Curt Bloch no era un artista ni un poeta, tampoco un escritor: simplemente un judío corriente alemán que aguardaba la derrota del Adolf Hitler escondido en el sótano de una casa de una localidad neerlandesa. Durante casi dos años, entre agosto de 1943 y abril de 1945, produjo desde su escondite una obra única de resistencia creativa: una revista semanal, en forma de folleto de pequeño formato, con ilustraciones y poemas escritos a mano en holandés y alemán que abordaban una variopinta selección de temas: el curso de la guerra, las mentiras y crímenes de los nazis y sus colaboradores, el inminente colapso de las fuerzas del Eje o el destino de su familia.
La publicación casera, de la que solo hacía una copia que podría llegar a una veintena de personas y que siempre le devolvían, se burlaba y ridiculizaba de forma satírica a Hitler, Mussolini, Arthur Seyß-Inquart, comisario del Reich en los Países Bajos ocupados o a otros jerarcas nazis como Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda alemán.
Bloch editó en total 95 ejemplares de Het Onderwater Cabaret (El cabaret submarino), título que surgió como antítesis de un programa de radio en alemán que se emitía en las ondas holandesas durante la ocupación, El cabaret del domingo por la tarde. Aunque en realidad ese nombre escondía una metáfora más profunda sobre su experiencia personal: el término holandés "onderduiken" significa "sumergirse", pero también "escapar de la vista del público". Alguien escondido era un "onderduiker", un individuo que literalmente se encontraba "bajo el agua". La portada del último número es un fotomontaje de dos personas saliendo de una trampilla, resaltando que por fin están "por encima del agua".
La extraordinaria historia de supervivencia y superación de Curt Bloch, otro increíble episodio del Holocausto, ha salido a la luz ocho décadas después gracias a un libro del escritor holandés Gerard Groeneveld y, sobre todo, al interés de la nieta del protagonista por rescatar del olvido el proyecto creativo de su abuelo. Los 95 originales de la revista que el judío alemán se llevó a Estados Unidos tras la II Guerra Mundial se mostrarán en una exposición en el Museo Judío de Berlín que abrirá sus puertas el próximo mes de febrero.
"Es muy importante que una obra casi completamente desconocida de este calibre salga a la luz", ha explicado Aubrey Pomerance, conservador del museo berlinés, a The New York Times. "La inmensa mayoría de los escritos que se crearon en la clandestinidad fueron destruidos. Si no lo fueron, ya habrían llamado la atención del público antes. Por lo tanto, es tremendamente emocionante". Bloch creó portadas de estilizados fotomontajes, collages de materiales procedentes de periódicos y otras revistas que bebían de la influencia de algunas de las publicaciones de la época de preguerra, como la francesa Marianne, famosa por sus ilustraciones antinazis, o la revista de los obreros alemanes Arbeiter-Illustrierte-Zeitung.
Nueva vida
Curt Bloch nació en Dortmund, una ciudad industrial en el oeste de Alemania. Tenía 22 años cuando Hitler ascendió al poder en 1933. Huyó poco después a Ámsterdam, donde un comerciante de alfombras persas le dio trabajo. Sus planes de escapar más lejos se derrumbaron cuando los ejércitos del führer invadieron los Países Bajos y cerraron las fronteras. Se trasladó entonces a Enschede y fue integrado en el Consejo judío local, una organización para implementar las regulaciones antisemitas nazis. Pero a pesar de que a sus miembros se les garantizó que estaban a salvo de la deportación, Bloch trató de esconderse.
Logró la ayuda de un influyente pastor de la Iglesia reformada neerlandesa llamado Leendert Overduin. El religioso dirigía en secreto una red de la resistencia que brindó apoyo a un millar de judíos para evitar que engrosasen la lista de víctimas del Holocausto. Bloch encontró refugio en la casa de ladrillo de dos pisos de un empresario de pompas fúnebres y su mujer. Se escondió en el sótano junto a otro judío alemán de 44 años y su novia, Karola Wolf, de quien se enamoró y a quien dedicó muchos versos. Además de darle comida le consiguieron todos los materiales necesarios para la edición de la revista.
Los investigadores explican que el foco principal de sus críticas fue Goebbels y su maquinaria propagandística. También se mofaba de la idea de "victoria final" que manejaban los nazis: siempre creyó que Alemania no ganaría la guerra. El último número lo elaboró en abril de 1945, pocos días antes de que las tropas aliadas liberasen los Países Bajos. Al salir de su escondite se enteró de que su madre, sus hermanas y la mayoría de su familia murieron en los campos de exterminio. Bloch se casó con una superviviente de Auschwitz, Ruth Kan, con quien tuvo dos hijos, y se mudó a Nueva York en 1946. Allí abrió una tienda de antigüedades europeas.
La colección de Het Onderwater Cabaret permaneció durante décadas acumulando polvo en las estanterías de su casa. La humilde creación de un hombre que encontró en el arte, en la poesía, la vía de escape en una situación vital extrema.