocer no solamente la genética sino el estado de nuestro organismo pautando una alimentación personalizada, pero en función de tu momento biológico.
C.B.: Cada persona es distinta, hay que distinguir en género, edad, necesidades, y nos acercamos más a la cultura de prevenir antes de curar. Empieza a haber una conciencia colectiva que ve el gran poder de la alimentación para sumar salud antes de que llegue algo externo que pueda restar o interno que podemos generar.
L.R-M.: Se ha comprobado, por ejemplo, que la dieta mediterránea funciona muy bien evidentemente y la necesidad de adaptar la alimentación a cada persona. Pero hay que crecer a partir de lo que ya sabemos y hemos comprobado. Tampoco tenemos que inventar la bombilla.
C.B.: Sí, sí, en todas las estadísticas, la mediterránea da resultado de una microbiota más variada, más estable, aparecen menos patologías. Pero cuando se comparan dietas también se habla de una dieta mediterránea con mucho vegetal, mucho pescado, menos mamífero. Porque todos tenemos una idea de la dieta mediterránea pero cada uno hace su propia interpretación... Y yo también estoy muy de acuerdo con la idea de que tenemos un cuerpo súper primitivo y que cuando lo tratamos de una forma más primitiva nos lo agradece.
Ch.I.: En el pasado igual el pescado no tenía tanto mercurio, por ejemplo, o no había ingerido tanto plástico, nos movíamos más… Hay que ir adaptando la alimentación al momento y al entorno.
N.P.: Yo he trabajado en etnobotánica que en parte se enfoca en recuperar el uso tradicional de las plantas y alimentos para cuidar la salud, que se va transmitiendo de generación en generación. Obviamente los alimentos tan cotidianos como la cebolla, la col, los espárragos, al final se ha visto cómo protegen el sistema inmune… y no es algo que nos hayamos inventado ahora. Lo que hemos hecho ahora es investigar sus principios activos, ver qué cantidad contienen, cómo se absorben, su biodisponibilidad.
C.B.: Los verdaderos superalimentos son los que suman salud, los que realmente nos dan una especie de superpoderes. ¿No os parece que la gente también empieza a ser consciente de esto?
N.P.: Somos conscientes de la prevención que es importante, ya que estamos aprendiendo cada vez más pero cuesta mucho cambiar hábitos; creo que aún se necesita algo más.
C.B.: Ahí hay una parte psicológica, ¿no?
Ch.I.: ¿Y política? Perdonad pero todos podemos hablar de brócoli y comerlo crudo con sus ramitas, pero cuando vas a muchos lugares públicos, incluidos hospitales, las máquinas de vending tienen productos que en fin. Es como si hubiera un desequilibrio entre lo que se está promoviendo y lo que se está haciendo, ¿no?
N.P.: Nos metemos en el terreno de la economía de la salud.
L.R-M.: Y en la parte de la economía todo tiene mucho que ver con la gestión del tiempo. Con el fast food desaparece la noción de placer de la comida y la convierte en un trámite.
C.B.: El tema de la gestión del tiempo me lo encuentro día a día en mis consultas, con frases como “yo soy consciente de que tengo que comer mejor pero no me da la vida”. Sin embargo, lo rápido y lo bueno a veces es compatible, porque muchas veces hay resistencia porque creemos que se trata de hacer platos supercomplejos, de horas en la cocina, y no es así. Existen métodos para conseguir comer sano y rico, porque si no está rico no vale para nada; hay que disfrutar la comida y encontrar ese equilibrio entre el tiempo, lo saludable y el placer, esa parte social de la comida.
N.P.: No se trata de fijarse objetivos nutricionales ni tener una balanza en la cabeza, pero es importante mantener una adherencia a esto sin que sea un trabajo excesivo. Ahí tienes que combinar comidas rápidas que puedan ser saludables con el entorno que apoye esa dinámica. Tienes que procurarte cosas ricas y saludables, organizarte los momentos críticos rápidos y luego pues te tomas tus licencias emocionales de vez en cuando, como un plato de jamón y una copa de vino, que es maravilloso.
"Con el fast food desaparece la noción de placer de la comida y la convierte en un trámite"
L.R-M.: Ahí está la clave, quizás en la moderación, en comer un poquito de todo, permitirse también una serie de licencias, con flexibilidad para no vivir en estado de estrés permanente. Y luego…, me estoy encontrando mucho en la consulta y en mi entorno personal a personas que viven solas para las que ese momento de la alimentación es un trámite.
C.B.: La palabra creo que es responsabilidad personal. Yo puedo pedir que sirvan mejor comida en los colegios, que dejen de poner publicidad, dibujos en los alimentos para niños, podemos pedirlo pero luego cada uno en su casa tiene que decir estas es mi orquesta y la voy a dirigir lo mejor que pueda.
