Christina Lamb ha recibido decenas de premios de periodismo y por sus libros.

Christina Lamb ha recibido decenas de premios de periodismo y por sus libros.

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La periodista que destapa violaciones en la guerra: "Si aquí cuesta condenar, imagina en el Congo"

Christina Lamb denuncia en Nuestros cuerpos, sus batallas, el olvido y la falta de condena a las violaciones que sufren las mujeres en la guerra, con los relatos de mujeres de todo el mundo.

29 septiembre, 2021 01:20

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Christina Lamb lleva más de 30 años escuchando las historias de mujeres en contextos de guerra. Cuando empezó a trabajar de corresponsal de guerra se enfocó en ellas, en esa parte de la historia que nunca aparece en los libros de texto, en cómo las madres eran capaces de sobrevivir y cuidar de sus hijos en mitad de la tragedia. Por desgracia, rápidamente vio que la mayoría de esas historias incluían violencia sexual.

Las guerras siempre traen destrucción, dolor y muerte, pero en el caso de las mujeres, algo peor. A menudo "la violencia sexual se utiliza como una estrategia militar deliberada" en la que ellas son las víctimas. Son torturadas, violadas, vendidas y esclavizadas, muchas veces hasta el punto de querer suicidarse. Cuando todo pasa, a las que sobreviven nadie las recuerda. En muchos lugares del mundo incluso son tratadas como parias por haber sido "mancilladas" o se les culpa de lo ocurrido. Unas tienen que criar a unos hijos que les recuerdan constantemente el sufrimiento que pasaron; otras sufren unas consecuencias físicas que les impide engendrar. 

"La violación es el arma más barata de la que se tenga constancia. Aniquila a las familias y vacía los pueblos. Transforma en parias a chicas, que desean acabar con sus vidas cuando estas apenas acaban de empezar", escribe Lamb. La actual jefa de corresponsales de The Sunday Times, publica en español su libro Nuestros cuerpos, sus batallas (Principal) el próximo 6 de octubre. Un duro relato que recopila esas historias que muchas veces preferimos no conocer, pero que muestra la magnitud de la violencia sexual en todo el mundo. 

Portada de 'Nuestros cuerpos, sus batallas'.

Portada de 'Nuestros cuerpos, sus batallas'.

"Estas historias son básicamente las cosas más duras sobre las que cualquier persona puede hablar. Cuando les preguntaba me preocupaba poder dañarles y traumatizarles por hacerles hablar de lo peor que posiblemente le puede pasar a una persona. Algunas no querían porque era demasiado duro para ellas, pero era interesante que otras querían contarme cada detalle. Era muy importante para ellas", cuenta a MagasIN

"Había una mujer, Naima, con la que empiezo el libro, una yazidí en Iraq, que fue vendida en 12 ocasiones entre miembros del ISIS. Ella recordaba los nombres de cada uno de ellos y de sus familiares y quería decirme todos, que los escribiese". 

Justicia

Para la autora, que tiene entre sus publicaciones libros como Soy Malala, contar los testimonios de estas mujeres es una forma de intentar hacerles justicia, algo que nunca han tenido. "Casi todas me decían que lo que realmente querían era justicia y en muchos casos era significativo conocer qué entendían por justicia. Muchas veces no era necesario que sus historias llegasen a un juzgado y hubiese una condena. Era que esas historias se contasen y que la gente reconociese las cosas terribles que les habían pasado".

En 2002, el Consejo de Seguridad Nacional de Naciones Unidas aprobó por unanimidad la Resolución 1820 acerca del uso de la violencia sexual en la guerra, donde se indicaba que "la violación y otras formas de violencia sexual pueden constituir un crimen de guerra, un crimen contra la humanidad o un acto constitutivo de genocidio". Unos años antes, en 1998, la violación se recogió como crimen de guerra en el Estatuto de Roma que estableció el Corte Penal Internacional (CPI). Sin embargo, en los 23 años que han pasado desde entonces, la CPI solo ha dictado una condena por violación en tiempos de guerra, y fue revocada en la apelación.

Este es un hecho especialmente doloroso para Lamb porque "no es que no sepamos lo que está ocurriendo, estas mujeres están contando sus historias". "Si tú ves a las yazidíes, cientos de ellas se acercaron a mí para compartir sus historias. Las mujeres rohingya, que huyeron a Bangladesh, contaron sus historias de violaciones grupales por parte de militares. Decenas de nigerianas que fueron capturadas por Boko Haram hablaron. Pero hasta ahora nadie ha comparecido ante el Tribunal. ¿Por qué ocurre? ¿Es porque no tiene importancia o porque le ocurre principalmente a las mujeres?", se pregunta con indignación.

Mejora

Christina Lamb se muestra relativamente positiva por los avances en la concienciación sobre la violencia sexual gracias a movimientos como el MeToo y el establecimiento de leyes al respecto. Pero advierte: "Hay más concienciación, pero eso no quiere decir que esté todo bien. Hay grandes problemas. En Reino Unido, por ejemplo, es muy difícil… Solo el 3% de los casos de violación tienen condenas. Así que, si es tan difícil en países como estos, imagina en lugares como la República Democrática del Congo, donde los perpetradores son personas que tienen el poder, llevan armas y donde las mujeres no tienen ninguna educación o acceso a abogados o asociaciones. Es imposible".

Además, no hay que darse por satisfecho pese a los aparentes avances, como se puede ver con Afganistán que "muestra lo rápido que las cosas pueden cambiar a peor si no somos cuidadosos". A Lamb la llegada de los talibanes a Kabul le pilló en el Amazonas, y no salió de su asombro al ver la rapidez con la que recuperaron territorio.

"La situación de Afganistán me rompe el corazón. He pasado meses allí, es un país que aprecio mucho. Mucha gente que conozco ha huido, se ha escondido o se cambia de casa cada dos o tres días, y me envían mensajes desesperados pidiendo ayuda porque están aterrorizados. Es realmente desolador. Y uno siente como: ¿cuál es el punto de los últimos 20 años? Gastamos millones de dólares, se perdieron vidas… Todo para que los talibanes vuelvan otra vez. Y sobre estas mujeres, que se sienten que de la noche a la mañana todo es más peligroso. Es casi más cruel. Es devastador verlo y una completa humillación para Occidente".

Ve como la historia se vuelve a repetir, más de 30 años después de que ella cubriese la guerra en ese país. "Eso quizá es de lo más frustrante de mi trabajo: escribir sobre cosas que ocurren y errores que se han cometido y que a nadie le parece importarles. Errores que se cometen una y otra vez".

Comunidad internacional

Ella lo tiene claro, para que no se sigan repitiendo de forma sistemática historias como la de Naima, vendida a más de una decena de hombres; la de otra madre a cuyo bebé asesinaron frente a ella; o la de las niñas de Boko Haram cuyas madres desesperan porque siete años después siguen desaparecidas; es necesario que la comunidad internacional se implique, de verdad. 

"La violencia sexual no cambiará hasta que la comunidad a alto nivel haga algo. No puede ser que cada país en Naciones Unidas vote para decir que se tiene que hacer algo, pero luego no haga nada. Es el momento de decir: ‘Vamos a afrontarlo, esto es inaceptable’. Está pasando en todo el mundo, en muchos países, da miedo".