Letizia, a los ojos de Leibovitz: un Balenciaga con historia, el motivo por el que no lleva diadema y la joya inesperada
- Todos los detalles del esperado retrato de la fotógrafa americana, por encargo del Banco de España, que ya puede contemplarse.
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Misterio desvelado... Ya sabemos cómo mira Annie Leibovitz a Letizia. La hemos redescubierto a través de sus ojos, con otra mirada, quizá menos regia, más personal, y el resultado es absolutamente imponente. El retrato de la Reina, que forma parte del díptico realizado por la reputada fotógrafa norteamericana, se integra actualmente en la exposición La tiranía de Cronos, que estará abierta al público del 27 de noviembre de 2024 al 29 de marzo de 2025. Luego serán instaladas definitivamente en el Salón del Consejo de Gobierno del Banco de España, junto a otros monarcas españoles.
Hay muchas cosas que llaman la atención de la nueva foto de la esposa de Felipe VI, además de su gran tamaño. No deja indiferente, con el glamour propio de una estrella del Hollywood dorado, la protagonista mira directamente a cámara y lo primero que quizá muchos echen en falta es la diadema -lo que erróneamente en España llamamos "tiara"-. En realidad este no es un posado institucional, sino un trabajo artístico que permite las licencias que la autora quiera tomarse y la protagonista consienta.
Hay una razón clara por la que no lleva diadema. Esta vez, Leibovitz ha conseguido lo que no logró la primera vez que fotografió a Isabel II: prescindir del elemento real por excelencia. En aquella ocasión, en 2006, la monarca británica no consintió posar sin su corona. Letizia, en cambio, sí lo ha hecho.
El vestido elegido para el retrato también rompe moldes, pese a ser un diseño vintage. Es de un creador español y eso no ha sido una sorpresa, puesto que la Reina siempre ha sido firme defensora de la moda patria. Y quién mejor que Cristóbal Balenciaga, un icono que fue un visionario y que, además, entronca estos retratos con la historia de la realeza. No hay que olvidar que Victoria Eugenia era una de sus más fieles clientas. Hay otro guiño a la esposa de Alfonso XIII en las joyas que luce Letizia: un símbolo de la institución.
La historia de este Balenciaga
Un vestido negro de escote palabra de honor, drapeado, con falda de tul y una capa fucsia que sujeta en los brazos a la altura de la cintura, ambas piezas confeccionadas en seda. Este es el increíble look que Letizia luce con una majestuosidad fuera de duda. Contrasta con el ambiente rococó del salón Gasparini del Palacio Real donde fueron tomadas las fotografías, por decisión de Leibovitz.
Ambas prendas fueron realizadas a finales de los 40 y 60 respectivamente y han sido cedidas por Fundació Antoni de Montpalau. Fueron cuidadosamente elegidas por la Reina, como siempre en colaboración con su estilista, Eva Fernández, tras un minucioso trabajo de búsqueda e investigación. Esta vez más que nunca la ropa era importante, así como el mensaje.
Las fechas clave de la citada institución, además, tienen una correlación curiosa con los Reyes. Su primera colección textil se creó en 2004, el año de la boda real, y fue en 2014 cuando se constituyó en fundación, un mes después de que el actual monarca subiera al trono. Su misión es la de coleccionar y difundir el mundo de la moda y el tejido. En la actualidad la muestra supera las 6.000 piezas históricas entre prendas y accesorios y otros objetos relacionados.
El traje forma parte de la colección de Balenciaga de la fundación, pero en el 1948 perteneció a María Junyent, vecina del diseñador e hija del escenógrafo, pinto y coleccionista Oleguer Junyent.
En cuanto a la capa, se expuso en una muestra del creador en el Museo Thyssen, y se trata de un diseño que el modista español confeccionó para la condesa de Torroella de Montgrí y marquesa de Robert, María del Carmen Ferrer-Cajigal de Robert.
La solera de ambas piezas de colección las hace perfectas para Letizia. Y no hay nada que distraiga la atención del estilismo, ni la tradicional banda de Carlos III, ni la tiara.
La ausencia de diadema
Y, sin embargo, ambos símbolos tan reales estuvieron presentes durante la sesión, pero finalmente se descartaron. Es decir, la Reina llegó a posar con ellos, según ha confirmado Yolanda Romero, conservadora del Banco de España, pero Leibovitz decidió optar por una imagen menos protocolaria, quiso despojarla de esos atributos, quizá para humanizarla, quizá para reivindicar el origen plebeyo de la consorte. Quizá para que fuera más Letizia que nunca.
No está confirmado, pero la diadema de la Flor de Lis podría ser la que estuviera en la sesión de fotos del pasado 7 de febrero, que duró alrededor de seis horas. Esas imágenes de Letizia con su traje de Balenciaga, la banda y la emblemática joya del lote de pasar coronando su cabeza no las veremos nunca, aunque a los monárquicos más tradicionales les hubiera encantado.
Los chatones
Haber descartado la diadema para el gran día no quiere decir que faltaran piezas emblemáticas en el look, y unas muy importantes, además. La Reina luce el collar de chatones, también del lote de pasar. Conviene recordar su historia: originariamente era una gargantilla realizada por Ansorena con 30 diamantes montados en chatones (de ahí su nombre) que el rey Alfonso XIII regaló a su prometida, la princesa Victoria Eugenia de Battemberg, en 1906 por su boda.
Luego, en cada cumpleaños, aniversario o fecha especial como el nacimiento de un hijo, le entregaba dos chatones nuevos, así que el collar llegó a ser tan largo que le llegaba a la cintura. A veces, lo llevaba dándole dos vueltas. Finalmente, lo dividió estableciendo que el más grande, junto con otras piezas, pasara a ser parte del histórico conjunto que se transmite de reina a reina, según ella misma dejó establecido en su testamento.
Letizia lo estrenó en 2019 en la ceremonia de entronización de Naruhito de Japón y lo ha lucido en ocasiones importantes. Junto con el collar, en este retrato también lleva sus compañeros ineludibles, los pendientes de chatones, realizados cuando se decidió dividir el collar original para formar un dúo perfecto.
La joya inesperada
Otra de las sorpresas de la foto de Leibovitz, en la que la Reina aparece con el pelo suelto (sus canas disimuladas para la ocasión) y un maquillaje natural, se encuentra en una de sus manos. Pese a que no casa mucho con el estilo del conjunto, no ha querido prescindir de una de las joyas más especiales para ella, de su colección personal. Hablamos del anillo Coreterno, que podrían haberle regalado sus hijas o el propio Felipe VI en 2023 y que nunca se quita, sustituyendo así al mítico de Karen Hallan que lució durante años. Con el mensaje 'el amor todo lo mueve' grabado, es un guiño romántico y familiar que gracias a ese posado pasará a la historia.
En resumen, la versión de Letizia de Annie Leibovitz conjuga el glamour, el toque regio y la personalidad de la consorte española. Su imagen, más 'mundana', contrasta con la absolutamente protocolaria del rey Felipe VI, con traje militar de gala y todos los elementos monárquicos necesarios, como el collar de la Orden de Carlos III.