Una de las grandes joyas escondidas de la ciudad de Barcelona es el Templo de Augusto, un impresionante templo romano que fue construido a finales del siglo I a.C. y que estaba destinado al culto del princeps homónimo. Está ubicado en la calle Paradís, dentro del Barrio Gótico de la ciudad condal, por aquel entonces conocida como Barcino, fundada en el año 15 a.C.
Este templo fue la parte central del foro, situado en la cima del monte Táber, y con el paso del tiempo fue derrumbándose hasta que, a finales del siglo XIX fueron halladas tres de sus columnas, con motivo de la construcción de la sede del Centro Excursionista de Cataluña. Una cuarta columna estaba expuesta en la plaza del Rei y se incorporó al conjunto que hoy en día se puede visitar.
El templo de Barcino fue construido a finales del siglo I a.C. y durante más de 400 años presidió el foro de la ciudad, para luego, una vez que perdió su función, experimentar distintas transformaciones, pero definiendo en todo caso la fisonomía de la ciudad. En el siglo XI era conocido como "El Miraculum" (El milagro) por su imponente presencia, y la construcción de nuevas edificaciones durante la Baja Edad Media hizo posible que lo que aún quedaba del templo fuera preservado de forma fragmentada en el interior de nuevas casas.
A partir del siglo XV, las columnas y capiteles del templo que aún se podían encontrar en el interior de los edificios despertaron un gran interés. Hubo muchas interpretaciones respecto a la que estructura de la que podrían haber formado parte: un gran sepulcro, un templo, la parte final de un acueducto, un monumento conmemorativo, etcétera. Finalmente se pudo confirmar a mediados del siglo XIX que era un templo romano.
Desde finales del siglo XIX hasta la tercera década del siglo XX se planteó la posibilidad de que las columnas del templo permaneciesen libres en mitad del espacio público o, por el contrario, que se mantuviesen dentro del edificio de origen medieval que las contenía. Mientras tanto, el Centro Excursionista de Cataluña adquirió el edificio y contactó con Lluís Doménech i Montaner, el arquitecto que entre los años 1903 y 1904 se encargó de crear el patio interior desde el que hoy en día se puede disfrutar de este espectacular templo.
En su origen, el templo tenía unas dimensiones de 37 metros de largo y 17 metros de ancho, y contaba con columnas flanqueando la construcción, que además tenía solo una nave interior. Asimismo, en su parte frontal había 6 columnas en la entrada. La reconstrucción del templo fue realizada por Puig i Cadafalch a principios del siglo XIX.
Por su ubicación, se trata de un rincón poco conocido de la ciudad romana de Barcino, puesto que no se puede ver desde la calle y no muchos conocen de su existencia.
El forum y el templo de Barcino
El forum era una plaza pública abierta en la que se desarrollaba la vida administrativa, política y religiosa de la ciudad, estando situado en el centro de la urbe, donde se cruzaban las dos vías principales que atravesaban la ciudad de norte a sur y de este a oeste. En el foro se ubicaba la gran mayoría de los edificios públicos, como la basílica, la curia y el templo, además de edificios como el calabozo o el archivo. Tampoco faltaban los ninfeos o fuentes consagradas a las divinidades de la salud y el agua, ni el mercado y establecimientos comerciales abiertos a la calle donde se vendían productos locales.
En el eje del forum y sobre un podio de tres metros de altura se situaba el Templo de Augusto, donde coronaba la plaza y dejaba clara la importancia religiosa de la época, más aún si tenemos en cuenta que la entrada al recinto fue orientada al mismo. En la actualidad solo se conservan cuatro columnas de 9 metros de altura, que tienen los fustes acanalados y capiteles de orden corintio, a las que hay que sumar el arquitrabe que las unía y una parte del podio.
Una particularidad es que las ceremonias religiosas no se llevaban a cabo en el interior del templo, sino que tenían lugar delante del propio edificio. Al interior solo tenían acceso los sacerdotes y en ella estaba dispuesta la imagen del dios.
La plaza en la que se ubicaba contaba con un pórtico alrededor del cual se hallaban los pedestales dotados de inscripciones honoríficas y con estatuas en homenaje a una persona. A través de ellas también se recordaba a la familia imperial y a otros ciudadanos notables, quienes en muchas de las ocasiones eran ellos mismos los que ordenaban la construcción del monumento.
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Entre las familias más influyentes de la época en Barcino se encontraban los Pedanii, con varios magistrados, y los Minicii Natales, que ejercieron como mecenas, siendo uno de sus integrantes Lucius Minicius Natalis, campeón de carreras de cuadrigas en el año 129 d.C.
A partir del siglo V d.C., al igual que sucedió en otras muchas ciudades, comenzó la decadencia del foro, haciendo que la mayor parte de los pedestales honoríficos fuesen desmontados y usados incluso como material de construcción en otras nuevas edificaciones. Con la llegada del cristianismo el templo perdió su función y la vida política, administrativa y religiosa se desplazó al ángulo norte, donde se había ido formando un núcleo cristiano primitivo, siendo este el nuevo centro de poder de la ciudad.