Un equipo germano-egipcio ha descubierto y restaurado una impresionante pintura del antiguo Año Nuevo egipcio. Los arqueólogos se encontraron con ella mientras restauraban y limpiaban el techo de un antiguo templo en la localidad de Esna, a 55 kilómetros de Luxor. El edificio de 2.200 años de antigüedad había sido remodelado al completo cuando el país del Nilo se encontraba bajo dominación romana.
En la pintura se desarrolla la mitología relacionada con el Año Nuevo egipcio, según se explica en un comunicado de la Universidad de Tubinga (Alemania), organismo responsable de la restauración junto al Ministerio de Turismo y Antigüedades. En la recientemente restaurada obra se puede observar una preciosa escena celeste donde se aprecian varias deidades como Anuket, navegando junto a Orión y su esposa Shotis, mientras que la inmensa Nut (diosa del cielo) devora el cielo nocturno sobre ellos.
En la antiquísima pintura, Orión representa a la constelación que lleva su nombre, mientras que su esposa Shotis correspondería a la estrella Sirio. Esta estrella desaparece del cielo egipcio durante 70 noches al año hasta que reaparece desde el este. Dicho acontecimiento cósmico que ocurre a mediados de julio señalaba el inicio del año en tiempos de los faraones, según señala Christian Leitz, egiptólogo y profesor de la Universidad de Tubinga.
En este momento el Nilo se desbordaba y anegaba sus orillas. Los antiguos egipcios creían que cien días después de la reaparición de Sirio, la diosa Anuket (muy adorada en las cataratas de Asuán), era responsable de retirar las aguas del río, dejando en su orilla el fertilísimo limo que alimentaba las generosas cosechas de Egipto, tan preciadas en la Antigüedad.
No obstante, este último descubrimiento es tan solo uno de los que han realizado los arqueólogos en el templo de Esna, cuyas pinturas han estado ocultas por milenarias capas de mugre, hollín y excrementos de ave.
En los cinco años que han estado limpiando el techo han podido restaurarse y estudiarse varias representaciones pictóricas de dioses, el zodiaco y constelaciones celestes junto a más de dos mil inscripciones inéditas hasta el momento. Según el análisis de los arqueólogos, el templo no estaría dedicado a ninguna deidad en concreto, siendo necesario profundizar en la investigación para comprender el sentido de todas estas decoraciones.
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La pintura del Año Nuevo no ha sido la única en ser restaurada mientras se terminaba de limpiar el techo. Una de las más llamativas es la de un misterioso león alado con cabeza de carnero que presuntamente simbolizaría el viento del sur, según reza una inscripción. El profesor Leitz explica que el viento del sur estaba asociado a un calor abrasador, por lo que el león podría representar el poder de este ardiente viento.
Con la limpieza y restauración del techo completada, el equipo continúa con su labor en las paredes del templo, sus columnas y su imponente entrada, denominada pronaos. En esta nueva aventura arqueológica, sus responsables esperan desvelar nuevos colores y detalles de los tronos y vestiduras de los dioses, imágenes ocultas entre la mugre y apenas visibles en el día de hoy.