Entre 1942 y 1944, en plena II Guerra Mundial, la Alemania nazi levantó el Muro Atlántico. El megaproyecto defensivo, anunciado a bombo y platillo por la propaganda, abarcaba toda la costa dominada por el Tercer Reich, desde Noruega hasta la frontera con España. "Se supone que van a venir. ¿Por qué no vienen?", se preguntaba Joseph Goebbels en uno de sus actos.
Uno de los eslabones del Muro Atlántico se encontraba en el municipio belga de Knokke-Heist, en el actual parque Heist Willemspark, y figuraba en los mapas militares como Stützpunkt Heyst. El 6 de junio de 1944, el ansiado Día D, los Aliados desembarcaron en Francia. El Muro del Atlántico había sido burlado y el complejo de búnkeres perdió su función. Con la retirada alemana se intentó dinamitar, pero fracasaron y decidieron enterrarlo, lo que creó una serie de dunas.
En las campañas de limpieza organizadas en las dunas de Heist Willempark, de 20 hectáreas, coordinadas por la Agencia de Naturaleza y Bosque dentro del proyecto Life Dunias, se pretendía limpiar las malas hierbas del lugar. Al remover la arena y la tierra descubrieron tres búnkeres de hormigón enterrados a tan solo 32 centímetros de profundidad. "Stützpunkt Heyst era una fortaleza casi inexpugnable", ha explicado el ayuntamiento belga de Knokke-Heist en un comunicado.
Búnkeres "ligeros"
Según los mapas de inteligencia aliados, fotografías aéreas e informes de la resistencia, la posición estaba repleta de trincheras. Abastecida por una línea de ferrocarril y levantada sobre las vetustas Freya y Augusta, baterías costeras de la Gran Guerra, contó con al menos 60 puestos entre búnkeres, casamatas, barracones y depósitos de munición. Una densa red de barreras, trincheras, caminos de hormigón y emplazamientos antitanque apuntaron al canal de la Mancha de forma amenazante.
Las tres estructuras localizadas han sido analizadas por la Agencia de Patrimonio Inmueble. Son búnkeres "ligeros", del tipo VF2a, y se encuentran intactos. De una única habitación, podían ofrecer protección a un grupo de diez soldados que en su interior operaban una serie de radares avanzados. Tenían 6x7 metros y un techo y unas paredes de hormigón armado que alcanzan el metro de grosor.
Adolf Hitler odiaba que comparasen su querido Muro Atlántico con la línea Maginot. Siguiendo las proclamas repetidas incansablemente por la propaganda, los Aliados no llegarían a las playas. La Luftwaffe y los submarinos acabarían con la flota de invasión. Como mucho, estimaban que tan solo llegarían a desembarcar unas pocas y desmoralizadas fuerzas de asalto que serían masacradas y expulsadas de vuelta al mar por un feroz contraataque masivo.
Sus planes se estrellaron contra la realidad el 6 de junio de 1944. Las defensas de Normandía causaron muchísimas bajas en las fuerzas aliadas, pero al final franceses, estadounidenses, canadienses y británicos se aferraron al continente y marcharon hacia París de forma casi imparable. En Bélgica, con el rumor de los tanques enemigos acercándose, la muda fortaleza de Stützpunkt Heyst intentó ser demolida de forma apresurada.
Algunas de las posiciones más endebles, como las líneas de trincheras, fueron convertidas en grandes montones de escombros donde los arqueólogos han encontrado varios utensilios, cables, restos de tuberías e incluso municiones. "Es casi seguro que en el subsuelo del parque se conserven más construcciones bélicas que no han sido afectadas por las obras y, por lo tanto, no se han investigado a fondo. Lamentablemente no se encontraron restos de la Primera Guerra Mundial", apunta el comunicado del ayuntamiento.
Una vez documentados los búnkeres se volvieron a cubrir de tierra para favorecer su conservación con vistas a futuros estudios. "Estas ruinas ilustran los intentos anteriores de borrar por completo la historia de guerra del parque. Las estructuras más ligeras fueron demolidas y reducidas a escombros, mientras que los búnkeres más pesados fueron cubiertos con una capa de tierra y escondidos, como si nunca hubieran existido", concluye un portavoz del proyecto Life Dunias.