Elorza, la directora de ‘A los libros y las mujeres canto’: “Estamos en un presente permanente”
A los libros y a las mujeres canto es el primer largometraje de la celebrada cineasta vasca.
26 agosto, 2023 02:28Las estanterías blancas repletas de libros y objetos varios de María Elorza (Vitoria-Gasteiz, 1988) están fijas. Dice que las tiene tan adheridas a la pared que no hay peligro de derrumbe, tal como el que experimentó su madre y que terminó por convertirse en el detonante de A los libros y a las mujeres canto, su primer largometraje documental.
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“¿Los libros pueden matar?”, le pregunta María a su madre italiana, voraz lectora, intelectual, académica. Sonríe enigmática, su respuesta no tiene desperdicio. La estantería hecha pedazos con libros por doquier parece irrecuperable. “El infierno de Dante fue el único que se rompió en dos…”, y esa frase queda flotando en el aire como el peor de los augurios.
Esta casualidad, calificada como un accidente doméstico, mutó en una oportunidad para reflexionar sobre la memoria, la amistad, la literatura, y la estrecha relación que con ella han tenido durante toda su vida, tanto la madre en cuestión como tres de sus amigas más antiguas y cercanas.
Desde que A los libros y a las mujeres canto se estrenara en el pasado Festival Internacional de Cine de San Sebastián, ha tenido un impresionante y fructífero recorrido. La calma “aparente” retorna poco a poco a la vida de María Elorza, graduada en Comunicación Audiovisual con Máster en Investigación y Creación de Arte. Se antoja, pues, un buen momento para profundizar en las implicaciones de esa película en nuestro presente.
Cada vez más vemos que en los planes de estudio en España se dejan de lado las humanidades. Entonces, ¿qué nos queda?, ¿acaso atrincherarnos?
Particularmente como cineasta siento que tengo una gran herramienta para luchar en favor de las humanidades. Aunque desde los planes de estudio y desde los poderes en general cada vez se estén barriendo más las letras del mapa, y se promueva un tipo de estudio de formación especializada que sirvan exclusivamente para desempeñar un oficio, pienso que hay muchas maneras de defendernos, los ciudadanos podemos hacer mucho.
Por mucho que las nuevas generaciones puedan tener una formación más coja en el ámbito humanístico, siempre están a tiempo de tratar por su cuenta, de hacer resistencia a esto, de leer, de conversar, de compartir ideas con sus amigos y compañeros, con sus familias. Ha habido muchas épocas históricas en las que la educación no estaba garantizada y para las mujeres ha sido todavía más fuerte.
La lectura siempre ha sido un refugio y una herramienta, y después está claro que tenemos que protestar, atrincherarnos ante un modelo de cultura que se está imponiendo y que tiene más que ver con el consumo que con la que con la cultura en sí misma. Escogemos qué vemos, qué leemos y cómo lo hacemos, así mismo tenemos la capacidad de reconducir todo eso, promover con nuestros hábitos un tipo de cultura con la que nos sintamos afines, para todos y además formativa.
El título de tu película parafrasea una frase de Virgilio en la Eneida: “A los hombres y a las armas canto”. Actualmente, todas las mujeres estamos intentando darle un revolcón a la historia, tal como has hecho con el título de tu filme. ¿Cómo ves todo este proceso de hacer que la historia se vuelva a favor de las mujeres?
Es un proceso lento y a largo plazo. En los últimos pocos años parece que de repente sí que hay una especie de esfuerzo colectivo por parte de las mujeres, y cada vez más por parte de las instituciones, para releer la historia y tratar de equilibrar un poco la situación entre hombres y mujeres.
Sin embargo, pienso que hay que tener cuidado. Por una parte, está bien entusiasmarnos con los cambios, pero no podemos permitir que nos ciegue y que no nos deje ver que va a ser un proceso que durará décadas, que además tiene que ser un esfuerzo sostenido en el tiempo y que se impulse en todos los ámbitos de la sociedad, sobre todo desde la educación y también en la vida privada de cada uno.
Hay que entender eso, verlo con perspectiva y pensar que estamos en el comienzo de un proceso que esperemos que haya venido para quedarse y para realmente transformar la sociedad.
Prácticamente, creciste viendo a Loreto, Vicky y Wal, amigas de tu madre, todas protagonistas de tu película. ¿Cómo ha sido este reencuentro, pero desde no desde el punto de vista no ya de la hija que espía una conversación, sino desde la posición de una adulta?
Durante el proceso de la película me convertí en madre, y creo que sí ha sido una especie de cambio vital. En la película mi rol en cierto sentido ha pasado de ser esa hija niña a ser una interlocutora. Me faltan todavía muchos años de experiencia y mucha lectura, y no sé si llegaré a leer tanto como ellas.
De alguna manera la posibilidad de filmarlas me ha dado la oportunidad de estar en otro lugar y de poder dialogar de tú a tú, quizás ellas más con la herramienta de lo que han leído, de la experiencia vital, y yo con la herramienta de la cámara.
