La hueste dirigida por Hernán Cortés que zarpó de Cuba el 18 de febrero de 1519 a bordo de los once barcos que había logrado aprestar para su expedición de conquista de México estaba formada por 508 hombres y 109 marineros, según el cronista Bernal Díaz del Castillo. El también soldado Francisco de Aguilar apuntó en su relación que había "gente de Venecia, griegos, sicilianos, italianos, vizcaínos, montañeses, asturianos, portugueses, andaluces y extremeños". El contingente apenas contaba con 14 piezas de artillería, 13 armas de fuego portátiles (escopetas), 32 ballestas y 16 caballos.
Durante todo el proceso de conquista, Cortés contaría con algo más de dos millares de hombres entre la expedición inicial, la gente arribada con Pánfilo de Narváez en primavera de 1520 y que se pasó a su causa y otros desembarcados en diversos navíos que tocaron Veracruz-San Juan de Ulúa. Aun así, un número bastante ridículo teniendo en cuenta el éxito de la empresa, que logró derrotar al guerrero y feroz Imperio mexica. ¿Qué fue lo determinante? Numerosos autores han insistido en el extraordinario adelanto tecnológico que supusieron las armas europeas con respecto al armamento de madera y piedra de los mesoamericanos.
Los cañonazos y los disparos con las escopetas —no eran siquiera arcabuces—, por pocos que fuesen, causaron un gran impacto psicológico entre las poblaciones del Nuevo Mundo. También el descubrimiento de la existencia de los perros —"leones bravos"— y los caballos generó pavor entre los locales. El cronista Cervantes de Salazar explica que Cortés en una ocasión mandó enterrar varios equinos para que sus aliados indígenas, que al principio pensaban que comían personas, "no supiesen que morían". Tras las batallas de tanteo habidas con los tlaxcaltecas en septiembre de 1519, los habitantes de la ciudad ofrecieron comida no solo a los hombres, sino también a los caballos, a los perros y hasta a los cañones.
No obstante, la ballesta fue un arma tan poderosa y decisiva como las de fuego portátil, cuyo uso se vio reducido por la escasez de pólvora, que además se estropeaba por la humedad. Podían alcanzar objetivos situados a 300 metros de distancia y acabar con ellos de forma instantánea. Un caso que destacan los textos contemporáneos es el del tesorero real Julián de Alderete, que en el cerco de México-Tenochtitlan de 1521 derribó con sus saetas a muchos mexicas que arrojaban desde las azoteas proyectiles de todo tipo, como las temidas flechas envenenadas.
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Victoria política
Para Antonio Espino López, catedrático de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Barcelona y especialista en la conquista hispana de América, el arma principal fue la espada. "Con ella se logró, más que la victoria, evitar la derrota en los primeros enfrentamientos, que eran siempre fundamentales. En el combate cuerpo a cuerpo, frente a armas de la edad de piedra o, como mucho, de inicios de la del bronce, no tenía rival", escribe en La invasión de América (Arpa). Los propios tlaxcaltecas reconocieron a Cortés que "estaban maravillados de las grandes y mortales heridas que daban sus espadas".
El tlatoani Moctezuma, en uno de sus primeros encuentros con el conquistador de Medellín, también comentó cómo le habían impresionado las espadas, de las que la más importante era la cruciforme de guerra, también llamada estoque. El armamento de hierro europeo se completaba con armas de asta, como las lanzas, utilizadas sobre todo por la caballería, las alabardas y las picas. Otro elemento táctico reseñable fue que el grupo expedicionario de los conquistadores siempre avanzó por el territorio en formación de combate, formando un escuadrón.
"Por muy bien armados, cohesionados, motivados y protegidos por su Dios que estuviesen los grupos conquistadores, no es de recibo pensar que Hernán Cortés, quien empleó la cifra total de 2.285 hombres —más algún africano— en todo el proceso de conquista, pero nunca todos estos hombres formando parte de su hueste al mismo tiempo, con menos de cien caballos, entre veinte y cuarenta cañones (tampoco este parque artillero fue usado al mismo tiempo) o doscientas armas de fuego portátiles y ballestas, tomase gracias a este avance tecnológico, y al citado número de combatientes, un imperio como el mexica", resume Espino López.
El especialista de la guerra en la Antigüedad Victor Davis Hanson afirma, por contrario, que "la conquista de México es uno de los pocos acontecimientos de la historia en que la tecnología (...) se bastó por sí misma para anular el peso de variables como el genio y las hazañas individuales". En Vencer o morir (Desperta Ferro), el historiador español asegura que la ventaja armamentística no se puede desdeñar, pero "la voluntad inquebrantable de Cortés y su gente por triunfar aún fue más trascendente".
Más bien, la causa principal de la derrota del Imperio mexica fueron las alianzas que trazó el extremeño con los linajes indígenas, que le brindaron miles de soldados, zapadores y acarreadores. "La conquista española no fue de armas y voluntades superiores, sino que se aprovechó de las escisiones existentes en el sistema para dividir el imperio, volver a sus miembros contra los aztecas y despedazarlo", analiza el antropólogo Ross Hassig, que concluye: "Aunque la tecnología armamentística española sí jugó un papel, la victoria de Cortés fue más política que militar".