N.P.: Hay que pensar en lo importante de la alimentación familiar y tener en cuenta que cuando se tienen hijos ya en los nueve meses de gestación se trabaja para su desarrollo mental, personal, para su sistema inmune. Es fundamental la labor que podemos hacer como familia y no solamente nosotras, sino también nuestra pareja en ayudar a crear una alimentación más saludable y más rica.
Ch.I: Se necesita aprender desde la infancia, pero no solo desde la familia, también en el colegio, igual que se enseña educación vial o sexual, habría que dar educación alimentaria en la escuela. Vamos como a dos velocidades, hay gente muy interesada en una buena alimentación y por otra parte seguimos enclavados en el pasado, ¿no?
C.B.: El cambio cuesta mucho.
L.R-M.: El cambio cuesta siempre, se hace cuesta arriba y no deja de suponer un esfuerzo la necesidad de afrontar y adaptarse y gestionar lo que uno quiere, lo que uno considera que debe hacer y lo que uno necesita. Muchas veces con mis pacientes cuando hablamos de desequilibrio en el estilo de vida o en la alimentación no vemos cuáles son esas diferencias entre lo que necesito, lo que quiero y lo que deseo. Es una lucha continua entre esos tres pilares que podemos aplicar a cualquier aspecto de nuestra vida.
Ch.I.: Se habla mucho de las relaciones tóxicas con las personas y al final estamos dándole a nuestro cuerpo, que es el bien más preciado que tenemos, no relaciones tóxicas sino alimentación tóxica.
N.P.: Están la alimentación nutricional y la emocional y esto se nos cruza con una barra transversal que es cómo nuestro cerebro gestiona los mecanismos de recompensa. A mí me llama mucho la atención la persona que lleva una dieta fenomenal y gente que empieza a las 4 y a las 6 dice que ya no puede.
"Habría que dar educación alimentaria en la escuela"
L.R-M.: Ahí hay un tema muy interesante que tiene que ver con la fuerza de voluntad, la disciplina, las creencias, el porqué, el para qué y el cómo en cualquier proyecto vital, ya sea tener una relación emocional saludable con las personas, con el trabajo, el dinero…; es importante la claridad, trabajar en ello y apuntarse esta cinco preguntas: cuál es el objetivo, qué hay que hacer, por qué, para qué, cuándo lo tengo que llevar a cabo. Por ejemplo, respecto a la alimentación, cuándo voy a comer, cuál es mi propósito y qué quiero conseguir, si no estoy teniendo una relación sana con ese alimento y conmigo misma mientras aplico la fuerza de voluntad, de dónde vienen las expectativas que tengo; por ejemplo, puede ser para complacer algo externo, que es algo que vemos con los jóvenes en las redes sociales que sufren mucho por los estereotipos.
C.B.: Partiendo de la base de que todo son relaciones, con tu pareja, con tus hijos, contigo mismo, con la alimentación, está muy bien hacer una revisión de desde dónde me estoy relacionando con la comida, es muy distinto hacer un cambio nutricional porque amo mi cuerpo o porque cuido mi cuerpo para amar mi cuerpo. Cuando uno lo hace desde el amo mi cuerpo porque soy consciente de que es merecedor de lo mejor, es más fácil que se produzca esa adherencia.
N.P.: Hay una cantidad de información que no está sustentada científicamente que creo que puede hacer daño, a la salud por un lado y, por otro, cuando tú lees, interpretas antes a partir de tu conocimiento y, con la misma información, puedes entender cosas distintas. Esto evolucionará con el paso del tiempo; igual que la agencia europea está regulando los anunciantes nutricionales, en algún momento habrá algo que desemboque en la limpieza de toda la información que hay en la red.
Ch.I.: ¿Cómo puedo saber yo que no soy especialista si hay base científica o no, si estoy ante un gurú o un falso gurú?
C.B.: Yo creo que con la alimentación ha pasado algo peculiar. Hay muchos estudios sobre muchísimas cosas, y como en muchos temas de la salud, cada vez se es más consciente de la individualización, porque no todo vale para todos. No existen verdades absolutas, no todo es o blanco o negro, hay que aprender que hay una gama de grises que depende de tu edad, de tu momento emocional…
N.P.: Creo que hay mucha información, pero también que cuando leemos dependemos de nuestro conocimiento. Porque hay artículos que son resúmenes… y el problema es que como la información está disponible por todos lados es mucho más difícil identificar. Yo miro las referencias bibliográficas, si están actualizadas o no…
Ch.I.: Vivimos en una sociedad que da mucha importancia desde los últimos años al culto al cuerpo, por dentro y por fuera, pero también vivimos en una época con mucho sobrepeso. Veo un gran desequilibrio.
