La periodista Amaya Ascunce.

La periodista Amaya Ascunce.

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Amaya Ascunce, escritora: “Nos educan pensando que seremos madres, por eso es difícil elegir no serlo”

La autora publica 'La idea de ti', donde aborda temas como la infertilidad, la inestabilidad laboral y otras piedras que se ha ido encontrando en su vida.

3 julio, 2022 02:49

“Tenemos veintitrés años. Ya no comemos pipas, o no tantas, y ahora hablamos dentro de los bares en lugar de en los parques. La vida empieza a decidirse. Algunas se quedan en Pamplona, tienen trabajos más estables, viven un tiempo en la casa familiar, tienen capacidad de ahorro. Otras nos vamos a las grandes ciudades a trabajar de nuestra vocación. Menudo mito, que tiene las mismas letras que ‘timo’. Vivimos en pisos compartidos, no tenemos un duro, nadie de nuestro entorno se casa o se compra un piso, creamos familias entre los amigos que nos acompañan al médico o cuando estamos malos, pero seguimos yendo al dentista y a la peluquería en Pamplona”.

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Lo que precede a estas líneas es un extracto de La idea de ti (2022), el último libro de la periodista y escritora Amaya Ascunce (Pamplona, 1979), editado por Bruguera. Hace nueve años, Ascunce fue best seller con su tratado de humor Cómo no ser una drama mamá (Planeta, 2021).

Portada de 'La idea de ti'.

Portada de 'La idea de ti'.

Ahora regresa al panorama editorial con un ensayo en el que aborda temas como la infertilidad o las dudas en relación a la maternidad, la inestabilidad laboral, la ansiedad y, en general, todas esas piedras que se han ido encontrado en el camino las mujeres de su generación. La autora es, además, directora digital de la revista especializada en moda Elle, y a lo largo de este año ha conducido el podcast Generación R.

La idea de ti es un retrato generacional de las mujeres nacidas en España durante la segunda mitad de los 70. ¿Cómo describirías, en resumen, a dicha generación?

Es una generación horquilla. Son los X más jóvenes o los millennials más mayores. Han sido educados en un mundo sin Internet, pero viven una vida y una profesión con Internet. Y creo que ese cambio en el mundo, de la manera de comunicarse, de la globalización, de la cantidad de información que manejamos, nos hace vivir entre dos aguas. Y además se suma un miedo a que el mundo vaya a peor: cambio climático, trabajos precarios, falta de libertades… Aunque yo soy una optimista. Necesito serlo.

"La vida tiene un plan y nunca es el que piensas", reza el subtítulo del libro. ¿Cuál era tu plan?

Mi plan era que cualquier problema se puede resolver si lo abordas desde diferentes puntos, si te esfuerzas, te formas, buscas ayuda… Y no es verdad. La enfermedad de mi padre, la infertilidad e incluso la trayectoria profesional no responden a eso. Existen muchos más factores, pero la teoría del esfuerzo nos ha educado en eso.

Hablas de la vocación profesional como una trampa. ¿A qué te refieres exactamente?

Creo que eso de que “si te gusta tu trabajo, no trabajarás ni un día de toda tu vida” no es verdad. Si tienes vocación, tu trabajo lo invadirá todo. Yo ya no soy capaz de leer solo por leer. Ahora pienso siempre si ese libro me puede servir para mi trabajo, mi newsletter, etc… Mi ocio se llena de mi trabajo.

Y luego también creo que bajo la premisa de que como “tu trabajo te gusta” las condiciones laborales son peores: sueldos más bajos, horas extra no remuneradas, inestabilidad… Hay que dejar de romantizar el trabajo. No sé en qué momento tener un trabajo cómodo, bien pagado que te permita vivir bien y tener tiempo para las cosas que te gustan ha pasado a ser peor que tener un trabajo vocacional. Y yo lo digo desde una posición privilegiada.

"Se nos educa pensando que vamos a ser madres. Por eso es muy complicado elegir no serlo o no poder"

¿Madrid ha acabado siendo también una trampa para todas aquellas personas que vinieron de provincias buscando cumplir sus sueños?

No para todos, pero hay que contar el cuento completo. Poder ir al teatro todos los viernes es una gozada, pero no lo hacemos todos los viernes y, en cambio, sí vamos a trabajar todos los días en atascos infames y pagamos por bajos interiores un dinero que no valen. Si te metes en Idealista y seleccionas cosas básicas para una familia –como más de 80 metros cuadrados, ascensor, y con una plaza de garaje– te salen 15 pisos que cuesten menos de 400.000 euros dentro de la M30.

