La familia de Ángel y Fernando, los dos niños desaparecidos y hallados muertos en el vertedero Ecoparque de Toledo, ha declarado la guerra mediática total a la otra parte afectada. Esa otra familia es la de Lucía, exnovia de Fernando, la supuesta razón por la que los chavales se trasladaron hasta la capital manchega el 10 de diciembre, cuando se les perdió la pista.
La herida sigue abierta y el duelo vive su hora más dura, pero el cruce de acusaciones ha escalado notablemente. Por un lado, la familia Fernández, de Vallecas, asegura que la familia de Lucía, de Toledo, tiene algo que ver con la desaparición y muerte de los niños. Por otro lado, los toledanos han denunciado a los padres de Fernando y Ángel por agresión y amenazas.
Los niños desaparecieron el 10 de diciembre por ir a visitar a Lucía, exnovia de Fernando, a Toledo. Esa reunión, a todas luces, nunca se llegó a producir, tal y como declaró la joven a la Policía Nacional.
Al día siguiente de la desaparición, Nicanor y Ángel, padres de los chavales, se personaron en Toledo para buscar a sus hijos, y el primer destino fue la vivienda donde vive Trinidad, la madre de la joven, que es menor de edad. Lucía aseguró no saber nada de su paradero y los padres se fueron.
Pero dos días después, el 12 de diciembre, hubo una segunda visita, una menos amable. Los padres de los jóvenes tiraron la puerta abajo de la vivienda de Lucía, redujeron a su hermana de 14 años y le dieron “una paliza” a la joven, según denunció Jonatan, padre de Lucía, a la Policía y ha relatado al programa Cuatro al día. Nicanor y Angel han reconocido este hecho públicamente y se han disculpado tibiamente a través de los portavoces de la familia y Sociedad Gitana Española.
El cadáver de Fernando fue hallado finalmente el 15 de diciembre y se confirmó su identidad seis días más tarde. La autopsia reveló que no murió de forma violenta y que sufrió asfixia sin estrangulamiento. La teoría que manejan los investigadores es que se quedó sin aire al meterse a dormir en un contenedor. Y eso explicaría, además, que su cuerpo apareciera en un vertedero.
[La obsesión por Lucía que acabó con Fernando y Ángel en un vertedero: claves de su desaparición]
La familia del joven sostuvo desde el principio que la muerte no pudo ser accidental y que la otra familia estaba implicada. Los padres de Fernando aseguran que la familia de Lucía limpió la casa y pintó las paredes para ocultar pruebas de un supuesto asesinato.
Jonatan, el padre de Lucía, se llevó a la menor de esa casa el día 13 de diciembre, el siguiente a la “paliza”, por miedo a que las agresiones fueran a más. Desde entonces la menor está oculta con su padre, por miedo a lo que puedan hacerles. Contactados por Madrid Total, Lucía y Jonatan no han querido dar más declaraciones.
“Me duele lo de ese chaval a mí, porque lo queríamos un montón”, declaró Jonatan al programa Cuatro al día, en referencia a su fallecido exyerno. “Y que me tenga que ir por un niño al que yo quería mucho, sin tener nada que ver, duele. Duele mucho”, dijo entre lágrimas.
En estas declaraciones, el padre de la joven ha reiterado la versión que ha dado desde el principio a los investigadores, y más detalles de la agresión que sufrió su hija: “Al segundo día bajaron y la agredieron. Tiraron la puerta abajo, tiraron a la de 14 años para atrás y a Lucía le metieron una hostia y luego pegaron al niño pequeño también [el hermano recién nacido, solo por parte de madre, de Lucía,]. Lo tiraron en la cuna y cuando se levantó Lucía a por el niño, le pegaron una patada al suelo y la tiraron al suelo. La pusieron de rodillas diciéndole que dónde estaba Fernando, que lo tenía ella”.
El pie de Ángel
Esta triste y enrevesada historia empezó otro capítulo el pasado 11 de enero. Fue el día en que la Policía halló un pie seccionado en el mismo vertedero donde apareció el cuerpo de Fernando. El 16 de enero, se confirmaron los peores presagios: ese pie pertenecía a Ángel, el menor de los primos desaparecidos, de solo 11 años.
Las pruebas de ADN confirmaron la compatibilidad de los restos con el material genético de sus familiares. Por el momento, el resto de su cuerpo no ha aparecido y los investigadores siguen buscando en una superficie similar en tamaño a un campo de fútbol que acumula entre 9.000 y 10.000 toneladas de basura.
El cuerpo de Fernando ya está enterrado en un cementerio madrileño, pero esta familia vallecana sigue en vilo por cerrar esta que se ha cobrado dos vidas. El caso está instruido por el Juzgado de Instrucción número 3 de Toledo y se encuentra bajo secreto de sumario.
Marlaska responde
La Sociedad Gitana Española, presidida por Sinaí Giménez, envió una carta al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, el pasado 9 de enero. En ella, pedían que se destinaran más medios a la búsqueda de los jóvenes y que se informara mejor a la familia de los avances en la investigación, ya que los padres se enteraron del hallazgo del cuerpo de Fernando “por la prensa”.
La respuesta de Marlaska ha llegado, finalmente. “Deseo transmitir en primer lugar mis más sinceras condolencias a las familias y allegados. Desgraciadamente, se han confirmado los terribles presagios sobre el fallecimiento con la aparición de sus cadáveres”, afirma la respuesta del ministro, adelantada por Abc.
“Confirmada la trágica noticia (...) quiero transmitirle que, ni antes ni ahora, se está escatimando en el uso de los materiales y humanos necesarios e idóneos demandados en cada momento a lo largo de la investigación, debiendo mantenerse la confianza en la labor investigadora, que no descarta ninguna hipótesis de trabajo, y en la labor coordinada de toda la corporación policial y sus protocolos de actuación, independientemente al grupo de trabajo que intervenga en cada momento, y muy especialmente en la autoridad judicial que lleva directamente la dirección de la investigación”.
El miércoles pasado, la citada sociedad ofreció también la participación de hasta 250 voluntarios allegados a la familia de los menores para colaborar en el rastreo que, desde el 27 de diciembre, se lleva a cabo en el Ecoparque de Toledo.