Alexandra David Neel, la intrépida viajera que le dio la vuelta al calcetín y se convirtió en el Homero de la historia
En el siglo XIX Louise Eugénie Alexandrine Marie David rompió los cánones viajando sola por el mundo, desde Europa hasta Asia. Esta es su historia.
21 abril, 2024 02:00Con solo diecisiete años, Louise Eugénie Alexandrine Marie David, más conocida por el seudónimo Alexandra David-Neel, viajó por España, Suiza e Italia portando como únicos enseres una bicicleta y una falsa alianza colocada estratégicamente en el dedo anular para espantar los posibles problemas que el trayecto, el lugar o la población le pudieran ocasionar.
Desde su niñez, Alexandra David-Neel manifestó un espíritu independiente y una gran curiosidad por la cultura, la música y el viaje. Sus inquietudes juveniles le colgaron la etiqueta de mujer rebelde y su manifiesto deseo de evitar el uso del corsé la convirtieron en una molesta piedra en el zapato para su familia burguesa. Esta conducta, considerada en su entorno como "sublevación feminista", nada tenía que ver con llevar la contraria de forma altruista. Alexandra era, simplemente, una joven con una personalidad polifacética.
Los problemas por llevar falda
Corría el año 1890 y la idea de David-Neel de inscribirse en los hostales como señora y no señorita sostenía la teoría de lo inseguro que resultaba el movimiento individual para las mujeres viajeras de principios del siglo XX. A las dificultades inherentes del viaje, como fueron las fiebres palúdicas, el insomnio o la angustia de la inestabilidad, tuvieron que soportar la tentativa constante de disuasión provocada por los miembros de su familia, los comentarios paternalistas de los ayudadores alternativos y las risitas de superioridad de los viajeros que se encontraban por el camino.
La lista no empieza ni acaba con Alexandra David-Neel. En su camino se podría haber encontrado con la ingeniosa exploradora y enfermera Isabella Bird, la periodista americana Nelly Bly, la fotógrafa y oceanógrafa Anita Conti o la escritora de novela negra más famosa del mundo, Agatha Christie. Mujeres valientes que consiguieron emanciparse a través del viaje. Pero ¿qué significa ser una mujer valiente? ¿Se tiene el mismo concepto del aventurero que de la aventurera?
El fenómeno de la aventurera
"En el año 1901 se describía a la mujer aventurera como una persona intrigante, atrevida o una cortesana que, más que partir hacia la aventura para saciar una inquietud cultural, buscaba los riesgos relacionados con la ambición o el amor venal".
La escritora Lucie Azema explica en su libro, Mujeres en ruta, como el término aventurera ha tenido durante mucho tiempo fuertes connotaciones misóginas y machistas. En su ensayo literario agrega: "La imagen del aventurero es la de un trotamundos viril y mal afeitado que, armado con un machete, avanza en una jungla hostil mientras que las grandes viajeras de la historia son las mujeres que pudieron escapar de la educación sexista de su época".
Pese a encontrarse con números obstáculos, Alexandra David Neel siguió creciendo a través del viaje y con 25 años recorrió la India y Túnez sumergiéndose en nuevas culturas, estudiando el Corán y practicando la religión islámica. Fue en su última escala en las costas del Magreb cuando conoció al ingeniero ferroviario Philip Neel y, después de cuatro años de noviazgo, contrajeron matrimonio en el año 1904.
La desdicha del matrimonio
David-Neel siempre recordó su casa conyugal cerca de Túnez como "un remanso de paz donde puedo tomar el vuelo y a la que puedo volver, decorada con zellij azules y jardines perfumados con olor a jazmín". La unión no cumplió las expectativas de eta mujer poco convencional y, pese a que Philip Neel era una persona liberal y aceptaba que su esposa viajara sola, Alexandra se sumió en una profunda depresión que duró siete años.
Pasado este tiempo, el virus viajero inoculado en el cuerpo de la aventurera brotó y la obligó a partir en busca del que sería el más increíble de sus viajes, Oriente. Con 43 años, le anunció a su marido que se iba por algunos meses. No volvió a convivir con él nunca más.