15 pisos exteriores en una ciudad tan grande como Madrid. Y no hablemos del alquiler… Muchos de los que vinieron a Madrid a trabajar de lo suyo luego se fueron a vivir más cómodos. Aunque no en sus trabajos soñados.

En tu libro señalas: "La vida no puede salir de casa a las ocho de la mañana y volver a las siete de la tarde. No es un capricho, no es vagancia, no es falta de entrega. Es que no es factible si no tienes dinero para pagar a alguien que cuide de tus hijos todo ese tiempo. Y no solo no es factible económicamente, sino que muchas personas no quieren hacerlo. No están dispuestas ahora que saben que sus trabajos han salido adelante sin estar sentados en una silla a cuarenta minutos de atasco". Está claro que los trabajadores han cambiado su visión pero, ¿y las empresas?

Yo no soy una experta, es mi opinión personal, pero creo que las empresas que no se den cuenta de esto van a perder talento a la larga. Incluso con el paro que hay en España. Igual sus trabajadores no se van como está sucediendo en Estados Unidos con la gran renuncia, pero la desmotivación también es un problema porque tendrán gente que podría hacer mucho más. Yo no entiendo esa necesidad de control. El que no trabaja, tampoco va a trabajar en la oficina. Pero no solo es el teletrabajo, creo que se está produciendo un cambio en la manera de entender el éxito, el trabajo y la vida.

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Otro de los temas centrales del libro es la infertilidad, a la que te has referido antes. ¿Qué mensaje te gustaría trasladar a las generaciones siguientes a la tuya?

Lo primero es que la educación sexual no es solo biología. No se trata de saber cómo no quedarte embarazada. Hay que impartir educación sexual real. Y luego, dar información necesaria sobre la parte física. Sobre todo a las mujeres: si tienes 28 años y estás segura de que te gustaría ser madre en un futuro, busca opciones, mira tu reserva ovárica, infórmate… Sí, 28 años. La gente cree que es algo que se debe pensar con 35 pero ahí ya es tarde para muchas. La fertilidad cae en picado a los 35.

¿Crees que sigue existiendo un juicio social hacia aquellas mujeres que no son madres?

Sí. Creo incluso que, cuando algunas mujeres dicen que no van a ser madres, mucha gente les responde que van a cambiar de opinión, que se van a arrepentir. Pero es curioso que nadie piense lo mismo cuando una mujer se embaraza, y hay mujeres que se arrepienten de ser madres. Se nos educa pensando que vamos a ser madres. Por eso es muy complicado elegir no serlo o no poder. Tienes que reeducar tu cerebro.

Amaya Ascunce.

Amaya Ascunce.

En el libro El verano sin hombres, Siri Husvedt escribe: "Yo era, en realidad, soy un poco diferente. No pertenezco al grupo. Estoy fuera, siempre fuera. Siento el viento frío soplando sobre mi cabeza". ¿Alguna vez te has sentido así?

Yo una de las cosas que más recuerdo de pequeña era querer ser normal y, cuando digo normal, me refiero a aceptada por la mayoría, pero sobre todo comprendida. Ahora mucha gente dice que ser diferente es muy bueno, que les encanta… Yo les oigo y pienso que nunca se han sentido diferentes de verdad, nunca han sentido que iban a otro ritmo, que las cosas que les hacían felices eran otras... Esa sensación me ha acompañado.

Siempre bromeo con esto, porque es una tontería, pero cuando lanzan cualquier producto en diferentes sabores, el que me gusta a mí no triunfa. Me acepto, tengo 43 años, pero preferiría que me gustara aunque fuera un helado de todos los que venden en el súper… No sé, igual es verdad es que todo el mundo se siente así pero la diferencia es que yo lo verbalizo.

¿Cuánto daño ha hecho esa idea de que "si quieres, puedes"?

Mucho, y lo sigue haciendo. Hay cosas que da igual si las quieres mucho: la enfermedad, el amor, la muerte, los hijos… Da igual. Y produce mucha frustración porque parece que es tu responsabilidad “poder”. Y, mira, no. Mi padre quería vivir muchísimo. Yo quería que él viviera, mi madre, mi hermana… Y se murió a los 63 años de un linfoma.

Actualmente trabajas como directora digital de la revista Elle. ¿Cómo ves el futuro de los medios de comunicación?

Yo creo que solo a través del buen contenido podremos sobrevivir. Y producir buen contenido es caro. Hay que pagar por el contenido. Los periodistas hemos perdido la credibilidad. Es una de las profesiones peor valoradas y nos lo merecemos. Y ahora en Internet se apuesta todo al contenido clicable para tener miles de lectores y vender más publicidad… Ha habido mucho humo en los medios impresos y el modelo se extiende a Internet.

