El Imperio azteca nació de la alianza de tres ciudades-estado en las orillas del lago Texcoco. La más importante de ellas, Mexico-Tenochtilan, se ubicaba en el lugar donde, según la leyenda, los primeros mexicas vieron un águila devorando una serpiente encima de un nopal, la señal que les había enviado Huitzilopochtli, el dios de la guerra, para detener su migración. Desde este momento, los aztecas fueron conquistando nuevos pueblos y ejerciendo su influencia y control a través de las rutas comerciales. Sometieron así a varias provincias, a las que obligaron a pagar elevadísimos impuestos en materiales y mano de obra.
Una de las consecuencias que se suele achacar en muchas ocasiones a la colonización española es el desigual reparto de la riqueza existente hoy en día en América latina. Sin embargo, un nuevo estudio publicado por los investigadores Guido Alfani, de la Universidad de Bocconi de Milán, y Alfonso Carbalo, de NEOMA Business School, concluye que no fueron los conquistadores peninsulares los que provocaron la desigualdad en los territorios del Imperio mexica, sino que se apoyaron simplemente en la estructura socioeconómica ya existente, adaptándola a sus planes.
Su trabajo, publicado esta semana la revista Nature Human Behaviour, recuerda que la situación de servidumbre vivida por los súbditos del tlatoani mexica fue un factor fundamental para que miles de indígenas apoyasen a Hernán Cortés y se levantasen en armas. Fue una rebelión contra unos gobernantes explotadores e implacables, según los autores.
A la llegada de los conquistadores españoles al Nuevo Mundo, la sociedad azteca se encontraba dividida de manera muy marcada entre siervos y nobles, siendo estos últimos quienes tenían el control absoluto de los recursos y recibían parte de los impuestos recaudados.
Estos tributos variaban de un lugar a otro, siendo más gravosos si la región se había resistido con fiereza a los ejércitos aztecas y más digeribles si no habían provocado demasiados problemas. De hecho, las provincias que más resistencia opusieron y más impuestos pagaban fueron las primeras y más entusiastas a la hora de pasarse al lado de los conquistadores.
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Saber con certeza los ingresos económicos de los mexicas es una tarea complicada debido a la inexistencia de archivos -muchos fueron destruidos por los invasores- y a la falta de fuentes directas. Por este motivo, los autores del estudio han tenido que echar mano de estimaciones basadas en la densidad de población aproximada en diferentes yacimientos arqueológicos para calcular su ingreso per cápita.
De esta manera, conjeturan que antes de la llegada de Hernán Cortés a la zona en 1519, el 1% más rico acumulaba el 41,8% de los ingresos. Este porcentaje se vuelve más exagerado si contamos al 5% más rico, quien controlaría el 50,8% de los mismos. Por la parte baja de la pirámide, el 50% de la población más pobre del Imperio mexica tan solo atesoraba un 23,3% de los mismos.
Esta circustancia habría sido una de las causas que explicarían que, a la llegada de los conquistadores , una gran parte de la población indígena de las regiones bajo control mexica decidiera unirse a su causa. No obstante, los estudios actuales también señalan que, tras la conquista, el sistema económico de tributos apenas cambió y que fue aprovechado por los españoles, quienes agregaron nuevas capas intermedias al entramado socioeconómico.
"Las instituciones rapaces que caracterizaron al Imperio mexica allanaron el terreno para la posterior explotación colonial", explica Guido Alfani. "Como sostenemos, no se puede considerar que los niveles relativamente altos de desigualdad de ingresos que llegaron a caracterizar a América Latina hayan sido la única consecuencia de las condiciones iniciales impuestas por los españoles. Tampoco podían provenir simplemente de las actitudes e instituciones depredadoras de la élite colonial. En cambio, la colonización exacerbó aún más las condiciones que habían surgido antes de la conquista y aseguró su continuación durante los siglos posteriores".