La capacidad de atraer inversión estable es uno de los indicadores del grado de madurez de una tecnología. La inversión en startups representa asimismo la confianza en que una tecnología determinada pueda escalar y crecer rápidamente desde nuestro país.
Buenas noticias: España progresa adecuadamente y, cada vez más, es vista por los inversores internacionales como un país atractivo. En estos momentos, nos encontraríamos en un punto de madurez intermedio, que es el que, en teoría, precede a los crecimientos exponenciales.
Pero nadie contaba con 2020, un año atípico caracterizado por la incertidumbre. El contexto económico y social cambio radicalmente durante el estado de alarma y, a día de hoy, la nueva normalidad continúa siendo una incógnita.
Como es lógico, esta incertidumbre ha afectado también a la inversión de capital riesgo en startups españolas, si bien las primeras estimaciones son mucho mejores de lo que cabría imaginar.
Así, tras tres años consecutivos de récords históricos de crecimientos en el ecosistema inversor, la patronal Ascri anticipa que en 2020 se registró un nuevo récord en el volumen de inversión en venture capital, con 750 millones de euros. Récord también en el número de operaciones, con un total de 624. Y récord en la participación de inversores internacionales, presentes en 135 de esas operaciones.
El optimismo de estos datos contrasta con la debacle que reflejaba otro informe reciente publicado por el fondo británico Atomico. Coincide, en cambio, con las impresiones preliminares de algunos de los grandes actores del ecosistema del emprendimiento innovador en nuestro país, como por ejemplo Miguel Vicente.
Síntomas de madurez
En términos cualitativos y descontando la posible distorsión que provocan unas pocas grandes operaciones, Ascri destaca que una cantidad cada vez mayor de estas inversiones se producen en rondas late stage.
Para el vicepresidente de Ascri, Oriol Pinya, las operaciones de venture capital (entre 0 y 10 millones de euros) reflejan “la gran innovación” que se desarrolla en el país. “El venture es lo que nos va a dar los empleos del futuro del país”, insistió ayer Pinya, en el marco de un evento organizado por la asociación.
En este sentido, Alberto Gómez, también vicepresidente de Ascri, destaca que estas empresas emergentes han necesitado “rondas de inversión ofensivas” para poder financiar “un mayor crecimiento y una internacionalización”. Por tanto, no se trata de las llamadas “rondas defensivas”, más centradas en rescatar a las empresas.
Más liquidez, más oportunidades
Llama también la atención que, durante 2020, se cerraron varios nuevos vehículos de inversión, tanto de private equity como de venture capital. Destacan aquí la ampliación o la creación de los nuevos fondos de Kibo Ventures, de Samaipata o de Seaya, entre otros.
En total, las gestoras de capital riesgo captaron 2.026 millones de euros, un 6% más que el año anterior. Este leve incremento refleja tambien "el interés que despierta el ecosistema español en inversores internacionales, que siguen apostando y viendo las oportunidades de valor que hay en nuestro mercado”. Es la valoración del presidente de Ascri y socio fundador de Kibo Ventures, Aquilino Peña.
Todos estos datos hacen prever que se producirán muchas nuevas inversiones en España en los próximos años. Así, para este 2021, Ascri vaticina más inversiones y más operaciones, sobre todo, entre las startups y scaleups. “Antes, no se sabía lo que era el capital riesgo ni para lo que servía, pero esto ya ha cambiado y ha venido para quedarse”, comenta Oriol Pinya.
Una de las tareas pendientes de este ecosistema en alza es encontrar más historias de éxito en España. Para Pinya, “la mayoría de los fondos españoles tenemos más inversores privados extranjeros que nacionales. Pero al venture aún le cuesta convencer. Aunque cada vez tenemos más historias de éxito”, se necesitan más casos para atraer a estos inversores.
'Middle market'
Además del venture capital, el segundo gran dinamizador de inversiones fue el middle market (entre 10 y 100 millones de euros). De cara a 2021, también aquí se esperan nuevos crecimientos.
Pinya incide en la importancia del sector medio por su efecto en la “transformación la economía”, ya que son operaciones enfocadas a cambiar el tejido productivo del país y a ayudar a las medianas empresas a internacionalizarse e innovar.
“En el ecosistema del capital riesgo, hace unos años España era un nice-to-have para los inversores internacionales. Ahora empieza a ser un must-have”, asegura Pinya. Es decir, “una cartera de un fondo diversificado debe tener no solo activos, sino también presencia en España”.
Para el vicepresidente de la patronal de este sector, “esto nos brinda una base estable de inversión en el país para ayudar a transformar el tejido industrial del país”, ya que se puede “contar con un flujo constante no solo de dinero, sino también de talento para complementar la transferencia de innovación”.