Como madre pienso que a mí también me va a tocar hacer el papel que han hecho ellas conmigo, y de alguna manera la película tiene la voluntad como de pasar el testigo y de continuar con la labor de transmisión. Ellas recibieron antes de otras personas toda esa pasión por conocer y por descubrir, y con la película intento, pues, seguir con esa cadena.
Además son mujeres con vidas increíbles. ¿Cuál fue el reto de encausar esos grandes universos individuales en esta suerte de ensayo audiovisual?
La película tenía el gran reto de la dispersión porque son cuatro mujeres muy diferentes que hablan de muchas cosas, de aspectos vitales, literarios, intelectuales, filosóficos, que muestran muchos libros y muchos elementos de sus casas. Lo que las une es que son mujeres que han leído mucho, pero que no se han quedado encerradas en casa leyendo, sino que han vivido también.
Y en esta condición común de lectoras y mujeres de acción era donde yo veía que podía agarrarme, mostrar toda esa multiplicidad de cosas. Eso sí, volviendo siempre a la idea de que lo que más me interesaba de ellas era cómo se habían pasado la vida imaginando, y cómo ese imaginar les había ayudado justamente a encauzar sus vidas y a mantenerse siempre íntegras y activas.
También era interesante la idea de la amistad como hilo conductor. Aludo a la escuela Epicúrea que está muy basada en la vida común, en la conversación y en una idea del conocimiento como algo a lo que también uno llega a través de la conversación con amigos, y de alguna manera yo quería plasmar eso como esa especie de ambiente, del espíritu y actitud de las protagonistas.
Tus protagonistas pertenecen a una generación con pocos referentes femeninos. Hasta hace poco nuestros referentes de todas las áreas estaban solapados. ¿Qué reflexión surgió frente a esta ausencia tomando en cuenta la era actual con nuevas generaciones que sí los tienen?
Es cierto que las protagonistas y yo misma hemos crecido en una sociedad en la que los ejemplos de mujeres, en este caso autoras en literatura así canónicas, son muy pocos. Pero la propuesta de la película es que de alguna manera esos referentes femeninos precisamente para mí son las protagonistas.
Muchas veces, aunque no surjan grandes nombres de mujeres en la literatura, no significa que hubiera grandes mujeres haciendo grandes labores, a pesar de estar ocultas. La película reivindica también toda esa tarea, como la transmisión oral o como los cuidados, de los que se hablan tanto ahora.
Todo eso tiene tanto peso como el hecho de firmar un libro con letras doradas en la portada. Y para mí es tan importante para el patrimonio cultural que nos ha llegado ahora el autor en mayúsculas, como la mujer que amorosamente le ha quitado el polvo al libro a lo largo de generaciones y ha permitido que ese libro llegue íntegro hasta nosotras.
Mi labor respecto a los referentes es hacer películas, y como mujer tratar de pensarme a mí misma como un igual al hombre en mi vida cotidiana y profesional. Quiero creer que para las siguientes generaciones, pues, habrá muchos más referentes, que la situación habrá cambiado y que para mi hija será distinto.
Estamos viendo libros que están que están siendo reescritos, como partes de la Historia (con mayúsculas) que están siendo maquillada. Esto remite al final de tu película con las imágenes de quemas de bibliotecas y libros. ¿Crees que cada vez estamos viviendo en un Fahrenheit 451?
Pues no sé si estamos cada vez más en un Fahrenheit. Desde luego no tenemos que olvidar nuestra historia reciente, ni la muy lejana, porque la historia siempre nos sigue hablando de nuestra condición de hoy. Veo con mucha preocupación todos eso que mencionas, además la censura que está adquiriendo mayor fuerza, así como la extrema derecha, el riesgo o la amenaza del fascismo que parecía durante algunos años que había desaparecido y vuelve a estar ahí.
Estas amenazas son terribles para todo el mundo y para las mujeres quizás especialmente porque todas estas fuerzas reaccionarias, además son la mayoría de los casos muy machistas. Reitero que es importante leer, leer y leer, no bajar la guardia y tratar de defender las instituciones democráticas.
Existe un problema con la memoria porque como vamos cada vez va más rápido, parece que todo se borra de un plumazo, que todo pasa y se consume. Estamos como en una especie de presente permanente, por lo que hay que tener mucho cuidado, echar la vista atrás, rememorar, pensar qué cosas del pasado nos sirven y qué queremos preservar, qué cosas del pasado nos horripilan y qué queremos que no se repitan.
Con mi cine trato de colocar un poco en esa en esa actitud, y bueno, en mis días pesimistas veo con alarma lo que se nos viene, y en los días optimistas, pienso que de algo tiene que servir también toda la experiencia. En todo caso, no hay que confiarse demasiado, hay que tener fe en el futuro y en las nuevas generaciones, no hay que bajar la guardia, esto sirve para todo y en todos los aspectos de la vida, y sobre todo mantener una visión crítica.