N.P.: Pero está cambiado. Fíjate que en un informe que se hizo en 2018 ya los resultados eran que la gente lo que quería tener era músculo y en otro de hace tres meses la primera prioridad es tener un sistema inmune fuerte.
L.R-M.: Quizás ahí también hay un factor muy importante que tiene que ver con la gestión de las emociones y con el aburrimiento. Vivimos en una sociedad, por lo menos en el mundo occidental, donde a veces las personas tienen problemas de tristeza, ansiedad y sobre todo de aburrimiento y veo que a menudo el ser humano busca esa actividad que es más inmediata, comer, porque da una satisfacción rápida.
Ch.I.: ¿Cómo afectan las emociones a la alimentación?
L.R-M.: Cuando comes, aunque sea durante unos segundos, sientes plenitud, que dura muy poquito. Luego, para muchas personas también de nuestra cultura, es una gran excusa para reunirnos y hablar y compartir y sentirnos conectados. Osea a mí personalmente no hay cosa que más me guste quedar a comer con mis amigos, es que me encanta.
C.B.: Hay dos factores que dicen mucho de nuestra relación emocional con la comida: hay un factor cultural sociológico que hace que cuando estamos tristes comamos pero también cuando estamos felices… y hay una parte fisiológica y es que un cerebro estresado es un cerebro que siente que va a morir, que siente que pone en riesgo su supervivencia y en ese momento la palabra glucosa sale por los poros, es como si todo te gritara “azúcar” y evidentemente está muy relacionado con ese estrés. Un cerebro que se aburre es un cerebro que tiene que buscar hacia dentro, pero sigo mirando hacia fuera sigo calmando mi frustración y tristeza diaria con esos alimentos que me van a dar una recompensa inmediata y que necesito pedir otra vez. Entonces no es solo lo que me pide el cuerpo, sino qué hago cuando el cuerpo me pide eso; hay que saber qué darle. Cuando hay un hambre emocional hay una parte que responde también a una necesidad fisiológica pero que te está hablando de sentimientos, así que yo animo a hacer doble gestión de esa sensación. Si siento tristeza y creo que mejoro con una onza de chocolate, tal vez lo más adecuado es hacer esa doble gestión que me lleva a elegir una buena alimentación poniéndome en manos de personal que me ayude a entender mejor la sensación.
Ch.I.: Al final se trata de relacionarnos mejor con la comida.
N.P.: Comparé un estudio en el que el patrón de alimentación cambiaba por grupo de edad. Por ejemplo, entre 38 y 42 años decían: “No tengo tiempo o no está entre mis prioridades”. El grupo entre 16 y 18 años aducía que “no me he organizado, no sé cocinar, no tengo la tienda a mano”. Pero todos sabían que tenían que comer mejor. Cuando presenté mi libro en una escuela de negocios ante estudiantes yo siempre decía que el chocolate (70%) y cacao es un estimulante y además está comprobado en estudios clínicos que ayuda, así que por qué no tomar después de comer una oncita de chocolate negro en vez de un café y después me encontré con estos estudiantes que decían oye sabes que de vez en cuando me digo me tomo el café o la onza… Fantástico. No es que la información la vayas a usar en el momento, es saber que existe.
"Cuando hay un hambre emocional hay una parte que responde también a una necesidad fisiológica"
L.R-M.: También ahora hay más opciones, que yo creo que despiertan la curiosidad, qué me viene bien a mí, qué me gusta, qué me hace feliz, qué me consuela, qué me sienta bien… sabiendo separar lo que me puede venir bien a mí de lo que le puedes decir a otra persona.
Ch.I.: Y aprender a escuchar al cuerpo que es más que una frase hecha.
L.R-M.: Además, los alimentos que cuando estás con falta de energía te ayudan a tenerla, los que te ayudan a dormir o incluso cuando necesito dejar al aparato digestivo descansar. No sé qué sabéis al respecto sobre esto que se está poniendo de moda que es el ayuno intermitente…
N.P.: Interesantísimo, yo te puedo decir que es la única dieta que funciona en casi todo tipo de personas. Pero dicho eso creo que la alarma es más grande que la ventaja, exactamente por esto o sea que tienes que saber lo que estás haciendo y con seguimiento.
C.B.: Es un arma de doble filo y creo que tampoco se recomienda a personas que hayan tenido o tengan trastorno de la conducta alimentaria por la obsesión que puede significar de control que está muy ligada a personas que están transitado o han transitado por los Trastornos de Conducta Alimentaria.
Ch.I.: Al final la ansiedad, por ejemplo, está relacionada con la mayor parte de trastornos de alimentación.
N.P.: No sé si va primero la ansiedad y el trastorno, o al revés.