También hay una tendencia de medios que se vuelven solo marcas, entidades emocionales que venden estilos de pensar o vivir. Puede que funcionen como marcas un tiempo, pero el producto que vendemos es la buena información. Sin eso, todo caerá. Porque la gente no querrá pagar por ellos. Sobre todo cuando ahora hay miles de emisores capaces de contar buenas historias desde sus casas.

"Creo que todos estamos aprendiendo con dejar de hablar y juzgar por el cuerpo, pero es un proceso"

¿Y cuál es tu diagnóstico en materia de redes sociales? ¿Seguirá la hegemonía de Instagram en los próximos años?

Creo que esa hegemonía ya no es tal si hablamos de crecimiento anual de usuarios. TikTok crece imparable. No me atrevo a decir mucho porque yo a Facebook pensé que le quedaban dos telediarios y aguanta. En realidad, Facebook es muy superior a Instagram en usuarios todavía. Y WhatsApp y Youtube, también. Lo que pasa que Instagram hace mucho ruido con el tema de las influencers, pero si hablas de volumen no es la reina. Y para los medios de comunicación menos, porque como fuente de tráfico es floja.

A las revistas femeninas a menudo se las ha acusado de promover cánones estéticos que generan malestar y (en los casos más extremos) problemas de salud mental a las mujeres. ¿Qué opinas al respecto?

Creo que es verdad. Pero no son solo las revistas. No es que hubiera un grupo de personas dirigiendo las revistas con ese propósito, la sociedad era así y las revistas eran un reflejo. Pasaba también con las marcas, los anuncios, las películas… Las revistas están hechas por personas con las mismas contradicciones que la sociedad. 

Una cosa que siempre nos sorprende es que las mismas lectoras se quejan de que sacamos mujeres delgadas, o critican a la Reina porque está muy en forma, pero luego cuando alguna actriz coge cuatro kilos dicen que debería cuidarse porque vive de su cuerpo. Creo que todos estamos aprendiendo con dejar de hablar y juzgar por el cuerpo, pero es un proceso. Y las revistas, un espejo más.

¿Crees que se deberían erradicar términos como "operación biquini"?

Sí, por supuesto. Pero es lo que decía antes: somos una contradicción. Yo, cada ciertos meses, me pongo a dieta para bajar tres kilos porque no estoy conforme con mi cuerpo. Tengo 43 años y sigo metiendo tripa. Me encantaría saber cómo superar esto, pero no lo consigo. Y creo que mucha gente esconde dentro de conductas saludables una preocupación enorme por ganar tres kilos. Preferirían estar más delgados y menos saludables. No sé cómo hay que hacerlo, pero algo tiene que cambiar para que las siguientes generaciones no sientan que tienen que corregir algo de su cuerpo.

Recientemente has conducido un podcast para Rochas. ¿Vivimos una burbuja en relación a los podcasts o realmente es un formato por el que merece la pena apostar?

Cada vez que sale un formato que funciona (es decir, que tiene público) hay un boom. Es lo normal, también pasa con las newsletters o incluso con plataformas de series. Pero luego quedarán los buenos. ¿Si creo que es un buen medio para invertir? Por supuesto. Hay mucha gente oyendo podcast.

Amaya Ascunce.

Amaya Ascunce.

¿Quiénes son las autoras a las que más admiras?

Leo mucho a mujeres. Estoy compensando nuestras educación en la que mayoritariamente leí a hombres. Yo estudié Teoría de la Literatura además de Periodismo y creo que igual se pueden contar con los dedos de una mano los libros que tuve que leer de mujeres. Virginia Wolf, Sylvia Plath y poco más. Ahora mi lista de escritoras es interminable: Joan Didion, Vivian Gornick, Lucia Berlin, Elvira Lindo, Almudena Grandes, Elizabeth Strout, Maya Angelou…

Aparte de tu nuevo libro, recomiéndanos una lectura para este verano.

Pues cualquiera escrito por esas mujeres es una buena opción. Acaba de salir una traducción de Joan Didion que tengo ya en mi mesilla: De dónde soy, viaje a la California de Joan Didion.

Además de una gran lectora, eres una gran amante de los perfumes. ¿Algún descubrimiento reciente?

Sí, en realidad no es nuevo pero me ha dado por él ahora: “Memoire d'une odeur”, de Gucci. Es un perfume que huele a manzanilla y jazmín, tiene un toque viejo que me recuerda a cuando me dolía la barriga en el cole e iba al comedor a que me dieran una infusión. Y, bueno, en verano siempre huelo a higuera. Y, para mí, “Phyolosikos” de Diptyque es como tumbarte debajo de una a echar una siesta.