La siniestra melodía de cascabeles y carracas tensaba el ambiente en gran parte de las aldeas y ciudades de la Edad Media. Aquel sonido precedía a uno o varios personajes embozados en una capa de color gris, leprosos desfigurados que avisaban de su presencia para que los sanos pudieran ocultarse. Por norma general los enfermos de lepra no sienten dolor. La lepra destruye primero el nervio lo que elimina toda sensibilidad de una piel que se desprende junto con el cartílago de los rostros.
Para la mentalidad medieval estaban muertos en vida, más cerca de Dios pero, al mismo tiempo, bajo sus capas, ocultaban el horror de sus llagas consideradas un castigo divino por sus pecados. En realidad estaban provocadas por la infección con el bacilo Mycobacterium leprae. Su historia evolutiva ha podido ser rastreada y en los últimos años se sospechaba que un pequeño y simpático roedor que sigue afectado por la M. leprae, la ardilla roja, podía haber servido como huésped y vector de la microbacteria en tiempos medievales.
Esta sospecha ha sido confirmada tras un reciente análisis comparativo de muestras antiguas publicado en la revista científica Current Biology. "Con nuestro análisis genético pudimos identificar a las ardillas rojas como el primer animal antiguo huésped de la lepra", informa en una nota Verena Schuenemann, investigadora en paelogenética en la Universidad de Basilea en Suiza y codirectora del estudio. "La historia de la lepra es mucho más compleja de lo que se pensaba anteriormente".
Aquella terrible enfermedad, conocida desde la Edad Antigua y citada en la Biblia, sigue presente en la actualidad en algunas regiones de África, Asia y América del Sur. En la Edad Media, cuando a una persona se le diagnosticaba con lepra, para evitar contagios, era obligada a abandonar su comunidad y asentarse más allá de sus murallas, en lugares específicos conocidos como leproserías que funcionaban como rudimentarios hospitales.
Comercio de pieles
En el último estudio, los investigadores analizaron los restos de 12 ardillas medievales y de 25 personas en dos yacimientos arqueológicos de Winchester en busca de restos de M. leprae. Los restos humanos analizados provienen de una necrópolis que estuvo vinculada a la capilla de Santa Magdalena, santa asociada a los leprosos junto con San Lázaro. Esta capilla, situada en una colina cerca de Winchester y activa entre los siglos XII y XVII fue una de las más estudiadas y conocidas de la Inglaterra medieval.
En este mismo periodo la ciudad fue bastante reconocida por sus conexiones con las rutas de comercio de pieles y, en este contexto, la piel de la ardilla se usaba en la confección de algunas prendas. Las muestras de este pequeño roedor fueron extraídas de varios huesecillos de la fosa de una antigua peletería encontrados en el yacimiento de Staple Gardens. Al ser un animal bastante sociable con el ser humano algunas ardillas también podían verse como mascotas.
De todas las muestras analizadas y comparadas, los investigadores lograron reconstruir cuatro genomas de cuatro cepas medievales de la microbacteria, una de ellas presente en las ardillas rojas y todas con un origen común. La cepa de lepra presente en las ardillas muestra mucha mayor relación con las infecciones del Winchester medieval que con las cepas presentes en la misma especie de roedor en la actualidad.
“La cepa de ardilla roja medieval que recuperamos está más estrechamente relacionada con cepas humanas medievales de la misma ciudad que con cepas aisladas de ardillas rojas actuales. En general, nuestros resultados apuntan a una circulación independiente de cepas de M. leprae entre humanos y ardillas rojas durante el Período Medieval”, explica Schuenemann.
Zoonosis
Esto significa que en la Edad Media se dieron casos de zoonosis, es decir, las ardillas, además de padecer la enfermedad pudieron trasmitirla al ser humano, algo que nunca antes se había demostrado y documentado. Esto no excluye otras vías de contagio como el mantenido entre personas infectadas, motivo del aislamiento en leproserías.
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"Nuestros hallazgos subrayan la importancia de involucrar material arqueológico, en particular restos de animales, en el estudio del potencial zoonótico a largo plazo de esta enfermedad, ya que sólo una comparación directa de cepas antiguas humanas y animales permite reconstruir posibles eventos de transmisión a lo largo del tiempo", explica en la misma nota Sarah Inskip, investigadora de la Universidad de Leicester y coautora del estudio. Según Inskip, desde la pasada pandemia de la Covid-19, cada vez más investigadores se vuelcan en el estudio de la zoonosis para comprender la aparición y la transmisión de enfermedades.
“No se ha considerado el papel que los animales podrían haber desempeñado en la transmisión y propagación de la enfermedad en el pasado y, como tal, nuestra comprensión de la historia de la lepra es incompleta hasta que se consideran estos huéspedes. Este hallazgo es relevante hoy en día, ya que los huéspedes animales siguen sin tenerse en cuenta, aunque pueden ser importantes en términos de comprensión de la persistencia de la enfermedad en la actualidad a pesar de los intentos de erradicación", cierra Schuenemann.