L.R-M.: Están directamente vinculados, suelen ir de la mano . Hay diferentes trastornos, los más conocidos son la anorexia, la bulimia, pero claro ya desde hace unos años hasta ahora encontramos el trastorno por atracón y la ortorexia, los que están sumamente obsesionadas con la comida saludable. Todas estas personas sufren de ansiedad muy vinculada al miedo, a perder algo, a no controlar, a perder el control.
N.P.: Es muy curioso lo que ha ocurrido en la pandemia y lo que ocurrió en el confinamiento. Lo he estudiado para saber si habían cambiado nuestros hábitos. Lo que más se compró fue la freidora. La bebida más consumida, el café y lo siguiente, el cóctel Margarita. Son datos de un estudio europeo.
C.B.: En el tema del café hay investigaciones que apoyan su consumo, pero yo creo que hay personas que están verdaderamente enganchadas.
L.R-M.: Qué curioso, yo creía que lo más consumido habría sido el vino porque lo que yo he ido recogiendo es un aumento de consumo de alcohol, pero sobre todo vino, y carbohidratos brutal.
"Un informe de 2018 decía que la gente quería tener músculo y otro de hace tres meses, que la prioridad es tener un sistema inmune fuerte"
Ch.I.: Algo que me chocó durante la pandemia fue la poca información que se daba sobre alimentación y cómo a través de ella podíamos mejorar nuestras defensas.
N.P.: Para mí es muy importante distinguir entre prevención y tratamiento. Con la alimentación puedes proteger, puedes dejar que tu sistema inmune llegue donde tiene que llegar, nosotros tenemos el sistema inmune con un determinado potencial y con la alimentación te puedes proteger y hacer que llegue a su máximo potencial. Cuando hablas de nutrición como tratamiento es en régimen hospitalario porque buscamos favorecer un área concreta del organismo. Cuando hablamos de cómo protejo mi sistema inmune también hablamos de la piel y de las mucosas y de la flora intestinal.
C.B.: Se pone mucho foco en lo que no depende de nosotros, pero muy poco en lo que sí depende de nosotros, como es el fortalecimiento del sistema inmune a través de la alimentación.
Laura Rojas-Marcos
Doctora en Psicología Clínica y de la Salud, es miembro de la Real Academia Europea de Doctores, de la Federación Europea de Psicología y de la Asociación Española de Psicología Positiva. Colabora en el programa La Aventura del Saber, de Televisión Española, así como en diversas instituciones, universidades y asociaciones españolas y estadounidenses dedicadas a temas sociales y de salud mental, además de mantener una consulta privada de psicología. Acaba de publicar el libro Convivir y Compartir: claves para relacionarte saludablemente con los demás y contigo. Y es autora de Hablar y aprender, El sentimiento de culpa, Somos cambio y La Familia: de relaciones tóxicas a relaciones sanas.
Nítida Pastor
Directora europea de Estrategia Médica en Redkitt, tiene casi 30 años de experiencia nacional e internacional como directiva de empresas de Salud, Nutrición y Consumo. Con labores de mentoría de más de 60 startups y actualmente valorando proyectos en EITH Health para Covid-19, tiene formación científica (Farmacia y doctorado cum laudem en la Universidad de Medicina de Madrid) y empresarial (MBA en IE Business School y Economía de la Salud en York). Como hobby y fruto de su trabajo en el departamento de Botánica, ha escrito tres libros sobre el uso de las plantas medicinales y nutrientes ligados al manejo del estrés y estudios del comportamiento. Como destacable, Vuelta a lo natural: 20 plantas saludables para combatir el estrés.
Cristina Barrous
Técnico en nutrición. Mentora nutricional. Psiconeuroinmunóloga (PNI). Está especializada en nutrición holística para la mejora hormonal e inmunitaria de la mujer.
Ha desarrollado un sistema denominado “plan Barrous” a través del cual ayuda a las personas a transitar hacia un conocimiento equilibrado de su alimentación, estableciendo una relación sana con ella, que combina con recetas sencillas, saludables y adaptadas a la vida cotidiana. Imparte talleres y webinars sobre nutrición emocional, alimentación y hormonas o nutrición adaptada a los ciclos de la mujer, entre otros.
Charo Izquierdo
Coordinadora de las tertulias Petit Comité, es consejera independiente, periodista, escritora, conferenciante, ha sido directora de diversas publicaciones femeninas. Es especialista en sostenibilidad, moda y estilo de vida. Ha sido directora de las pasarelas Mercedes Benz Fashion Week Madrid y Mercedes Benz Fashion Weekend Ibiza, así como de las ferias de Moda y Estilo de vida en Ifema. Es conferenciante, imparte clases y charlas en diferentes másters sobre moda, sostenibilidad y comunicación.
Ha publicado los libros Puta no soy, Socorro soy abuela y ¿Soy yo o es que aquí hace mucho calor?, del que es coautora.