Desde que el Banco Central Europeo (BCE) decidió, al inicio de la pandemia, impedir a las entidades financieras pagar dividendo a sus accionistas, muchas han sido las quejas vertidas desde el sector a la medida por el perjuicio que, lamentaban, iba a provocar en sus cotizaciones al desincentivar la entrada de los inversores en valores bancarios. Pasados los meses, las cifras revelan que la gran banca española ha perdido en este tiempo unos 262.000 accionistas, aunque en el mismo plazo se ha revalorizado un 46% en bolsa, principalmente debido a la mejora de la economía.
Los valores bancarios llevan ya bastantes meses, más de los que ha protagonizado la pandemia, sufriendo las malas perspectivas del sector en bolsa, con unos inversores que han preferido dirigirse hacia otras actividades ante el presente y futuro de bajos tipos de interés al que se enfrenta la banca y el veto al pago de dividendo se convirtió en la puntilla para el sector.
Desde el primer trimestre del pasado año, cuando se impuso la restricción, hasta el segundo de este, cuando se ha levantado, los principales bancos españoles (teniendo en cuenta a la desaparecida Bankia) han perdido 262.276 accionistas, lo que equivale a una caída del 4,4% en el número de propietarios de su capital.
En CaixaBank la evolución está marcada por la absorción de Bankia el pasado 26 de marzo. Cuando se impuso el veto al dividendo la entidad tenía 579.528 accionistas y Bankia otros 172.420, si bien al cierre de junio de este año, tres meses después de la fusión, contaba con 679.296. De esta forma, el banco tiene ahora casi un 10% menos de accionistas de los que tenían ambos bancos antes de integrarse en el momento en el que se impuso la restricción al pago de dividendos.
Sin tener en cuenta la distorsión que puede suponer la fusión de CaixaBank y Bankia, el resto de los grandes bancos perdieron en conjunto 189.624 accionistas en el mismo periodo, lo que supone una caída del 3,6%. Esta evolución la marcan Santander (-4%) y BBVA (-3%), los más grandes, pues Sabadell se mantuvo prácticamente estable y Bankinter ganó un 2,3% en las fechas en las que el dividendo estuvo prohibido.
Una de cal, pero también una de arena, pues el valor de estos bancos mejoró en ese mismo periodo, debido principalmente al impulso de la economía, que insufló vigor a las cotizaciones en todos los sectores y supuso un soplo de aire fresco para la banca, muy penalizada en bolsa ya antes de la pandemia.
Los cinco bancos más grandes del país sumaban en el momento en el que se levantó la restricción al pago de dividendos una capitalización bursátil de 119.893,5 millones de euros, un 46% superior a la registrada cuando se impuso la prohibición por parte del supervisor. Tras ponerse fin al veto, al día siguiente la cotización de todos subió en torno a un 2% (la de Sabadell lo hizo un 4%).
"Café para todos"
Con el shock inicial de la pandemia, los bancos se mostraron a favor de la recomendación del BCE de no pagar dividendo y guardar el capital para más adelante por si venían mal dadas. Sin embargo, pasó poco tiempo hasta que las entidades empezaron a pedir que no se aplicara un "café para todos" y que se diera libertad para que cada una pudiera decidir si estaba en posición de pagar dividendo o no. Una libertad que no llegó hasta finales de julio y con efecto desde el próximo otoño, es decir, tras 18 meses.
Entremedias, el BCE había abierto la mano para que los bancos pudieran pagar un 15% de su beneficio como dividendo a los accionistas, pero no más, situación que Santander, BBVA, CaixaBank y Bankinter aprovecharon para distribuir ganancias. Sabadell rechazó hacerlo tras haber obtenido en 2020 un beneficio de únicamente 2 millones de euros.
Ahora que ya hay libertad, todos los grandes bancos españoles han aprovechado las presentaciones de resultados para anunciar la vuelta a un dividendo que ascenderá hasta la mitad de su beneficio de este ejercicio.
Más concretamente, CaixaBank distribuirá un payout (porcentaje del beneficio que se destina a dividendo) del 50%, Santander un 40-50%, BBVA un 35-40% (más recompra de acciones del 10% del capital), Sabadell del 30% y Bankinter un 50%.
Fricciones
Tampoco es la primera vez que la política del BCE crea fricciones entre supervisor y supervisados. Siempre que tienen ocasión, las entidades españolas lamentan el perjuicio que supone para sus márgenes el hecho de que los tipos de interés se encuentren en cero desde hace cinco años y que en el horizonte no se vislumbren subidas, al menos a corto plazo, sino todo lo contrario.
Desde el supervisor tienen claro que su política monetaria y supervisora es la adecuada para el momento actual, como lo era también antes de la pandemia.
De hecho, hace un par de años, su vicepresidente, Luis de Guindos, dejaba claro en un evento celebrado en Santander que "el objetivo de la política monetaria es la estabilidad de precios, no la rentabilidad de los bancos" y que, al contrario de lo que se insinúa por parte de las entidades, los efectos colaterales de los tipos bajos sobre los márgenes se han "compensado sobradamente" al favorecer una mayor demanda de crédito y una contención del nivel de impagos.