Tras las crisis generadas por la irrupción de la Covid y la guerra en Ucrania (que continúa), se podría pensar que 2024 debería ser un año tranquilo para la economía española. Pero nada más lejos de la realidad. Las incertidumbres siguen marcando el devenir de las cuentas españolas, en el que sólo parece clara una cosa: la desaceleración o frenazo del crecimiento.
La desaceleración es un fenómeno que España ya ha sufrido en 2023. Se ha pasado de un crecimiento del 5,8% del PIB en 2022 a otro del 2,3% el curso que ahora termina. Para este 2024, las previsiones indican que la moderación será más intensa y que el aumento de PIB se quedará entre el 1,7% y el 2%, según las previsiones, incluida la del Gobierno (que contempla el rango más elevado de incremento).
La clave para esta ralentización está en el consumo de los hogares. Principal pata de la evolución de la economía española en el último año, va a moderar su crecimiento debido las peores expectativas de los consumidores para el próximo año.
Además, los hogares ya venían percibiendo ciertas restricciones en el acceso al crédito por las subidas de los tipos de interés. Por ello, entes como el Banco de España prevén que el crecimiento del consumo sea contenido.
A esto hay que sumar que el otro gran motor interno de la economía en los últimos años: el empleo, que se moderará también. Se espera que el paro se siga reduciendo en el próximo año, pero ya con evoluciones más cercanas a los años prepandemia.
Así, el Banco de España (que ha sido último ente en lanzar sus previsiones macro) prevé que el paro pase del 12,1% de 2023 al 11,7% en 2024 y al 11,4% en 2025.
Con todo, alerta de que lo avances que se logren en el campo del empleo dependen mucho de lo acabe pasando en el campo de la productividad. Cabe recordar que el Gobierno quiere aprobar que, para 2025, la jornada laboral se haya reducido a 37,5 horas semanales. Si hay medidas adicionales, esto restará competitividad a las empresas españolas.
Impacto
El BBVA Research va más allá y avisa: la rebaja de jornada laboral pretendida restaría en torno a seis décimas al crecimiento medio anual del Producto Interior Bruto (PIB) con una caída del empleo sería de ocho décimas durante dos años.
Sin embargo, el devenir del entorno internacional será lo que marque la auténtica marcha de 2024 y sus incertidumbres. Pese a que se prevé una inflación más moderada el próximo año (en el 3,3%), los precios de la energía y su inestabilidad no terminan de dar tregua.
En este sentido, la crisis en Gaza sigue generando expectación (negativa) por el efecto que pueda tener en el mercado internacional del crudo, cada vez más sensible a las tensiones internacionales. Un ejemplo de ello es la interrupción del tráfico del Mar Rojo, que ha tenido un impacto inmediato en el precio del petróleo.
Es decir, que los mercados energéticos, que tienen efectos inmediatos sobre la inflación, siguen caracterizados por la inestabilidad. Una inestabilidad que sigue marcada, también, por el conflicto en Ucrania, que sigue en marcha.
China también introduce más interrogantes a este 2024. Igual que las economías europeas, sufre una suerte de desaceleración. Sin embargo, todavía se ignora de qué profundidad.
El gigante oriental ha sufrido una importante moderación de sus precios en 2023, a lo que hay sumar varios meses en los que su comercio exterior se contrajo.
Todo esto afecta a la economía europea en general y a la española en particular, dado que limitará las exportaciones y marcará el precio de las importaciones en los mercados.
En cualquier caso, está por ver qué pasará con las exportaciones españolas. Sobre todo porque el mercado exterior patrio se desplomó tras el primer trimestre de 2023 por la debilidad de nuestro principal cliente: la Unión Europea.
Se da por hecho que las exportaciones aumentarán en 2024, aunque está por ver si serán estructurales y recobrarán la importancia que llegaron a tener a principios de 2023.
El otro gran foco de incertidumbre para la economía española está en los tipos de interés. Por ahora y con los actuales niveles de precios, se descarta que los bancos centrales vayan a retomar nuevas subidas.
Con todo, entes como el Banco de España y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) avisan de que sus efectos se van a seguir notando en 2024, disminuyendo el acceso a crédito a los agentes económicos.
Más interrogantes para un 2024 a los que se suman los fondos europeos. Tras un año en el que su desarrollo se ha frenado por la celebración de elecciones, subsisten dudas en cuanto al ritmo de ejecución de los proyectos asociados al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia y a su impacto sobre la actividad económica.
Préstamos
Todo ello en un año en el que España va a comenzar a ejecutar los préstamos por valor de 95.000 vinculados a los fondos Next Generation, tras la aprobación de la adenda al Plan de Recuperación por Bruselas.
Finalmente, están los propios interrogantes que arroja la política económica del próximo año, todavía desconocida al no haber Presupuestos Generales del Estado. Sólo hay un detalle no menor que sí se conoce: España tendrá que rebajar su déficit al 3% del PIB. Al menos una certeza (o más bien promesa) en un año repleto de incertidumbre.