En otoño del 218 a.C. se libró la batalla de Cissa, dentro de la segunda guerra púnica. Tiene la particularidad de ser la primera batalla que libraron las legiones romanas en la región que ellos conocían como Hispania.
En ella, el ejército romano, liderado por el militar Cneo Cornelio Escipión Calvo, fue capaz de derrotar al ejército cartaginés pese a la desventaja numérica, consiguiendo controlar el territorio al norte del río Ebro, que había sido conquistado por Aníbal el cartaginés meses antes.
Marchando desde Cartagena, conocida como Qart-Hadanht, hacia el río Ebro con un ejército formado por un total de 90.000 infantes, 12.000 jinetes y 37 elefantes. El líder cartaginés tomó la ciudad de Sagunto hacia el año 218 a.C. y siguió su camino hacia la península itálica dispuesto a aterrorizar a la ciudad de Roma. Según el historiador griego, Polibio, también envió a Cartago a 13.850 infantes, 1.200 jinetes y 870 honderos baleares.
Tras cruzar el Ebro, sometió por la fuerza o la diplomacia durante semanas a las tribus íberas del noreste, ya que no podía correr el riesgo de dejar en la retaguardia fuerzas hostiles que pudiesen afectar a sus comunicaciones. Luego reorganizó a su ejército, dividiéndolo en dos y dejando uno al norte del Ebro, bajo el mando del general Hannón, compuesto por 10.000 infantes y 1.000 jinetes, y otro al mando de su hermano Asdrúbal, integrado por 12.600 infantes, 21 elefantes y 2.500 jinetes que se encargaría de la defensa del resto de las tierras en Hispania. Además, el propio Asdrúbal tenía a su mando una flota de un total de 57 barcos.
El resto del ejército continuó con su camino más allá de los Pirineos y los Alpes, lo que logró hacer antes de lo que había esperado el cónsul Publio Cornelio Escipión al mando de varias legiones.
Los romanos llegan a Hispania
Tras conocer que Aníbal le había superado, el cónsul tomó la decisión de regresar a la península Itálica para defender a Roma del cartaginés, mientras que su hermano, Cneo Cornelio Escipión Calvo se hacía cargo del resto de fuerzas que debían partir con rumbo a Hispania para cortar las líneas de suministro de Aníbal.
Por ello, a finales del verano del año 218 a.C., 60 naves romanas que llevaban a a la tropa de Escipión Calvo llegaron a la colonia griega de Emporion, en la actual provincia de Gerona, siendo este asentamiento el punto de partida de la conquista romana de Hispania, que se prolongó casi dos siglos.
Cneo intentó atraer aliados a la causa romana y expulsar a los púnicos de la Península Ibérica, ahogando la fuente de aprovisionamientos del ejército cartaginés que se dirigía a Roma. Para ello buscaron apoyo en las tribus pirenaicas y costeras, y quienes no lo hicieron, fueron atacados. Así, a finales de ese año, los romanos ya contaban con una base sólida desde la que llegar al resto de la costa levantina, recibiendo constantes refuerzos procedentes de Marsella.
La batalla de Cissa
Hannón, el general cartaginés, decidió no atacar a los romanos lo que hizo posible que estos afirmasen su poderío en la zona, mientras que las tribus íberas se veían obligadas a unirse a ellos. Sin embargo, el rey de los ilergetes, Indíbil, decidió mostrar oposición a los romanos, una decisión que fue seguida por su cuñado, Mandonio, rey de los cessetanos.
Ambos movieron a su ejército, y en vista de los acontecimientos, Hannón informó de los movimientos romanos a Asdrúbal, que estaba en Cartagena. Así, a finales del mes de septiembre, 10.000 hombres de Hannón y otros 1.500 de Indíbil estaban acampados frente a las murallas de Cissa (en la actual Tarragona). A marchas forzadas, Cneo se presentó ante ellos con un ejército de 25.000 hombres, en lo que fue la primera gran batalla de la II guerra púnica en la Península Ibérica.
Cneo desplegó sus fuerzas de la forma tradicional, con dos legiones en el centro, dos unidades aliadas a sus flancos y en el exterior, a ambos lados, su caballería dejando en reserva a los iberos recién reclutados, así como a los tripulantes de los barcos que habían quedado anclados en Ampurias. Hannón, siendo consciente de su inferioridad numérica, optó por desplegar a sus hombres en línea de la forma más extendida posible, con los hombres de Indíbil a su derecha.
Las legiones romanas rompieron las filas cartaginesas que terminaron por romperse. Mientras tanto, Indíbil y sus guerreros siguieron combatiendo contra la caballería legionaria. Tras la huida de la infantería cartaginesa, el cónsul romano ordenó el ataque de su reserva íbera frente a sus hermanos ilergetes.
Indíbil terminó capturado y las legiones rodearon Cissa a la que entregaron un mensaje: o se rendían o destruían la ciudad. Ante estas amenazas, se produjo la rendición, dejando la batalla un total de 6.000 bajas púnicas en combate y 2.000 prisioneros, entre ellos el propio Hannón además de Indíbil.
Cneo decidió poner en libertad a Indíbil para ganarse la lealtad de los ilergetes, aunque le exigió un cierto número de rehenes. Asdrúbal, por su parte, llegó demasiado tarde para poder ayudar a Hannón, y aunque no era suficientemente fuerte para pelear con los romanos, logró desbaratar su flota echando a pique cerca de 25 barcos. A partir de la batalla de Cissa, los romanos ganaron mucho prestigio en Hispania y Cneo pasó a controlar gran parte de las tierras al norte del río Ebro aunque más al sur, desde su base en Cartagena, los cartagineses reunieron fuerzas. Aún quedaban muchos combates por librar.