La intimidad de vivir solo se paga y cotiza al alza. Alquilar un estudio en algunas ciudades de España es hasta un 176% más caro que compartir piso. En cuanto al precio medio, en este país se paga un 89% más de dinero por vivir solo que por hacerlo acompañado. La diferencia más abrupta la encontramos en la ciudad de Vitoria, donde el precio de una habitación en un piso compartido es de 362 euros y el de un estudio alcanza los 1.000 euros de media.

Dentro del conjunto del territorio nacional, el precio medio de una habitación se sitúa en los 380 euros, frente a los 700 que cuesta alquilar un estudio. Las diferencias más escuetas se encuentran en Lleida (los estudios son sólo un 37% más caros que las habitaciones), Santa Cruz de Tenerife (51%) y Murcia (55%).

La diferencia que encontramos en los dos grandes mercados del alquiler en España -Madrid y Barcelona- es menor que la media de España. Sin embargo, el hecho de que esta se quede en un 79% no indica que el mercado sea más accesible.

Mientras que el precio medio de alquilar una habitación en España asciende a los citados 380 euros, en la Ciudad Condal el precio se dispara hasta los 535, esto es, 155 euros por encima de la media. Más de 1.700 euros de diferencia anualmente. En la capital de España el precio es de 475,95 euros más.

Lo mismo ocurre con los estudios. Barcelona es la segunda ciudad más cara de España para vivir solo (960 euros/mes), sólo por detrás de Vitoria, único enclave de España donde los estudios ya están en 1.000 euros. En Madrid, cuarta ciudad de España más cara para vivir solo, el precio medio alcanza los 850 euros.

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En los principales enclaves del turismo de 'sol y playa' los precios de los estudios también se sitúan por encima de la media española. Valencia (925 euros/mes) Málaga (760 euros/mes) o Alicante (750 euros/mes) son buenos ejemplos de ello. Los más económicos, por el contrario, se encuentran en Ciudad Real (350 euros/mes), Lleida (390 euros/mes), Palencia y Teruel (425 euros/mes).

En lo relativo a las habitaciones, Barcelona y Madrid, con los citados precios, y San Sebastián, por 442 euros/mes, son las ciudades más caras de España para compartir piso. En el extremo opuesto se encuentran Zamora (170 euros/mes), Ciudad Real (180 euros/mes) y Badajoz (195 euros/mes). 

El problema de la oferta

Fuentes del sector del alquiler señalan a EL ESPAÑOL-Invertia que uno de los principales problemas en relación con el mercado de los estudios es la transformación que se ha producido sobre la oferta de un tiempo a esta parte, sobre todo en aquellos que cuentan con buenas ubicaciones, como son los centros de las ciudades.

El alquiler turístico ha absorbido una parte importante del conjunto de las viviendas de España, en ciudades como Barcelona o San Sebastián, el 30% de los pisos ya son de alquiler de temporada. En el caso de los estudios, la situación, señalan las citadas fuentes, es aún más compleja.

Los propietarios de este tipo de inmuebles han visto una oportunidad con la vivienda turística y se han lanzado al mercado. En este sentido, apuntan que desde la pandemia observan cómo, en los grandes mercados, la oferta de alquiler tradicional de estudios se ha reducido hasta un 30%. "En algunos barrios de Madrid, sobre todo en el centro, apenas hay estudios para entrar varios años, la mayoría son para los turistas", señalan.

Lo mismo ocurre en ciudades como Barcelona, Palma de Mallorca o Málaga, una de las últimas ciudades en incorporarse a la espiral alcista e incontrolada del precio del alquiler.

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A esta situación hay que añadir que el precio del alquiler tradicional está topado por la Ley de Vivienda, tesitura a la que sí que escapan los alquileres de temporada.

Este hecho está provocando que los propietarios se muden del contrato tradicional al turístico. En España, uno de cada diez pisos en alquiler ya es vacacional.

La privacidad y los jóvenes

El perfil de la persona que alquila un estudio suele estar definido por unos rasgos concretos: generalmente es joven, acaba de emanciparse o de llegar a una nueva ciudad y dispone de una fuente de ingresos estable. "La privacidad, sobre todo después de la pandemia, es algo que la gente joven ha comenzado a valorar. Ya no comparten piso como hacían antes", señala María Aguirre, socióloga titulada por la Universidad Complutense de Madrid. 

Aguirre explica a EL ESPAÑOL-Invertia que los modos en los que las nuevas generaciones conviven son muy diferentes a como lo hacían sus padres. Si bien antes no era complicado "encajar" en un piso de estudiantes, ahora parece que a los jóvenes les genera "rechazo" esa opción si no tienen alguna relación con el resto de inquilinos del piso.  

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"Quien tiene que irse a vivir con alguien que no conoce porque no le queda otra lo hace. Pero los que tienen los medios para escoger prefieren asentarse solos. Lo vemos desde la pandemia, para las nuevas generaciones es básico sentirse cómodos en su casa, le dan mucho más valor a las relaciones interpersonales a la hora de tomar este tipo de decisiones", incide. 

En datos publicados por Pisos.com, el 70% de los jóvenes españoles comparte piso al emanciparse debido a que su situación laboral les impide vivir solos. Debido a esta situación, sólo el 50% de los jóvenes que aún viven en casa de sus padres se irá de casa antes de 2028.