Ubicado en el límite entre la majestuosa Sierra de las Nieves y la encantadora comarca del Guadalhorce, el valle del río Jorox se erige como un tesoro paisajístico que cautiva a quienes tienen la suerte de descubrirlo. Este rincón, en las proximidades de Alozaina, se distingue por su diversidad natural y su Cascada, una joya que la misma naturaleza ha regalado a los habitantes de la provincia de Málaga.
El río Jorox serpentea a lo largo de un barranco agreste, contrastando con las tranquilas huertas que se alinean a sus orillas. Este accidente natural, de aguas puras y cristalinas, nutre el idílico valle y proporciona vida a la localidad de Alozaina. El trayecto hasta Jorox desde Alozaina, a través de la A-366 en dirección a Yunquera, revela un paisaje que se transforma desde el entorno rural hasta este oasis natural.
En el corazón del valle, la Cascada se despliega con un impresionante salto de unos veinticinco metros, culminando en el sereno Charco de la Caldera. Este pequeño paraíso es un recordatorio de la generosidad de la naturaleza en la provincia de Málaga.
Sin embargo, lo que hace especial a este lugar va más allá de su cascada. Las aguas del manantial se distribuyen a través de antiguas acequias y albercas de origen árabe, alimentando no solo la fuerza motriz de nueve molinos harineros históricos, sino también los fértiles bancales que albergan prósperos huertos. Estos molinos, aunque ya no cumplen su función original, han resistido el paso del tiempo, convirtiéndose en testigos silenciosos de la rica historia del valle.
La singularidad del espacio se manifiesta en el contraste entre el cañón que da origen al arroyo y las exuberantes plantaciones frutales que lo acompañan en su primer tramo. Desde la carretera que conduce a la pedanía, se puede apreciar esta armonía entre las rocas calizas, los travertinos y las áreas de riego. El imponente cañón, que se enmarca en la influencia de la Sierra de las Nieves, alberga grutas y simas, atrayendo a espeleólogos y amantes de la exploración.
En este conjunto, destacan la Ermita de la Veracruz y la altiplanicie conocida como La Mesa, lugares venerados durante la romería de mayo. Las cuevas, el Nacimiento y el emblemático Charco de la Caldera son testigos naturales de este rincón de incomparable belleza. Así, el valle del río Jorox se revela como un refugio atemporal, donde la historia, la naturaleza y la serenidad convergen en una experiencia inolvidable para aquellos que lo exploran.
Templo rupestre
La provincia de Málaga es una de las grandes cunas del arte rupestre prehistórico de todo el Mediterráneo, acogiendo una red patrimonial que abarca desde el arte de los cazadores y recolectores del Paleolítico medio (65.000 a 45.000 años a.C); el Paleolítico superior (36.000 al 10.000 a.C); y el Neolítico (del 8.000 a 4.000 a. C.).
En el Paleolítico superior han aflorado restos en el valle del río Guadiaro, en la zona más occidental de la provincia. Por otra parte, es muy rica en vestigios la cuenca del río Guadalhorce y la bahía de Málaga, rodeados por la Serranía de Ronda, Sierra de las Nieves, El Chorro, El Torcal y la Sierra de Tejeda, Almijara y Alhama. Pero si hablamos de esta etapa en su conjunto, hay que mencionar la cueva de las Vacas, ubicada justamente en Jorox.