La Ulises del cuento
Con múltiples desavenencias, pero con un tremendo respeto, el matrimonio formado por Philip y Alexandra mantendría una continua correspondencia donde la esposa le iría informando a su marido de cada uno de sus pasos, explicándole sus anécdotas por Corea, Japón, China y el Tíbet.
Cuando Philip preguntaba por su regreso, ella lanzaba las retóricas aprendidas por los viajeros masculinos de la época: tenía una misión que llevar a cabo. Y nada era más cierto, la misión más importante era la de ser ella misma y dirigir su vida, actitud que durante tantos siglos de machismo habían convencido al mundo de todo lo contrario. La gran exploradora del siglo XX le dio la vuelta al calcetín y se convirtió en la nueva Ulises, siendo Philipe Neel quien la esperó tejiendo el paso del tiempo.
"Tuve un buen marido y un mejor amigo"
Como sucede en los cuentos mitológicos, los mensajes más interesantes suelen ser los que están escritos entre líneas. En el relato de la Odisea, Penélope es el modelo de la mujer abnegada que calla, espera y se ve obligada a hacer y deshacer su propia vida mientras regresa el amor 'perdido'. Su tapiz representaba el círculo vicioso de la resistencia y, su actitud, la cualidad que la cultura occidental estableció como pilar fundamental de la esposa ideal dentro del matrimonio.
Hasta la muerte de Philip Neel en el año 1941, Alexandra no dejó de viajar en busca de la felicidad y, cuando la encontró, una explosión de bienestar se apoderó de ella. 'Lámpara de sabiduría' fue el nombre con el que los monjes budistas del monasterio chino de Kumbum la bautizaron después de permanecer dos años estudiando los manuscritos budistas. En este tiempo, resguardada en una cueva y acompañada únicamente de los libros, adoptó a un lama tibetano como hijo propio y ella misma se convirtió en lama. Sus ideas fueron escritas y publicada al regreso de su viaje cuando, de nuevo en su hogar, agradeció la actitud de su compañero en la distancia: "Tuve un buen marido y un mejor amigo".
Lasha, la ciudad prohibida del Tíbet
Alexandra David-Neel fue la primera mujer occidental en entrar en Lasha, la capital prohibida del Tíbet. Hasta ella llegó caminando del brazo del su hijo, ambos disfrazados de mendigos y después de sortear múltiples contratiempos como el clima, los bandidos que los asaltaron por el camino y la abrupta orografía de los pasos de montaña que tuvieron que esquivar, ubicados más de 5000 metros de altura.
Doce años antes de iniciar esta expedición, también fue la primera mujer en ser recibida por el Dalai Lama y, fruto de su conversación, fue incubando el anhelo de introducirse, algún día, en Lasha. Era el año 1921 y su aventura quedaría para siempre registrada en su libro Viaje a Lasha.
El legado de una de las mayores viajeras
Alexandra David Neel fue una europea con el alma oriental. Viajó por diversos países en expediciones casi heroicas y fue la autora de libros tan fascinantes como La India que viví, El sortilegio del misterio o Místicos y magos del Tíbet.
Con sus ideas feministas superó una crisis espiritual marcada por el islam y coqueteó con distintas disciplinas religiosas, entre ellas la sociedad teosófica dirigida por madame Blavatsky, hasta que encontró una insondable tranquilidad en el budismo. Durante toda su vida recogió notas de lo que vio, escuchó y experimentó, y pudo describir los paisajes y costumbres, los sentimientos y las inquietudes de las diferentes etapas de su recorrido.
Su retiro en los Alpes franceses fue el colofón de una aventura y el inicio de una prolífica producción literaria donde quiso mostrarle al mundo todo lo que consiguió con su tenacidad. Alexandra David-Neel es la mejor definición de que significa ser una mujer valiente y, su literatura es el legado para el resto de mujeres aventureras que, como ella, viven intensamente a través de los ecos del camino.