Es un problemón que tiene relación con cómo la cultura de la dieta sigue haciendo estragos en nuestra sociedad. Por eso, creo que es hora de empezar a derribar las creencias populares que hacen que nos torturemos con la alimentación y que entendamos la comida como un problema en vez de tomarla como la solución.
Una de las losas más grandes que pesan sobre nuestra cabeza a la hora de alimentarnos es creer que hay comida que engorda y otra que adelgaza.
Y, querida, si la dietoterapia fuese tan sencilla no estaríamos aquí ahora.
Quiero que sepas que no hay alimentos que engorden y otros que adelgacen. Todo depende del cuerpo, del cómo, del cuándo y del cuánto.
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El practicar una alimentación emocional y comer desde la ansiedad genera en nuestro cuerpo unas sustancias que van a empeorar nuestras digestiones, nos van a hinchar más y van a hacer que nuestro cuerpo interprete que hay un riesgo de supervivencia y que debe almacenar absolutamente todo lo que entre.
En cuanto al cuándo, no es lo mismo alimentarse por la mañana, después de 12 horas de ayuno, a hacerlo a las 2 de la madrugada, entre el sofá y la cama. Y, por supuesto, la cantidad influye en cómo impacta ese alimento en nuestro cuerpo. Para saber esto no hace falta ser ninguna erudita.
Dentro de la comida que hemos creído que engorda, hay algunos absurdos que hemos aceptado socialmente, que literalmente nos hemos “tragado” y que son completamente falsos. Por eso te quiero explicar algunos alimentos que no sólo no engordan sino que son súper saludables.
¡A por ello!
- El huevo
Este es uno de los grandes damnificados de la cultura de la dieta y de la falsa teoría de que el huevo engorda. ¡Para nada! El huevo es uno de los alimentos más completos que nos brinda la naturaleza, súper rico en proteínas de la calidad más alta posible. Está compuesto por dos partes, la clara y la yema, en la que cada una tiene un aporte muy concreto para nuestro organismo.
La clara es fuente de proteínas y la yema nos brinda grasas. Para optimizar su consumo y conseguir que sea lo más digerible posible, recomiendo tomar la clara siempre cocinada y la yema cruda. O sea, un huevo a la plancha sería el formato perfecto para su ingesta. - Los frutos secos
Seguimos para bingo, y es que parece que las grasas han sido las mayores aisladas pensando que la grasa engorda. No, amiga: ¡La grasa no engorda! La grasa es fundamental para el funcionamiento de tu cerebro, para desinflamarte y para fortalecer tus hormonas y tu sistema inmunitario. De hecho, sin grasa no podríamos vivir.Por eso, elegir los frutos secos como fuente de grasa saludable en nuestro día a día es una gran idea. ¿Cuántos? ¿Cuáles? Mi recomendación es que consumamos entre 1 y 2 puñados al día de frutos secos, que siempre sean tostados y que intentemos variar lo máximo posible: almendras, pistachos, nueces, anacardos, avellanas…
- La fruta
¡Ay, la fruta! Quién se lo iba a decir… ¿Quién iba a pensar que acabaríamos tomando por cierto que la fruta engorda? Mensajes como que la fruta tiene fructosa y que sube el azúcar en sangre (que es cierto, pero solo a medias) ha hecho que la aislemos de nuestra dieta y la demonicemos. Y no, evidentemente, la fruta tampoco engorda, tampoco después de comer. Deberíamos tomar unas 2 o 3 piezas de fruta al día, intentando que haya variedad y siempre en su formato entero. Pero eso sí: es mejor no tomar todos los días las mismas frutas, no tomar zumos, ni batidos, ni fruta deshidratada.
Fruta, de la de toda la vida. La fruta está compuesta por fructosa (sí, un tipo de azúcar) y fibra. La particularidad que tiene, por eso de que la naturaleza está muy bien pensada, es que al masticarla e ingerirla, la fibra acompaña a la fructosa impidiendo que se libere inmediatamente en sangre. O sea, que ese azúcar (necesario) el cuerpo lo autodosifica. Además, esa fibra será esencial para alimentar nuestra microbiota y mejorar nuestras digestiones.
¿Y los batidos? Los batidos contienen la misma fibra y la misma fructosa, con una (gran) diferencia: no lo masticamos. Y al perder esa masticación, empeoramos la digestión y reducimos la consciencia que ponemos en nuestra ingesta, lo que hace que comamos más en menos tiempo.
En conclusión, me gustaría animarte a tener tu propio criterio, entender qué nutrientes necesita tu organismo y qué puedes hacer para sacar más rendimiento a esos alimentos y asegurarte de tener tu cuerpo a punto.
Pero por favor, no te creas bulos de empresas que sólo te quieren convencer para que te unas al último batido de moda.