Pedro Sánchez y Pedro Almodóvar, esta semana en el Festival de San Sebastián.

Pedro Sánchez y Pedro Almodóvar, esta semana en el Festival de San Sebastián. Javier Etxezarreta EFE

Política

Almodóvar le llama "Míster Guapo" y el diputado Marcano "tío bueno": ¿cuánto beneficia a Pedro Sánchez su físico?

Los expertos aseguran que los votantes, de manera inconsciente, asocian ciertos atributos físicos con características de liderazgo.

29 septiembre, 2024 04:31

En Europa y en Estados Unidos le llaman Mr. Guapo, Mr. Handsome / Con lo bueno que está el presidente, no me extraña que (en el PP) sientan esta envidia tan asquerosa / ¿Tú crees que Pedro Sánchez iba a mantener este gobierno de malabares si no fuera porque tiene esta carita? / En las próximas generales votaré a Sánchez por guapo. A ver si hay alguien capaz de rebatirme esto también.

Son solo algunos de los comentarios recientes sobre el físico del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pronunciados tanto por políticos de su partido (Juan Marcano en la Asamblea de Madrid) como por figuras relevantes de la sociedad española abiertamente de izquierdas, desde el presentador Jorge Javier Vázquez al cineasta Pedro Almodóvar

"La telegenia, el carisma o la belleza" de los actores políticos siempre han sido un tema de interés en el ámbito electoral, explica a EL ESPAÑOL la politóloga Ana Salazar, directora general de Idus 3 Estrategia.

"No sólo es importante que sea guapo, sino que dé bien en cámara, lo que permite que el vínculo entre el votante y el candidato se estreche", sostiene esta experta. Bien lo saben Justin Trudeau (Canadá), Barack Obama (Estados Unidos) o Emmanuel Macron (Francia), y Pedro Sánchez no es una excepción. Su apariencia física siempre ha generado comentarios y análisis. ¿Tiene su imagen personal un impacto en la percepción pública y, por ende, en el voto?

Es evidente que sí. Aunque no es el único factor a tener en cuenta, la imagen de un candidato es crucial en la era de la comunicación audiovisual. El famoso debate de Richard Nixon contra John F. Kennedy en 1960, en el que quienes lo siguieron por la radio dieron vencedor al primero y los que lo vieron en la televisión a Kennedy, demuestra que tener una buena imagen importa. Así lo destaca Jordi Virgili, profesor de Comunicación Política en la Universidad de Navarra.

Ahora, con el auge de las redes sociales, que son "tremendamente emocionales", la cultura de la imagen cobra una mayor relevancia, "nos guste o no". La persuasión y la atracción, a juicio de Virgili, son elementos que "facilitan" que el mensaje político llegue a más potenciales electores.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, haciéndose un selfie con una simpatizante.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, haciéndose un selfie con una simpatizante. Efe

Porque los votantes, a menudo de manera inconsciente, asocian ciertos atributos físicos con características de liderazgo. Por eso, jugar con el atractivo personal es una baza que puede dar buenos resultados electorales, coinciden los politólogos consultados por este periódico. 

Aunque, insisten estos mismos expertos, el atractivo físico por sí solo no garantiza el éxito electoral, sino que debe combinarse con un mensaje político sólido y creíble además de una buena estrategia de campaña.

"Banalización"

El problema surge cuando todo se reduce a acentuar las cualidades estéticas. De hecho, es lo que le pasó al propio Sánchez al aterrizar en el Palacio de la Moncloa en 2018 tras la moción de censura contra Mariano Rajoy.

La prensa internacional, desde revistas especializadas en moda a los medios más serios, se rindió a sus encantos. "Su sonrisa tranquilizadora recuerda a la del premier canadiense Justin Trudeau" (Vanity Fair); "¿Será el más guapo del G-20?" (Financial Times); "MR. Handsome" (AFP, The Daily Mail, BBC); "Elegante, atlético, sexy" (edición italiana de Yo Dona); "el Cary Grant latino" (Le Monde)... La prensa italiana llegó a bautizarlo como "Pedro il Bello".

Y ahora, con los piropos de sus colegas de partido o los halagos de Almodóvar ("le pediría cosas no solo a nivel político, sino también a nivel físico"), el debate ha tomado una nueva dimensión. Hasta la ministra Isabel Rodríguez llegó a decir que el jefe del Ejecutivo era "guapo" y que "eso molestaba".

"Es la banalización de la política", lamenta Jordi Virgili. En vez de abordar la gestión de la vida pública, el discurso político se mete en otras categorías "más superficiales", lo que "empobrece el debate y suscita el rechazo", añade este experto en comunicación política.

Es lo que en el sector se denomina política poppolitainment, cuando se mezcla política y entretenimiento. "Lo que debería ser un concurso de ideas se convierte en un concurso de belleza, es muy triste", rechaza Virgili.

Mujeres

Pero ser guapo puede convertirse en un arma de doble filo. "Aunque resulta un atributo positivo, también se utiliza para hacer la crítica, sobre todo en el mundo de la mujer", señala Ana Salazar, que pone como ejemplo el caso de la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz.

Díaz ha "invertido tiempo en cambiar su imagen" para lograr un aspecto "más moderno y femenino" y es "tremendamente criticada" por ello, prosigue Salazar, que recuerda el ataque machista de Alfonso Guerra.

"¿La vicepresidenta criticando falta de rigor jurídico y político? ¿Ella? Le habrá dado tiempo entre una peluquería y otra", llegó a decir el exdirigente socialista.